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Rosell prevé abrir un resort en el Caribe con cerca de mil habitaciones.
«Hay que cambiar la clasificación hotelera, que está obsoleta, y copiar el sistema de Baleares»

«Hay que cambiar la clasificación hotelera, que está obsoleta, y copiar el sistema de Baleares»

José María Rosell Recasens, presidente del Grupo Hoteles Playa, con 35 establecimientos. Aboga por primar el servicio y las instalaciones para fijar el número de estrellas

Alberto Gómez

Lunes, 6 de junio 2016, 01:18

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El Grupo Hoteles Playa, con 35 establecimientos y más de 7.000 habitaciones, acaba de cumplir 25 años. Su propietario, José María Rossell, apuesta por «la innovación» en la lucha contra la estacionalidad y por un cambio de normativa en la clasificación hotelera. La cadena, afianzada como una de las principales empresas turísticas españolas, aspira a llegar a las 10.000 habitaciones y mira ya hacia su internacionalización tras el obligado cierre de su hotel en Túnez y la compra de varios terrenos en Riviera Maya. El grupo, que en temporada alta alcanza los 3.500 empleados, cerró 2015 con una facturación superior a los 120 millones de euros.

¿Cuál es la situación de la cadena tras estos años de crisis?

Estamos bastante mejor que en 2014 y 2015, porque, aunque la crisis empezó en 2008, hubo un repunte muy fuerte en 2013. Las ocupaciones vuelven a estar bien, pero los precios todavía no han alcanzado las cifras anteriores a la crisis. Creo que remontaremos la situación, aunque ha sido una época difícil y hemos tenido que practicar restricciones de todo tipo. El futuro es esperanzador.

¿Se han marcado algún objetivo a corto plazo?

Queremos llegar a las 10.000 habitaciones y estamos dispuestos a revisar cualquier oportunidad que ofrezca el mercado, aunque somos conscientes de que la inversión en España ahora mismo no es rentable.

¿La estacionalidad sigue siendo el gran lastre?

Es difícil mantener una ocupación razonable en invierno. Es una cuestión de clima. La mayoría de turistas vienen a apartamentos, algunos no reglados. Los precios bajan y en ocasiones no cubren los gastos.

¿Cuál es el porcentaje medio de ocupación de sus hoteles?

Estos últimos años ha caído bastante, pero normalmente oscila entre el 75 y el 78 por ciento, aunque la mayoría de nuestros hoteles abren en Semana Santa y cierran a finales de octubre. Más que la ocupación, lo importante es el precio medio, que en Andalucía varía mucho dependiendo de los meses.

¿No les sale rentable abrir algunos hoteles en invierno?

Hay mucha competencia. Algunos apartamentos ofrecen precios muy bajos y hay convenios, como el de Málaga, que no ayudan. Obligan a que los hoteles tengan la media de personal del año anterior. Eso provoca que muchos establecimientos no puedan abrir en invierno. Creo que es un error. Nosotros teníamos un hotel abierto en la Costa del Sol durante todo el año y antes de la crisis el coste del personal en enero supuso un 97 por ciento de los ingresos. Eso es insostenible. Si ese hotel no hubiera tenido esta obligatoriedad por parte del convenio quizá habría podido mantenerse abierto.

De tres a cinco estrellas

¿Qué papel juega la internacionalización en su compañía?

Es clave en todo el sector. Abrimos un hotel en Túnez, pero tras los atentados se quedó vacío y tuvimos que dejarlo. Aquello es un desierto ahora, con sólo 15 hoteles abiertos de los 120 que hay.

¿Cuáles diría que son los grandes retos turísticos?

Lo importante es dar un servicio magnífico, tener una buena oferta gastronómica, disponer de instalaciones cómodas. Aunque la legislación de la clasificación hotelera no ayuda.

¿Por qué?

