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Tato García, en el puerto de Málaga, comparte su nueva aventura en la naviera de lujo americana Celebrity
Un malagueño al frente de 150.000 comidas diarias en alta mar

Un malagueño al frente de 150.000 comidas diarias en alta mar

Tato García es el responsable de todo lo relacionado con la gastronomía de los nueve cruceros de la naviera Celebrity

Pilar Martínez

Domingo, 23 de octubre 2016, 00:37

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Un cuchillo tatuado en un antebrazo delata la pasión de Tato García por la cocina. Esta devoción por los fogones y el cuidado de los sabores ha llevado a este malagueño, criado en Pedregalejo, exalumno del colegio Cerrado de Calderón y padre de dos hijos, a ser desde hace más de tres meses el responsable de todo lo relacionado con las 150.000 comidas al día que la naviera de lujo Norteamérica Celebrity elabora y sirve en los nueve cruceros que conforman su exclusiva flota. A sus 41 años, Tato García, otro de los éxitos de la Escuela de Hostelería La Cónsula, recibió, en su anterior estancia por unos días en Málaga, la llamada telefónica en la que le notificaban que acababa de ser nombrado el responsable de Alimentación y Bebidas de Celebrity, una compañía que cuenta con 25.000 trabajadores. Ni más ni menos que se convertía en la persona que tiene a su cargo el funcionamiento de las cocinas de los 70 restaurantes a bordo de la naviera, del servicio y los nuevos proyectos gastronómicos en estos cruceros, del control de la calidad de los productos que se emplean, de los nuevos menús y proveedores. Una tarea que, al conocer los volúmenes de alimentos que se necesitan para un crucero de diez días, se constata la enorme responsabilidad que ha contraído y de la que se siente orgulloso.

«Para un itinerario de este tipo en uno de nuestros barcos, con una media de 3.500 pasajeros, es necesario comprar 75 toneladas de fruta y verduras, 42.000 huevos o entre 10.000 y 15.000 kilos de carne de ternera y buey. Lo que viene a suponer una docena de camiones de alimentación y bebidas de máximo tamaño en un día de aprovisionamiento antes de que el crucero comience a navegar», explica, para detallar que en los buques de esta naviera, la marca «del lujo moderno» de Royal Caribbean, no hay ni pistas de patinaje ni boleras, sino librerías, joyerías selectas, salas de arte, con subasta a bordo, y la mayor bodega de vinos con 400 etiquetas de todo el mundo. De ahí que cuente también con un equipo de 40 sumilleres.

«Es un sueño hecho realidad. Cuando embarqué por primera vez como cocinero en 2008 fue a bordo de barcos de unos 800 pasajeros, entre ellos el mítico de la serie Vacaciones en el Mar. Cuando llegaba a puerto y veía esos cruceros grandes, pensaba que ese era mi objetivo. Analicé las compañías que más cuidan la gastronomía, con Celebrity a la cabeza, y le presenté mi curriculum. Desde hace cuatro años pertenezco a la naviera, los dos últimos como Executive chef del barco más moderno el Celebrity Reflection. Cuando me propusieron este nuevo cargo no dudé en decir que sí. Nunca dejo pasar el tren, siempre me subo porque soy de los que piensa que de todo se aprende, de la buenas y de las malas experiencias. El límite se lo pone uno», recuerda sin disimular en su cara la satisfacción de una trayectoria que asegura deber, y así lo recalca, a los profesores de La Cónsula.

«La inspiración por la cocina me llegó de mi madre, que es una gran cocinera que sigue elaborando a diario platos para ocho o nueve personas en casa. Pero entrar en La Cónsula, en los noventa, fue tremendo. Cada vez que vengo a Málaga, donde sigue viviendo mi familia y donde paso mis descansos, voy por la escuela de hostelería, porque estos profesores nos han brindado un futuro a muchos malagueños, a los que han enseñado a competir en el mercado laboral. Nos han inculcado una confianza en que podíamos trabajar en cualquier sitio». De hecho, dice que antes de terminar ya hizo prácticas en el Don Carlos y en el Kempinski. «Por eso he sentido tanta rabia con la situación de La Cónsula estos años», señala.

Experiencias

Después de estas experiencias inició todo un periplo que le llevó por Dublín, Londres y Shaghái, donde fue chef de un megarestaurante, llamado Ché, de cuatro plantas, que recibía todos los galardones de cocina en ese momento. Después decidió volver a Málaga e iniciar su propia andadura empresarial, tras pasar antes por un negocio familiar. Montó un restaurante en Málaga capital, Zoker, con ambición de que fuera un estrella Michelín. «Me iba muy bien hasta que llegó la crisis y, con ella, tuve que cerrar. Fue entonces cuando un amigo me ofreció enrolarme en la aventura de trabajar en un crucero y así comenzó todo. Estuve tres años en su compañía y de allí, en 2012 , pasé a Celebrity, en la que ido creciendo desde abajo. Los americanos no necesitan un contrato indefinido porque trabajan por objetivos si los cumples avanzas y cuentan contigo hasta dónde tú quieras llegar», recuerda, mientras repasa algunas notas a mano para ser preciso sobre la magnitud de los barcos, de 126.000 toneladas, 317 metros de eslora y 37 de manga, en los que ya no pasa cuatro meses a bordo y dos en Málaga con la familia.

«Lo peor que se lleva es estar lejos de tu mujer y de tus hijos», precisa, pero reconoce que en el barco acaba haciendo piña con los compañeros. «Los empleados son de 70 nacionalidades, y eso hace más respetuosas, si cabe, las relaciones laborales. Eso sí, los españoles se cuentan con los dedos de una mano», dice.

Tiene las oficinas centrales en Miami y desde ellas vuela hasta los puertos en los que embarca por periodos cortos de una semana o diez días, en los distintos barcos de la compañía para supervisar las mil y una cuestiones que debe tener bajo control. «Los pasajeros de estos cruceros buscan el relax y el disfrute de la gastronomía. Aquí no se embarca ningún prefabricado. Todo se elabora a bordo con materias primas. Desde el pan, la bollería o los helados», matiza.

Hoy, precisamente, deja su casa en Pedregalejo para viajar a Grecia, donde embarcará en el Celebrity Constellation, que inicia un itinerario por Asia. «Estaré a bordo hasta llegar al puerto de Jerusalén. Y de ahí a Miami, a una convención, para luego seguir compaginando aviones con barcos», comenta, mientras contempla las vistas desde el Muelle Uno y asegura que «mientras pueda su familia y él residirán en Málaga. Hay pocos rincones del mundo que no conozca y tengo claro que Málaga es el mejor sitio para vivir».

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