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Shuji Nakamura, uno de los galardonados con el Nobel de Física, posa con un LED.
La revolución de los LED

La revolución de los LED

El Nobel de Física a Akasaki, Amano y Nakamura tiene implicaciones tecnológicas pero también de eficiencia, ahorro e incluso ayuda al desarrollo

a.v.

Miércoles, 8 de octubre 2014, 19:29

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Una cuarta parte de la electricidad mundial se emplea en iluminación. Imaginen, por tanto, el impacto de un invento, el diodo emisor de luz o LED, cuyos creadores, Isamu Akasaki, Hiroshi Amano y Shuji Nakamura fueron galardonados ayer con el Nobel de Física.

Un LED es capaz de emitir hasta 300 lúmenes por vatio, frente a los 16 de las bombillas o 70 de los tubos fluorescentes, y además es capaz de hacerlo durante 100.000 horas, cien veces más que una bombilla y diez más que un fluorescente. Como dijo ayer la academia sueca "las bombillas incandescentes iluminaron el siglo XX y las lámparas LED iluminarán el siglo XXI".

Uno de los hitos más espectaculares de estas bombillas es su eficiencia, que a día de hoy puede presumir de un rendimiento de potencia de un 50 por ciento en algunos casos, es decir, la mitad de la energía suministrada acaba convertida en luz. En las bombillas, la eficiencia máxima registrada es del 5 por ciento, lo cual puede parecer poco pero es diez veces más que el rendimiento de una vela. Por tanto, el paso de la bombilla incandescente al LED puede considerarse análogo al salto que se produjo hace más de un siglo desde las velas y las lámparas de gas hasta las bombillas eléctricas.

20 años de luces LED

A principios de los años noventa, Shuji Nakamura, basándose en el trabajo teórico de los otros dos Nobel, descubrió que emplear materiales semiconductores como el nitruro de galio (GaN) en capas finas sobre un sustrato de zafiro (posteriormente se utilizó el silicio, más barato) producía una emisión lumínica. Este descubrimiento representó la explosión de la disciplina, que ahora emplea a miles de científicos en todo el mundo. Uno de ellos, el español Tomás Palacios, profesor en el Instituto de Tecnología de Massachussets. Como dijo a Innova+ hace unos meses, "el GaN, aunque la gente no lo sepa, está prácticamente en cada uno de nuestros bolsillos, sobre todo en teléfonos móviles. Cada vez que, en una pantalla a color, se ve el color blanco, es nitruro de galio, que se utiliza como emisor de luz. La emisión de luz está ya muy controlada y es un éxito comercial sin precedentes".

Este éxito sin precedentes es el que comenzó gracias a los trabajos de Nakamura, hoy en la Universidad de California, y antes, Akasaki y Amano en la Universidad de Nagoya. Pero además del ahorro de energía o la lucha contra las emisiones de efecto invernadero, otro de los motivos aportados por la academia sueca para entregarles el Nobel fue que "las luces LED resultan muy prometedoras para incrementar la calidad de vida de más de 1.500 millones de personas alrededor del mundo que carecen de acceso a redes eléctricas: debido a sus bajos requerimientos energéticos pueden ser alimentados por energía solar local y barata".

Además, el uso de luces de bajo consumo ayuda a prevenir uno de los grandes problemas en los países en desarrollo, la contaminación del aire debido al uso de hogueras o estufas de leña o carbón dentro de casas con mala ventilación, un problema que, según The Lancet Respiratory Medicine, mata a 4 millones de personas cada año.

Todas estas razones llenan de merecimiento el premio otorgado ayer a Akasaki, Amano y Nakamura. Uno de los Nobel de Física más prácticos de los últimos años.

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