Está obsoleta porque se basa en la superficie, en los metros cuadrados de habitaciones y pasillos. En Baleares ya usan una clasificación por puntos donde prima el servicio, las instalaciones, la calidad de los spas y las piscinas. Allí los hoteleros se autoevalúan por puntos, firman una declaración responsable y se ponen las estrellas que les corresponden según la clasificación. Luego, obviamente, la administración inspecciona por sorpresa para asegurarse de que esa evaluación es correcta. Hay un caso conocido, como un tres estrellas de Mallorca que ha pasado a tener cinco estrellas, algo que permite subir los precios y contratar más personal.

¿Cómo afecta esa normativa?

Hay mucho encorsetamiento con las medidas que hay que cumplir. Conozco magníficos hoteles que no pueden pasar de tres a cuatro estrellas porque les faltan unos centímetros en las bañeras. Tampoco las habitaciones integradas, que ahora son muy valoradas por los clientes, están contempladas.

¿Y qué propone al respecto?

Hay que cambiar la normativa de la clasificación hotelera y copiar el sistema de Baleares. Todo es mejorable, pero hay que actualizarse.

¿Cómo valora la política turística actual?

La promoción debe avanzar hacia la esfera público-privada, como ocurre en Inglaterra o Australia. Es difícil de cambiar, porque los usos y costumbres están muy arraigados.

¿Cuál es el gran reto del sector?

Creo que el principal reto siempre debe ser la calidad.

¿Por dónde pasa ese concepto?

Por una excelente gastronomía, una animación perfecta, instalaciones con grandes piscinas y jardines, habitaciones renovadas e integradas. Acabamos de inaugurar un pequeño parque acuático en el hotel de Roquetas, con toboganes de cuarenta metros de largo, y es un éxito; en los próximos seis meses aumentará la facturación en casi dos millones de euros respecto al año pasado. En Turquía lo ofrecen casi todos los hoteles: toboganes gigantes y grandes espacios al aire libre.

Miniparques acuáticos

¿El tejido hotelero andaluz ha sabido adaptarse a las nuevas demandas de los clientes?

La innovación es fundamental en este sector. Se han copiado modelos de otros mercados, pero se ha hecho tarde y mal. Nuestro grupo creó una marca para hoteles especializados y está teniendo una respuesta muy positiva. Hace años comenzamos con los toboganes y ahora se han quedado obsoletos y estamos instalando mini parques acuáticos.

¿Cuáles son las claves para fidelizar al turista?

La amabilidad del personal es esencial. Si el personal no está bien formado y no está pendiente de cualquier detalle, el cliente no volverá. Nosotros presumimos de ser una de las cadenas con mayor porcentaje de cliente repetitivo, que está en torno al 40 por ciento. Hay que mantener un listado actualizado con las direcciones de los clientes para que estén informados.

Esa necesidad de tener personal formado y amable contrasta con la precarización del empleo turístico.

¿Qué más quisiéramos nosotros que tener a todo el personal trabajando durante doce meses al año? Si las ocupaciones fueran estables, como ocurre en el Caribe, sería así. ¿Qué empresario no quiere tener más empleados? Debemos mentalizarnos de que la hostelería necesita gente joven, que entre con pasión para mejorar y ascender en la empresa.

¿Afecta la incertidumbre política al sector turístico?

Lo veremos el año que viene, en función de cómo se desarrolle la política fiscal. Será importante sobre todo para el mercado nacional, que en Andalucía supone más del 50 por ciento. El mercado europeo es importante para los meses de temporada baja, pero con lo que realmente los hoteles ganan dinero es con el mercado nacional.

¿Por dónde cree que debe ir la futura política tributaria y turística?

Lo fundamental es que no suban los impuestos, porque al final supone menos dinero para las familias. Y en cuanto al sector hotelero, pedimos que no suban el IVA, porque ya hemos pasado de un siete a un diez por ciento.

¿Cuál es su plan en Riviera Maya?

Queremos crear mil habitaciones. La ventaja del Caribe es que tiene buen tiempo todo el año, con Estados Unidos a unas horas de vuelo.

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