La torre roja de Sevilla

Los trabajos de restauración sacan a la luz el color original que lucía la Giralda hace más de cuatro siglos
En los cuadros de Murillo e incluso otros pintores de épocas anteriores ya aparecía una Giralda de color rojizo. No era una licencia artística, sino el color original de la torre campanario de la catedral de Sevilla, que fue desapareciendo con el paso tiempo, la contaminación y otras intervenciones. Ahora, los trabajos de restauración de una de sus caras han permitido conocer cómo fue en realidad hace cinco siglos, dejando además ver las tripas de su construcción, con maderas y tablillas de hace mil años, cuando empezó a levantarse.
«Había documentación de grabados, dibujos y algunas pinturas que lo atestiguaban, pero no confirmación de que ese color fuera real», explicó ayer Eduardo Martínez, arquitecto responsable de los trabajos, quien matizó que «ahora sabemos que la Giralda ya era roja en el año 1568». Es decir, fue así durante la época almohade y renacentista del monumento, con rojo «pintado sobre ladrillo y también sobre el mortero, así como en numerosos elementos». Un descubrimiento que conlleva la pregunta de si la imagen de uno de los emblemas de la capital hispalense podría verse modificada.
«Es un debate muy diferente. Aventuramos que sería difícil por el impacto que algo así tendría a nivel social», consideró el delegado de Administración y Patrimonio del Cabildo Catedral de Sevilla, Francisco Ortiz. Es más, durante las diferentes restauraciones llevadas a cabo entre los siglos XVIII y XIX se eliminaron algunos restos rojizos porque se consideraba que parecían más manchas que adornos cromáticos. No obstante, sí se ha decidido recuperar ese rojo en algunas zonas para que sirva de prueba en las visitas culturales o con fines científicos.

Además del color rojo y otros restos de policromías, la restauración «artesanal» de un centenar de personas han permitido rescatar elementos de la estructura almohade. Así, se han localizado pequeñas tablillas de madera que sirvieron para construir la Giralda hace mil años, además de ladrillos de arcillas y tamaños distintos, y se han recuperado decoraciones vegetales en los paños de sebka (elemento decorativo árabe) ocultas bajo mortero. Aunque la limpieza de la pared se hizo a mano y en seco, en los capiteles, más elaborados, se empleó el láser, y se tuvo que tallar algunos ladrillos con las formas originales de la decoración.
Según Martínez, los daños eran mayores de lo que se veía con las cámaras fotográficas, de ahí el refuerzo de los trabajos de restauración en algunos espacios «completamente degradados». En algunos casos esa restauración no ha sido posible, como en la columna central de arranque de la sebka doble, lo que obligó a buscar una sustituta lo más parecida posible. Eso sí, hubo que subirla igual que en su época: hasta el piso 17 a través de las rampas de la Giralda.
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