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A solas con la naturaleza

A solas con la naturaleza

Un asturiano se aisló durante 100 días en una cabaña. Ahora su experiencia filmada aspira a un 'Oscar del cine de naturaleza'

Víctor Núñez Jaime

Madrid

Lunes, 4 de septiembre 2017

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Después de leer 'Walden o La vida en los bosques', el asturiano José Díaz se propuso experimentar una experiencia similar a la que relata el filósofo estadounidense H. D. Thoreau en ese libro: vivir durante un tiempo aislado y de manera austera en un paraíso íntimo para recuperar la vieja alianza del equilibrio y el respeto de la naturaleza. Pero tuvo que esperar cinco años para llevarla a cabo, pues sus obligaciones al frente de una empresa dedicada a la construcción y el interiorismo y sus tareas de padre de familia hacían que pospusiera una y otra vez la aventura. Un par de años más tarde leyó otro libro similar ('La vida simple', del ensayista francés Sylvain Tesson) y su proyecto empezó a concretarse: viviría durante 100 días en su cabaña del Parque de Redes, en el sector centro-oriental de la cordillera cantábrica, al sur de Asturias, siendo autosuficiente y sin depender de la tecnología.

Cuando Díaz le contó su plan al equipo de Wanda Natura, que ha producido documentales como 'Guadalquivir' o 'Cantábrico', de inmediato le dieron tres cámaras y un dron para que filmara el día a día de su retiro. Después de varias sesiones de arduo montaje audiovisual y sonoro, el filme fue enviado a distintos festivales cinematográficos del mundo. Hace unos días, el teléfono de este hombre aficionado a la fotografía y la escritura sonó para darle una sorpresa: '100 días de soledad' ha sido nominado al Premio Especial del Jurado del Jackson Hole Wildlife International Film Festival, que año tras año, desde 1991, entrega en Wyoming (Estados Unidos) los denominados 'Oscar del cine de naturaleza'. «¡Nos estamos codeando con los documentales de más alto nivel, con aquellos que tienen las mejores imágenes de la naturaleza!», exclama Díaz. «Supongo que los del festival se han fijado en este trabajo porque se trata de un proyecto simple, humilde y muy sincero».

José Díaz tiene 51 años, tres hijos y un párrafo del libro de Thoreau fijado en la mente: «Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentar sólo los hechos esenciales de la vida y ver qué era lo que tenían que enseñarme, no fuese que, cuando estuviera por morir, descubriera que no había vivido». Antes de aprenderse estas líneas pasó seis años en Murcia por cuestiones de trabajo y, al volver a su Asturias natal, buscó «con desesperación» retomar el contacto perdido con la naturaleza. Por eso compró una cabaña el Parque de Redes, un sitio boscoso en el que abundan los robles, los osos, los lobos y los siervos y que él visitaba desde que era un niño. Al principio sólo pasaba ahí los viernes. Luego comenzó a llevar a su esposa y a sus hijos, quienes al verlo volver de sus paseos matutinos decían: «Ahí viene el ser del bosque».

«La naturaleza me dice muchas cosas desde hace años. Y ahora me reafirmo en que es lo más grande que hay y que la estamos machacando, que el calentamiento global es culpa nuestra y que si no la cuidamos, se acabará», dice a manera de advertencia para todo aquel que quiera escucharlo. Díaz permaneció recluido en su cabaña y los alrededores (sin electricidad, móvil, televisión, ordenador, reloj) entre el 13 de septiembre y el 21 de diciembre de 2015, un periodo lleno de variaciones del tiempo: algunos días soleados que enseguida dieron paso al otoño, la lluvia y, finalmente, al frío y a las primeras nevadas. El planteamiento inicial era ser autosuficiente, «pero esto implicaba invertir mucho tiempo», aclara, y al final optó por tener algunos recursos de supervivencia: un gallinero con cinco gallinas y un gallo, una huerta que daba lechugas, berzas, nabos y un tuperware grande con legumbres, naranjas, limones y cuatro latas (de bonito, tomate y paté) que hacía las veces de nevera al permanecer estática en una orilla del río.

Imagen principal - A solas con la naturaleza
Imagen secundaria 1 - A solas con la naturaleza
Imagen secundaria 2 - A solas con la naturaleza

Para aminorar la nostalgia por su mujer y sus hijos aprovechaba sus entregas semanales de material fílmico para colar en él una carta dirigida a su familia. «Cada viernes llevaba los discos duros y los textos de mi diario, para que los transcribieran y los subieran al blog del rodaje, a un punto determinado del parque. Uno de mis hijos iba, los recogía y me dejaba una carta que, una semana después, yo contestaba. Ese fue el único vínculo que tuve con mi familia durante esos 100 días», cuenta el protagonista de una película para la que no realizó ninguna preparación física o mental previa («sólo me ocupé de aprender a manejar las cámaras»).

En una cabaña ubicada a casi 1.500 metros de altura, la soledad y el silencio se acentúan. Las largas caminatas por el bosque brindan vigor físico y un cúmulo de reflexiones. Y hay veces en que se añora demasiado el contacto humano. «Durante esos 100 días recordé a menudo el 'Náufrago' de Tom Hanks. Había momentos en que yo le hablaba a las cámaras: 'a ver, camarita, vamos a grabar y vamos a hacerlo bien'. Alguien me alertó, además, de que 100 días sin hablar podrían atrofiarme las cuerdas vocales. Por eso, por las noches, leía en voz alta los que escribía en mi diario», especifica el hombre que el próximo 28 de septiembre sabrá si gana el premio para el que ha sido nominado y que, durante 100 días, se exilió en la montaña, entre otras cosas, para reencontrarse a sí mismo y desacelerar el tiempo.

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