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Martes, 1 de septiembre 2015, 12:42
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Según los expertos, la obesidad infantil es la epidemia del siglo XXI y puede tener consecuencias para la salud, como baja autoestima, problemas en huesos y articulaciones, diabetes, colesterol, enfermedades cardiovasculares, etc. Según las cifras, en España, el 15% de los niños son obesos y si se considera conjuntamente la obesidad y el sobrepeso, la cifra alcanza al 25%.
Para saber si un niño tiene sobrepeso hay que calcular su Índice de Masa Corporal (IMC), dividiendo su peso en kilos entre su altura al cuadrado en metros y compararlo con percentiles adecuados a su población, edad y peso. «Si el IMC se encuentra a partir del percentil 85, hablamos de sobrepeso. Y si supera el 95, de obesidad», explica la doctora Amparo Rodríguez Sánchez, jefa de Servicio de Endocrinología Pediátrica del Hospital Universitario HM Montepríncipe.
Ejemplo: IMC= 1730 kg / 0,82m x 0,82m
Cómo evitarlo
En la mayoría de los casos, el sobrepeso se debe a una dieta con muchas calorías, falta de actividad física y demasiadas horas de sedentarismo. «Vivimos en un ambiente obesígeno, es decir, la comida -sobre todo la más calórica- está al alcance de la mano y es barata, la actividad física está limitada y es cara -hay pocas zonas verdes y las clases con monitor tienen precios elevados- y el acceso a la televisión y a los videojuegos es muy sencillo y de bajo coste», señala la experta.
MUY PRÁCTICO
-DESAYUNO
debe estar compuesto por un producto lácteo, un hidrato de carbono complejo (pan, cereales o galletas) y una fruta o zumo. Si el niño tiene un peso normal, se puede añadir aceite de oliva y proteína, como jamón o pavo.
«Es básico para poder afrontar el día con energía suficiente. Pero no es obligatorio que sea el desayuno tradicional, algunos niños prefieren no tomar leche por la mañana y se puede sustituir por una tostada con queso o un yogur con galleta y fruta troceada», asegura la doctora Amparo Rodríguez Sánchez, jefa de Servicio de Endocrinología Pediátrica del Hospital Universitario HM Montepríncipe.
-RECREO
bocadillo, o lácteo no graso o fruta, y variar cada día.
-COMIDA
debe incluir una parte de hidratos de carbono complejos (patata, arroz, legumbre, pasta), una parte de proteína (carne, pescado y huevo), verdura (cocida o en ensalada) y de postre, fruta.
-MERIENDA
igual que en el recreo (bocadillo, o lácteo no graso o fruta)
-CENA
similar a la comida pero en raciones más pequeñas. Debe incluir un lácteo no graso.
Por ello, hay que seguir una dieta adecuada, que como veremos no es ni caro ni complicado, y enseñar a comer bien a los niños. Es cierto que en general son reacios a conocer nuevos alimentos, por eso a veces es útil contentarse con que el niño sólo tome uno o dos tipos de verduras y no ser impaciente para que las tome todas. Si no, el puré de verduras suele ser bien aceptado.
El pescado puede introducirse en forma de filetes, sin espinas y poco a poco añadir más. Pero para ello es básico que los padres también consuman estos alimentos y sean un ejemplo para sus hijos.
Ejercicio y horas de sueño
La doctora también insiste en que junto a una alimentación adecuada hay que favorecer que el niño haga deporte, si es posible, al aire libre y con sus amigos. El ejercicio debe ajustarse a los gustos y las aptitudes del niño, y es recomendable que se practique una hora al día. Además, hay que disminuir el tiempo que pasan jugando a videojuegos o viendo la televisión.
En cuanto a las horas de sueño, lo aconsejable son 8 horas diarias como mínimo, aunque depende de la edad del niño, apunta la especialista. Y es que dormir pocas horas, engorda.
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