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Imágenes del ‘stent’ reabsorbible fabricado a base de un polímero biocompatible.
Bioplásticos para curar el corazón

Bioplásticos para curar el corazón

El ‘stent’ metálico para abrir arterias evoluciona gracias a nuevos materiales que son reabsorbidos por el organismo una vez cumplida su misión

rebeca castellanos

Miércoles, 22 de octubre 2014, 15:09

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Ya sea por una predisposición genética o a consecuencia de hábitos dañinos, las arterias pueden verse afectadas por obstrucciones que, potencialmente, llegan a resultar letales.

La enfermedad arterial coronaria (conocida con las siglas de EAC) es uno de estos trastornos. Consiste en el estrechamiento o la obstrucción de las arterias que llevan la sangre al corazón debido a la formación de una placa que puede estar formada de grasa, colesterol, calcio y otros depósitos grasos.

«Con el tiempo, la placa se endurece y estrecha las arterias coronarias, lo que reduce el flujo de sangre rica en oxígeno al músculo cardíaco. Y cuando este flujo disminuye o se bloquea, pueden producirse angina (dolor torácico) y ataque cardíaco», explica el doctor Andrés Iñíguez Romo, Jefe de Servicio de Cardiología del Complejo Hospitalario de Vigo y Presidente de la Sociedad Española de Cardiología.

Una de la soluciones médicas para esta afección es la colocación de los conocidos stents, mallas metálicas en forma de tubos que mantienen abiertos los vasos para restablecer el flujo sanguíneo.

Ahora, la medicina cuenta con un nuevo recurso que supone la evolución de la conocida malla metálica. Es conocido como Dispositivo Vascular Biorreabsorbible y, precisamente, esto último es su principal característica: cuando ha cumplido con su función se diluye, es absorbido por el organismo. Y no tiene efectos secundarios.

Desaparecen a los 2 o 3 años

Esto es posible gracias al uso de nuevos materiales biocompatibles como un poliláctido (un tipo de polímero que se consigue a base de aceite de maíz) con el que está fabricado el nuevo dispositivo biorreabsorbible. Un material similar al de las suturas que se disuelven.

En 2010, los laboratorios que han desarrollado el dispositivo recibieron el visto bueno en Europa y comenzó a comercializarse a finales del año 2012. Ahora, «está disponible en 60 países y ha sido utilizado para tratar a 60.000 pacientes», apunta María Luz López-Carrasco, directora general de la división Abbott Vascular para España y Portugal, el laboratorio fabricante.

Es el primero de sus características que se comercializa internacionalmente y los últimos estudios desarrollados han concluido que los pacientes presentan una recuperación natural de la calidad de las arterias óptima.

«Este dispositivo aporta unos resultados similares a los de los stent metálicos con fármacos antiproiferativos actuales, pero con el valor añadido de que desaparece de la pared vascular a los 2 ó 3 años de haberlo implantado. Con lo que la pared de la arteria experimenta una reconstrucción ad integrum», valora Iñíguez Romo.

Se coloca de forma similar a convencionales, a través de un procedimiento intervencionista percutáneo, «si bien hay que ser muy cuidadoso en la valoración de la longitud de la lesión y del diámetro de la arteria donde se implanta, pues su distensibilidad es menor que la del metálico», concluye López-Carrasco. Por ello el ajuste debe ser mucho más preciso.

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