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Me gusta, pero no tanto: desciende por primera vez el uso de las redes sociales

Me gusta, pero no tanto: desciende por primera vez el uso de las redes sociales

Por primera vez ha bajado el tiempo que dedicamos los españoles a las principales redes sociales. Nuestra relación con Facebook se ha vuelto más pasiva: nos dedicamos sobre todo a mirar

carlos benito

Jueves, 8 de septiembre 2016, 00:21

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Cada vez que toca hablar de lo pasajero de las modas en internet, de cómo el abismo digital se abre muchas veces a escasos pasos de la cumbre, conviene darse un paseo por MySpace. Porque MySpace todavía existe y los viejos perfiles siguen funcionando, aunque la visita deje un regusto melancólico: aquella corriente de actualizaciones de nuestros contactos, antaño caudalosa y apasionante, es hoy un hilillo que mantienen vivo unos cuantos departamentos de comunicación particularmente testarudos. Hubo un tiempo en el que MySpace fue la estrella de la red, el lugar en el que había que estar, un cuerno de la abundancia valorado en doce mil millones de dólares y con trescientos millones de usuarios registrados. Pero, claro, eso fue hace mucho, en una época remota que casi parece otra era: estamos hablando de 2007.

Algunos expertos ya están confeccionando también las mortajas para Facebook y Twitter, convencidos de que su arrolladora popularidad se desplomará de manera tan aparatosa como la de MySpace, ya que en este mundillo el tránsito del auge a la decadencia parece ser siempre brusco e irreversible. Ese camino jalonado de éxitos hasta el fracaso final ya lo predijeron hace un par de años unos investigadores de la Universidad de Princeton, que aplicaron a Facebook los modelos evolutivos de las enfermedades infecciosas y calcularon que perdería el 80% de sus usuarios para 2017. Quizá se les fue un poco la mano en sus cuentas apocalípticas, pero sí es cierto que los informes más recientes revelan un punto de inflexión en el uso de las principales redes sociales. En España, el Estudio anual de redes sociales del Interactive Advertising Bureau (IAB) ha constatado, por primera vez, un descenso en el tiempo semanal que les dedicamos: si comparamos los datos de 2015 con los de 2014, son ocho minutos menos en Facebook, treinta y siete menos en Twitter, diecisiete en Instagram, treinta y dos en LinkedIn, veinte en YouTube y casi cincuenta en Pinterest.

Y no es que los españoles seamos raros: más bien, seguimos decididamente la tendencia global. Los analistas han acuñado términos como la fatiga de Facebook o la apatía digital para describir el nuevo desencanto con algunas redes sociales: al principio parecían una apetecible extensión de nuestras vidas, que nos iba a permitir mantener el contacto con las amistades acumuladas a lo largo de nuestra biografía, pero aquel arrebato inicial de compañeros de colegio y primos olvidados pronto se volvió un poco cargante. Siempre había elementos especialmente latosos, que ametrallaban el timeline con fotos de gatos o frases motivacionales. Siempre había invitaciones a juegos espantosos. Siempre había algún exhibicionista empeñado en opinar sobre todos los asuntos del mundo. Y a lo mejor también nos dimos cuenta de que, en fin, nosotros tampoco teníamos tanto que decir.

Los expertos coinciden en destacar que el uso de Facebook ha evolucionado con el tiempo: el Wall Street Journal explicó la pasada primavera cómo cunde «la ansiedad» en la compañía de Zuckerberg ante el «comportamiento crecientemente pasivo» de los usuarios. Cada vez menos gente comparte fotos o actualizaciones propias, porque la mayoría se limita a mirar, regalar algún me gusta y, quizá, rebotar una historia ajena, con lo que la red social pierde buena parte de su esencia y se convierte en un trámite más apresurado. «Según nuestros datos, más de un cuarto de los miembros de Facebook entran para ver lo que pasa sin postear nada», apunta Jason Mander, de GlobalWebIndex. Fue muy significativo en ese sentido que, en la tienda de apps de Apple, Twitter se trasladase del apartado de redes sociales al de noticias.

El rey WhatsApp

Tres factores contribuyen a esta posible crisis en las redes sociales. La primera es el protagonismo de los servicios de mensajería: en España, según el estudio de IAB, WhatsApp es el nuevo rey de nuestro tiempo y se nos lleva más de cinco horas semanales. El segundo es la utilización creciente del móvil, que propicia esa pasividad en redes como Facebook: abunda cada vez más el usuario a salto de mata, que aprovecha un viaje de metro o un descanso entre clases para echar un vistazo rápido, sin molestarse en comentar nada. La consultora británica SimilarWeb ha estudiado el tiempo que se dedica en nueve países a las apps para Android de Facebook, Twitter, Instagram y Snapchat, con una conclusión demoledora: entre el primer trimestre de 2015 y el primer trimestre de 2016, todos los indicadores han ido a menos. En España, Facebook gana un minuto diario, pero es la única excepción en un paisaje de descensos: por citar un par de casos extremos, Instagram pierde diez minutos en EE UU y Twitter, seis en Francia.

El tercer rasgo definitivo pueden ser el desapego de los jóvenes, que no sintonizan con lo que podríamos llamar redes tradicionales, asumidas y utilizadas por sus padres. «Los adolescentes y jóvenes prueban y prueban, y cuando se aburren cambian y buscan nuevas experiencias: es algo característico en su evolución madurativa. Facebook les ha comenzado a aburrir y Twitter ni siquiera les ha llegado a enganchar. Prefieren lo instantáneo, lo rebelde, lo que da alas al entretenimiento, y ahora lo han encontrado en Snapchat, sin duda», expone Laura Cuesta, experta en social media y profesora de Nuevas Tecnologías en la Universidad Camilo José Cela. A su juicio, la situación actual que atraviesan las redes sociales puede interpretarse simplemente como una muestra de su constante evolución y reinvención. «Cierto es que ha decrecido el uso de Facebook, Twitter o LinkedIn en favor de la imagen y el vídeo en estado puro como se puede tener en Instagram o Snapchat, o de la música con Spotify, y que ha ascendido exponencialmente la mensajería instantánea con WhatsApp, que usan a diario el 93,7% de los españoles. Pero hablar de declive es demasiado catastrofista: yo creo que al filón de Zuckerberg le queda mucho».

Una opinión similar sostiene Juan Merodio, experto en marketing digital y redes sociales, que alerta contra las generalizaciones: «No hay cansancio de las redes, sino de ciertas redes, pero es normal, es ley de vida: todo nace, crece, se reproduce y desaparece. El cansancio se produce por un avance en la curva de aprendizaje del usuario, que quiere más y busca nuevas experiencias. Tampoco creo que nuestro uso de las redes sea menos activo: lo que ocurre es que se reparte entre más plataformas». Su caso es muy particular, porque trabajan en ello, pero los dos expertos siguen usando las redes con la misma dedicación de siempre: «Las únicas que reconozco haber finiquitado de mi día a día fueron Foursquare y Google Plus apunta Cuesta. Y, pese a que hace que me sienta viejuna, reconozco que Snapchat, por muchas oportunidades que le doy, no acaba de engancharme: eso de estar todos los días haciéndome selfis con mariposas en la frente u orejas de perro no es lo mío». Con los curiosos rumbos que toman a veces las modas, tal vez haya llegado el momento de darle una oportunidad a MySpace.

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