Borrar
¿Quién es el negro del Whatsapp?

¿Quién es el negro del Whatsapp?

El ‘meme’ de estas navidades es un desconocido con un escándalo de medio metro. Los urólogos no dan crédito

Francisco Apaolaza

Martes, 29 de diciembre 2015, 18:53

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El hombre del año viste un sombrero de camuflaje, una toalla verde al cuello, una camiseta ceñida hecha de lo que parece punto de lana verde y un tesoro entre las rodillas. Quedan uno o dos en España que no lo han visto porque no tienen Whatsapp. Si las pasadas navidades el meme favorito fue el de Julio Iglesias y sus hazañas amatorias, este año es la exuberancia selvática africana de medio metro de pene. No teman los amantes de las comparaciones: es muy improbable que exista.

Al menos, nadie sabe quién es. Y eso que hay toda una industria del porno que mataría por grabar una escena con el dueño del adorno más sorprendente de estas fiestas. El negro del guasap se ha colado en miles de fotografías. Gracias a los retoques de photoshop y a esta afición humana por el caca, culo, pedo, pis, aparece en la imagen del debate electoral, en el discurso del Rey, en anuncios de motos y finalmente capturado por la Guardia Civil para tranquilidad de la ciudadanía. Incluso surgió de las urnas de varios colegios electorales, obviamente en formato desplegable, para dotar al momento del efecto que merecía.

Julio Iglesias y su Y lo sabes, que sirvió para todo, ha dejado paso a este enigmático personaje, sencillo, rotundo y básico. Es la vuelta a los orígenes del meme: abres una foto de un regalo sorpresa, de un deportivo que se vende a 3.000 euros, de tal o cual descuido de Carmena, de lo que sea y zas, ahí están él y su inseparable percha.

El protagonista guarda silencio y hay foros que tratan de averiguar si es de carne y hueso... sin éxito por ahora. El viralizado modelo debe de ser alguien ajeno al escándalo y que posiblemente ignore lo que le pagarían por sentarse en un plató... incluso vestido.

A estas alturas, qué más da si existe. Ya es uno de esos personajes que incorporan de vez en cuando los españoles y que recuerda al éxito arrollador de El cipote de Archidona. El episodio ocurrió hace más de 40 años en una sala de cine, con una pareja metiéndose mano, y terminó en comisaría con una reclamación por daños de peluquería de una espectadora de la fila posterior. Camilo José Cela y Alfonso Canales retrataron en 1971 aquel caño «que más parecía botella de champán, si no géiser de Islandia».

A ojo de buen cubero, el orgullo del hombre del sombrero ronda los cincuenta centímetros. «Eso no lo he visto en mi vida», admite divertido el doctor Enrique Pérez-Castro Ellendt. Y ha visto de todo. El facultativo de la Clínica La Luz de Madrid, que ha atendido pacientes en todos los rincones del planeta y es una de las eminencias de la urología a nivel mundial, no se cree la foto del susodicho. «Yo creo que es un montaje», opina. Y si él, que ha examinado tanto, dice que ese órgano no es real, hay que creerle. El doctor sí que recuerda una fotografía en África del duque de Alba, el padre de la difunta Cayetana, en la que una mujer se sentaba sobre la parte en cuestión de otro miembro de la tribu, como si su apéndice fuera una barandilla y «sobraba»; pero recalca que esto se produjo en plena erección, no como en el caso del Whatsapp.

El tamaño del universo y del pene son dos enigmas que han atraído el pensamiento humano desde los albores de los tiempos. Han alcanzado fama mundial los de gentes de todos los ámbitos, como Errol Flynn, Frank Sinatra, Liam Neeson.... Al místico Rasputín, que tenía una gran reputación genital, lo mataron unos aristócratas rusos y antes de quemar su cuerpo le castraron el pene, que se conserva en formol dentro de un tarro enorme y es la estrella del museo erótico de San Petersburgo. Mide 28 centímetros y cuentan que entero llegaba a 40. Otro mito fue Long Dong Silver, un actor porno nacido en los 60 que presumía de medio metro de falo y que resultó un impostor. El campeón oficial es un mexicano que se llama Roberto Espinel, al que el Guinness de los Récords midió en reposo un patrimonio de 48 centímetros y era más una desgracia que una suerte. Centauro (es su apodo) tiene una pequeña balanza en casa para enseñar a las televisiones lo que le pesa el don, que es mucho.Demasiado. En realidad, su pene es una deformidad que tiene que vendar y desvendar continuamente y que le acarrea dolorosos procesos y problemas en las relaciones de pareja.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios