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Para tratar estos trastornos es fundamental conocer su desencadenante.
Los trastornos de la conducta alimentaria alcanzan a las niñas de 11 años

Los trastornos de la conducta alimentaria alcanzan a las niñas de 11 años

Los expertos alertan del incremento en edades cada vez más tempranas y estiman que entre el 1y el 3% de la población padece anorexia y entre el 3 y el 5%, bulimia

REDACCIÓN

Viernes, 30 de mayo 2014, 11:58

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Sucesos traumáticos, accidentes, fracasos escolares y vitales, estrés, ansiedad, culto al cuerpo, presiones sociales o familiares Estos son solo algunos de los factores que pueden desencadenar un trastorno de la alimentación. «Para tratarlo debidamente es fundamental conocer el desencadenante del mismo, el origen, ya que de otro modo no erradicamos el problema fundamental y es más que probable una recaída», afirma la doctora Marina Díaz Marsá, psiquiatra del Hospital Clínico San Carlos Universidad Complutense.

No existe un desencadenante único en el desarrollo de un trastorno de la alimentación, sino que, como explica la experta, estos trastornos son el resultado de la combinación de varios factores: personales, biológicos, psicológicos, sociales y familiares.

Así en relación con los factores biológicos, «se ha demostrado que las alteraciones del neurotransmisor serotonina influyen en nuestra conducta alimentaria, de igual manera que las alteraciones biológicas responsables de la impulsividad. Actualmente se está viendo que las alteraciones del eje hipotálamo hipofisario suprarrenal, que maneja el estrés, también podría tener su papel, así como las alteraciones del sistema inflamatorio, también relacionado con el estrés», indica la doctora Díaz Marsá.

Las cifras: actualmente se estima que del 1% al 3 % de la población sufre anorexia y del 3% al 5%, bulimia. De igual manera, se calcula que el 2% de la población sufre el trastorno alimentario denominado por atracón, caracterizado por episodios de ingesta compulsiva de forma recurrente. «Los trastornos alimentarios se dan en un 97% de los casos en mujeres, siendo preocupante el aumento de la incidencia de este tipo de trastorno, cada vez a edades más tempranas, situándose en torno a los 11 y 12 años», alerta la psiquiatra.

Síntomas y tratamiento

Prestar atención a los primeros síntomas que pueden estar advirtiendo de un trastorno de la alimentación es importante, puesto que de ello depende una posible recuperación. En este sentido, un tercio de las afectadas consigue superarse, otro tercio se mantiene más o menos estable con posibles recaídas y el último tercio cronifica la enfermedad.

Pero, ¿cuáles son esos síntomas? Los principales a los que hay que prestar atención según la experta son: alteraciones en la ingesta, pérdida constante de peso e ingesta selectiva de alimentos. «En el caso de las adolescentes, no quieren sentarse en la mesa con los familiares, tienen una excesiva preocupación por la imagen corporal, se vuelven más irritables y tendentes al aislamiento», asegura la doctora.

El tratamiento que reciben estas pacientes es médico y consiste en recuperar la normalidad nutricional , realizar psicoterapia destinada a resolver conflictos, planificar objetivos vitales y mejorar autoestima y «frecuentemente» es necesario instaurar tratamiento farmacológico para tratar la labilidad emociona (conjunto de alteraciones en la forma de manifestar la afectividad, como llantos, risas u¡inapropiadas), la ansiedad y la depresión, la impulsividad y los pensamientos obsesivos que impiden que la paciente avance.

La cronificación de la enfermedad tiene serias consecuencias para la calidad de vida de las afectadas puesto que «su única motivación reside en el peso y en la comida, por lo que tienden a perder su vida social, personal, familiar y laboral, así como todos sus objetivos vitales y personales», matiza la psiquiatra.

«Comer es un acto social presente en todos los ámbitos de la vida, de forma que si tienes un trastorno con la comida, es obvio que tenderás a esquivar todo contacto con ella», agrega.

La terapia en este tipo de pacientes consiste en «ir recuperando su vida, consiguiendo logros a corto y largo plazo que no tengan que ver con el peso ni la nutrición. Que hagan algún curso, alguna actividad, que se replanteen lo que quieren ser. Es nuclear tratar todos los aspectos colaterales, ya que pueden estar tratadas y tener bajo control la anorexia, pero es fundamental para su recuperación recomponer los aspectos laborales académicos, de ocio», finaliza la doctora Díaz Marsá.

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