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Detalle de una zona del 'Oasis'.
"Es como estar en otra dimensión"

"Es como estar en otra dimensión"

La redactora de Turismo de Sur nos cuenta cómo ha sido su experiencia a bordo del 'Oasis of the Seas'

Pilar Martínez

Jueves, 11 de septiembre 2014, 17:28

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El gigante de los cruceros, el 'Oasis of the Seas', no es un barco marcado por el lujo en su ornamentación ni por las estridencias al estilo Las Vegas. Lo que impresiona al abandonar la pasarela y adentrarse en la cubierta 3 es la magnitud del mismo. Da igual para donde mires. Las dimensiones de vértigo provocan que una vez dentro se pierda la noción de que estás a bordo de un buque. Ascensores para 17 personas, que te recuerdan en la alfombrilla el día de la semana por si también pierdes la cuenta de jornadas que llevas a bordo y que suben a una planta 17, es decir, 65 metros por encima del mar. Jacuzzis suspendidos en el mar a poco más o menos esta altura, un anfiteatro en el que saltadores olímpicos se tiran a la piscina más profunda en altamar o una tirolina que en plena travesía del Atlántico te desplaza 25 metros suspendida a un nivel de nueve cubiertas convierten la visita al mayor crucero del mundo en una experiencia única en la que a los diez minutos de entrar dejas de pensar que navgas.

Basta recorrer, en la octava planta, 'Central Park'. Todo un bulevar, con 12.000 plantas naturales y bambúes algunos de 7,3 metros de altos, en el que la naviera Royal Caribbean hasta tiene estudiado el sonido de pájaros y de grillos que te trasladan a un monte en pleno oceáno.

El 'Oasis of the Seas' es otra dimensión en el negocio de los cruceros en el que todo es lo más. Dos horas y media a bordo, recorriendo de popa a proa, es decir, como andar casi cuatro campos de fútbol seguidos, o de la planta 17 a la tercera, por la que salimos al puerto, causa el mismo cansancio que un día de compras por el Centro Histórico de Málaga.

Dentro también sorprende la variedad de la oferta gastronómica, aunque de la comida es de lo que más se quejan los españoles que han realizado esta primera travesía de Florida a Málaga.

No se siente agobio en el interior porque no hay movimiento alguno del mar. Tampoco sientes vértigo por las dimensiones más que cuando te asomas a la terraza del salón de la planta 17 y compruebas que la Catedral o La Farola se ven muy pequeñas. El mayor impacto tampoco es ver el barco amarrado junto a la terminal A. Lo más espectacular es verlo en movimiento acercarse al muelle y pensar que una mole así arrasa con todo. Flipante.

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