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Amtmann y Maugars con su revolucionario invento.
El arte de dar a luz un invento capaz de cambiar la industria

El arte de dar a luz un invento capaz de cambiar la industria

Los descubridores del sistema que permite almacenar información en CD, DVD y BlueRay, y los ingenieros que desarrollaron la tecnología "contactless" cuentan cómo nacieron sus ideas

antonio villarreal

Jueves, 2 de julio 2015, 13:53

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A veces el trabajo de un ingeniero se ve como algo mecánico, repetitivo, metodológico. Pero, en realidad, inventar algo requiere de mucha creatividad y una capacidad poco común de salirse de los márgenes establecidos para llegar a nuevas soluciones.

Este fue el caso del holandés Kees Schouhamer Immink, el hombre que descubrió tres veces cómo codificar la información para introducirla en el CD, el DVD y el BluRay, cuando trabajaba para Philips. Ahora, Immink es presidente de su propia empresa, Turing Machines, y uno de los nominados de este año a los European Inventor Awards, evento celebrado la pasada semana en París.

Ingenieros artistas

"Tanto yo como los que trabajábamos en el departamento de investigación nos veíamos como artistas, más que ingenieros", señala a "Innova+" el científico holandés. Suya fue la idea, y la patente, del sistema de codificación EFM (acrónimo en inglés de modulación de 8 a 14), con la citada utilidad para la lectura de dispositivos CD, DVD y BlueRay. "En un centro tan grande tienes, por supuesto, ingenieros y científicos que siguen el manual al pie de la letra. Yo conozco el libro, lo sigo, pero a veces me siento y pienso que el libro está mal, está mal y debemos seguir nuestra intuición. Si tengo algún talento, es poder apreciar los manuales, leerlos, pero también saber cuando algo no funciona: esto es elegancia matemática, pero no ingeniería práctica", razona Immink.

"Creo que la mayoría de cosas que hice y las patentes que registré eran cosas completamente diferentes a lo que los académicos me decían que hiciera". Después de posibilitar la creación del CD, a Immink lo mandaron al departamento de grabación magnética porque, una vez inventado, ya había poco que hacer. "Este sistema durará al menos 30 años, así que hasta dentro de ese tiempo no hay nada más que hacer en este departamento", recuerda. Eso fue en 1982.

Pensar de otra forma

A mediados de los años 90, a Immink se le presentó un nuevo reto, idear una nueva forma de codificar para pasar de los 700 megas del CD a los 4,7 gigas del DVD. La clave estuvo de nuevo en su sistema EFM Plus. Aunque el salto tecnológico en este caso pueda parecer lineal, este nuevo proyecto requería volver a pensar de una forma diferente. "El tema con el DVD es que hubo una gran competencia", recuerda el ingeniero.

Además del tándem Philips-Sony, que apostaban por este sistema, un consorcio de empresas como Toshiba, Panasonic y Mitsubishi trataba de desarrollar el suyo propio, llamado Super Density. "Fuimos un poquito mejor que la competencia", dice Immink, cuya apuesta se impuso como canónica en 1997. Casi diez años más tarde, lo mismo ocurrió con el BluRay.

"Al principio, con el CD, fue más difícil porque nadie sabía cómo hacerlo. En deportes, cuando envejeces te conviertes en un jugador peor, pero en este caso ocurre al contrario, cada vez tienes más conocimiento, más experiencia y también más creatividad", dice el inventor holandés, y añade que la creatividad crece con el tiempo porque "la combino con la experiencia, y ya no cometo tantos errores. No me da miedo cometer errores, porque no los quiero. Se lo digo a mis compañeros más jóvenes: ¡me da igual equivocarme!, ¡me da igual! Y me da igual si mando un artículo a una revista y es rechazado. La vida es así y no soy el gran catedrático que se enoja. Es un tipo de personalidad. No me gusta por ejemplo la dirección. Soy un ingeniero y me gusta trabajar con mis compañeros, discutir tomando café juntos y pasarlo bien".

En la categoría de Industria de los European Inventor Awards, los ganadores fueron el austriaco Franz Amtmann y el francés Felix Maugars, cuyos apellidos se pronuncian ya unidos como los creadores en 2002 del sistema NFC (acrónimo en inglés de comunicaciones de campo cercano), el mismo que ahora usan los teléfonos inteligentes para identificar al portador, abrir una puerta y pagar en un restaurante. Apple y Google ya han introducido en Estados Unidos sistemas propios de pago basados en esta tecnología, pero no hay que irse tan lejos. En Madrid y otras ciudades españolas se puede acceder al autobús y al metro con una tarjeta contactless gracias a este sistema.

Las aplicaciones para su invento son innumerables, pero sus creadores ya tenían en mente algunas de ellas. "En aquel momento ya había algún tipo de tecnología de conexión de campo, así que pensamos en cuál sería el próximo gran salto de esta tecnología", dice Amtmann. "Tenías, por un lado, la funcionalidad tecnológica", por ejemplo, usar una tarjeta para entrar al metro, "y por otro, la posibilidad de leer dispositivos, pero no había algo que hiciese las dos cosas".

Ellos combinaron ambas funcionalidades para que ahora tengamos en el mismo dispositivo la tarjeta para el metro y un lector de códigos inteligentes como los QR. "Esa idea nació de un "brainstorming" en 2002, y ahí ya hablábamos de aplicaciones como banca móvil y esas cosas".

Más aplicaciones

Su compañero Maugars corrobora que "al principio teníamos algunas ideas en mente. Sabíamos que con esta tecnología podríamos hacer que dos teléfonos se comunicaran cuando estuvieran muy cerca, casi como imitando a los humanos. Aunque, por supuesto, luego apareció mucha gente con nuevas aplicaciones, muchas de las cuales ni siquiera pudimos imaginar entonces". La tecnología NFC ha encontrado acomodo especialmente en los dispositivos "wearables". ¿Pero representa realmente un salto adelante en términos de tecnología o es sólo un producto de mercadotecnia, más vendible, pero no más innovador en términos de transferencia de datos?

"Estoy de acuerdo", dice Maugars. En este punto, los dos creadores del sistema que hizo posible estos aparatos no se ponen de acuerdo. "Yo no puedo estar de acuerdo", protesta Amtmann. "El NFC realmente simplifica la vida. Yo, por ejemplo, lo uso en casa para controlar las persianas. Habrá aplicaciones que tengan ventajas al usarse en un reloj, como el intercambio de tarjetas personales o información de contacto, y otras que sea mejor usar en el teléfono".

Un tema crucial dentro del desarrollo de esta tecnología fue garantizar la seguridad de los datos transmitidos. Ambos eran conscientes y señalan que la seguridad del NFC es doble. Por un lado, "debido a las características del sistema de transmisión. A diferencia de otros sistemas, como el wifi y el bluetooth, aquí trabajamos con el pareado inductivo, que sólo funciona a unos pocos centímetros", explica el austriaco. Por otro, indica Maugars, "el dueño de una aplicación tiene la posibilidad de elegir cualquier nivel de seguridad que quiera en el encriptado. Si es una pequeña aplicación como un juego, puede que incluso no requiera seguridad en el encriptado, pero, si vas a transferir dinero, usas el mayor nivel de seguridad, el llamado PAL".

Antes de despedirse, tras la entrevista, Amtmann hace entrega de un folio con una pequeña pegatina cuadrada. Al pasar el teléfono por encima de la pegatina, el navegador abre su página web personal. Literalmente, eso es su currículo.

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