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La UMA: ¿cantidad o calidad?

El informe U-Ranking presentado el lunes pone de manifiesto el estancamiento de la Universidad de Málaga en los índices de productividad, muy inferiores a la media, y debe servir para reflexionar sobre la necesaria especialización antes que el crecimiento desmedido

Francisco Gutiérrez

Jueves, 19 de marzo 2015, 01:24

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Los datos del informe U-Ranking de este año no han pasado desapercibidos para los responsables de la Universidad de Málaga, poco dados a comentar este tipo de estudios. Elaborados por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas y avalado por la Fundación BBVA, los Indicadores Sintéticos del Sistema Universitario Español constituyen uno de los más prestigiosos análisis del sistema universitario nacional. Y la UMA no sale muy bien parada, aunque desde la institución se ha tratado de buscar aspecto positivos -que siempre hay alguno entre las muchas tablas elaboradas en un informe de 50 páginas- que tratan de resaltar en un comunicado.

Uno de los principios fundamentales a la hora de analizar datos es que debemos comparar las mismas magnitudes, y que los datos deben homogeneizarse para no dar lugar a confusiones. Por esto, una de las tablas del informe ordena las universidades en función del volumen total de resultados. En esta, la UMA aparece en un puesto número 15, pero aquí el volumen de cada una de ellas juega un papel determinante, hasta el punto que los primeros puestos están ocupados por las universidades más grandes, como Complutense, Barcelona, Granada, Autónoma e incluso la UNED, en la que curiosamente la investigación o el desarrollo tecnológico no son su fuerte. Por esto es necesario relativizar los datos, ponerlos en su contexto, independientemente del tamaño de cada universidad. Y aquí la realidad de los números nos lleva a una posición baja en el ranking español, el nivel 7, de una escala de 10: La UMA tiene por delante nada menos que 36 universidades mejor situadas en estos índices de productividad (que miden los resultados de la docencia, la investigación y la innovación y desarrollo tecnológico). Comparte nivel con Cádiz y sólo está por delante de Jaén, entre las nueve andaluzas. Así lo reconoce la propia institución, al indicar que «la situación de la UMA es un poco peor en los ranking de productividad (valoran los mismos aspectos, pero los ponen en relación con el tamaño de la Universidad)».

Pero el U-Ranking no es el único listado en el que la institución que dirige Adelaida de la Calle sale mal parada. En el prestigioso de Shanghai se queda fuera de las 500 primeras a nivel mundial. En el de Scimago, que se basa en la producción bibliográfica, aparece en el puesto 817. También se basa en la producción científica el University Ranking by Academic Performance, en el que Málaga está en el puesto 679. Y, por citar sólo uno más de los muchos estudios, en el ranking 2012 de investigación que elaboran profesores de la Universidad de Granada la UMA aparece en el puesto número 41 (de 48 universidades públicas) por productividad (valorando artículos en revistas, tesis, becas, doctorados o patentes).

El estudio U-Ranking, como bien indica la UMA en su nota, no aporta datos sobre el volumen total de docencia, investigación e innovación, «aspectos en los que la Universidad de Málaga tendría unos resultados bastante mejores que en los rankings ponderados». Pero es que justamente los datos deben relativizarse, porque en caso contrario siempre estarían por delante las universidades más grandes. Y no se trata de cantidad, sino de calidad. Y así es como ganan universidades pequeñas, como Pompeu Fabra, Carlos III, Navarra o las politécnicas en el caso de los indicadores de innovación.

No se trata pues de maquillar los datos, sino de afrontar con determinación el modelo de universidad que se pretende. Y para ello estos datos pueden ser esclarecedores. Un ejemplo: Córdoba y Málaga tienen universidad desde el mismo año, 1972. La UMA tiene más del doble de alumnos, pero la de Córdoba está mucho mejor situada en el ranking, dos niveles por encima de Málaga, y la primera de las andaluzas. La clave puede ser su especialización en carreras del sector agroalimentario, forestal o minero.

Toda la comunidad universitaria, con sus responsables al frente, debe trabajar para afrontar este reto pendiente, colocar a la Universidad de Málaga entre las mejores de España.

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