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Trolls: La última gran plaga de internet

Trolls: La última gran plaga de internet

Google, Twitter y otras plataformas declaran la guerra a estos alborotadores digitales que alteran la normal participación en la Red

michael mcloughlin

Martes, 19 de mayo 2015, 00:18

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Hace poco más de un año, Secret llamó la atención de Silicon Valley y de muchos de los inversores que mueven el dinero de un lado a otro en busca del próximo Facebook. Esta página web pretendía convertirse en lo más parecido a un confesionario digital, donde los internautas pudiesen dejar comentarios o informaciones sin miedo a ser juzgados o descubiertos.

El anonimato que ofrecía se convirtió en algo demasiado apetecible para los alborotadores digitales que acabaron por convertir la plataforma en un cortijo de trolls, nombre con el que se conocen a estos usuarios. Simplemente se convirtió en un refugio para el insulto y la difamación e, incluso, Brasil llegó a prohibir su utilización. Hace unos días, su creador afirmaba que el sitio había perdido la orientación con la que nació y anunciaba que echaba la persiana y que los fondos restante en la caja volvería a los inversores.

El de Secret es uno de los casos más simbólicos de cómo estos grupos son capaces de alterar el normal funcionamiento de una web de internet, pero no el único. Así, de esta manera, se pueden encontrar miles de ejemplos en páginas de fans de Facebook, foros o servicios de comentarios de periódicos y páginas especializadas que pueden ver cómo se convierten en un auténtico problema para su comunidad.

El asunto ha llegado incluso a ser objeto de estudio en algunos centros universitarios. Investigadores de Stanford y Cornell han creado un algoritmo que, según sostienen, puede identificar a estos usuarios con tan solo diez mensajes en función a su manera de escribir, la frecuencia de publicación o expresiones utilizadas. Para ello, tuvieron que analizar más de 40 millones de mensajes de 1,7 millones de usuarios diferentes en webs como la CNN, IGN o Breitbart.

Los trolls han acabado incluso con la paciencia de Google. El gigante de Mountain View anunciaba la paralización de Map Maker, su herramienta colaborativa de edición para mejorar Google Maps. «Hemos estado experimentando ataques de spam en los últimos meses», aseguraba Pavithra Kanakarajan, uno de los miembros de desarrollo del equipo, quien hacía referencia a un incidente «particularmente lamentable».

La pasada semana, al sur de Rawalpindi, una ciudad de Pakistán, apareció un muñeco de Android orinando sobre una manzana mordida, en clara referencia a Apple. La imagen no tardó en convertirse en algo viral y dar la vuelta al mundo, lo que parece haber supuesto un punto de inflexión.

Otro de los grandes afectados por esta plaga es Twitter. La naturaleza de la red de los 140 caracteres parece atraer especialmente a estos agitadores, que no dudan en intervenir en conversaciones ajenas publicando mensajes provocativos o fuera de tema esperando sacar de quicio al resto de interlocutores.

Para combatirlos, la compañía actualizó en abril los términos por los que puede bloquear una cuenta y anunció que quienes incumplan las normas tendrán que asociar un número de móvil verificado y una identificación a su perfil. También creó un sistema que rastreará automáticamente contenido ofensivo y evitará que se muestre fuera de la página del autor y multiplicó por tres el personal disponible para estudiar estos casos.

El mayor problema es cuando se cruza la frontera entre lo meramente lúdico y delitos como el acoso.Uno de los últimos casos mediáticos fue el de la escritora J.K. Rowling, que fue objeto de una campaña de insultos por su apoyo al Partido Laborista británico y su no a la independencia escocesa. En nuestro país, recientemente se ha detenido a dos personas como supuestos responsables de los ataques y las amenazas que la periodista de TVE Lara Siscar sufrió durante dos años.

Los trolls, según denuncia la organización estadounidense Women Action Media, han encontrado nuevas técnicas para esquivar los controles, como la bautizada como tuitea y borra. Al eliminar la publicación, el afectado no puede adjuntar un enlace al formulario de denuncia de la red social, lo que dificulta mucho más ese trabajo. El informe también habla de la creación de grupos de cuentas que atacan simultáneamente a un usuario, como en el caso de Siscar, lo que también hace complicado dar con los responsables.

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