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Una casa repleta de carámbanos en Navacerrada. Juan Carlos Hidalgo/ Efe
Récords para quedarse helado

Récords para quedarse helado

Córdoba rozó los 47 grados el último verano, Calamocha llegó a los -30º en el invierno del 63 y en Oliva cayeron 817 litros en un día. Son los datos más extremos recogidos por Aemet... pero hay más

fernando miñana

Sábado, 20 de enero 2018, 18:43

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Hay coyunturas meteorológicas que nos llevan al extremo. Soplos de aire siberiano que nos hielan el pescuezo o vientos saharianos que nos abrasan. Otros días un vendaval nos despeina y nos llena los ojos de polvo. Y hay fechas en las que el paraguas parece insuficiente para protegernos de lluvias torrenciales que nos empapan de arriba abajo. Pero ¿cuáles son los límites que ha soportado España desde que hay datos fiables? Aquí van algunos de los récords más significativos desde 1920 hasta ahora. Aemet (Agencia Española de Meteorología) solo tiene presentes los que han sido registrados por su red principal.

Observatorios con el instrumental adecuado colocado en el lugar ideal. Porque el mejor termómetro del mundo, por ejemplo, no va a ser fiable si se pone cerca del asfalto que lleva todo el día absorbiendo calor. «Aemet tiene una red muy tupida pero no usa toda, algunas solo están de apoyo. Para datos extremos solo utilizamos estaciones de la red principal, que sí son fiables al cien por cien», explica Rubén del Campo, técnico de meteorología en Aemet, que recuerda que poseen datos desde 1920 pero que hay «registros que la agencia no tiene validados porque no se sabe cómo estaba el instrumental que los tomó». Este climatólogo explica también por qué llegamos a estas cotas.

Temperatura más alta

«Una dorsal anticiclónicaque estabiliza la atmósfera»

El récord de calor es muy reciente. Del último verano. El 13 de julio de 2017 se registraron 46,9 grados en el aeropuerto de Córdoba. Muy cerca de los 47 grados, que ya se han asomado a termómetros que no forman parte de la red principal, como los 47,3 que, ese mismo día, en esa misma provincia, se alcanzaron en Montoro. Aemet no homologó este registro. Lo mismo que sucedió en Murcia el 4 de julio de 1994, cuando un aparato de la red secundaria –generalmente con estaciones termopluviométricas– tomó una temperatura máxima de 47,2 grados.

Para recoger datos extremos, Aemet solo utiliza las estaciones de su red principal

Rubén del Campo explica el motivo de estos datos extremos. «Todas las máximas que encabezan este ranking son del sur de España, donde más se siente el calor. Lo habitual es una dorsal anticiclónica que se sitúa en las inmediaciones de la península y estabiliza mucho la atmósfera. Eso propicia que el cielo esté muy despejado y el sol caliente más. Además, el aire que está estancado se calienta mucho por ese sol».

Temperatura más baja

«Los días previos se produjo una nevada en esa zona»

Los vecinos de cualquier localidad española jamás han pasado tanto frío como los de Calamocha el 17 de diciembre de 1963. Ese día el termómetro bajó como nunca. Hasta los 30 grados bajo cero. Este pueblo de Teruel está a 930 metros de altitud y es uno de los vértices de lo que el divulgador científico Vicente Aupí bautizó como el triángulo del hielo y que le une a Teruel y Molina de Aragón (Guadalajara), donde se dieron los dos siguientes registros más bajos: -28,2º (el 28 de enero de 1952) y -28º (el 17 de diciembre de 1963, el mismo día del récord).

«Las rachas de aire de 248 km/h que se registraron en Izaña son un valor tremendo»

Heladas que suelen llegar en plena ola de frío, como argumenta Rubén del Campo. «Lo que ocurre habitualmente es que los días previos se han producido nevadas en esa zona y la nieve se queda acumulada en el suelo. Después llega una masa de aire muy frío, generalmente de procedencia continental, europea. Esa masa de aire se queda asentada sobre la nieve acumulada y acaba enfriándose muchísimo. Encima los cielos se quedan despejados y por la noche se produce un enfriamiento brutal», explica el climatólogo de Aemet.

Precipitaciones en un solo día

«Es lo que la gente conoce como una ‘gota fría’»

Nunca llovió tanto como aquel 3 de noviembre de 1987 –esos otoños de tormentas tremendas en el litoral mediterráneo que inspiraron a Carlos Goñi a escribir su canción ‘Lluvia de noviembre– en Oliva (Valencia). Otras estaciones de aquella comarca, La Safor, registraron aquel día números extremos, como los 720 litros en Gandía, que no pasaron a las tablas de los récords porque no los homologó Aemet, que solo tuvo en cuenta los 817 litros por metro cuadrado que cayeron en 24 horas en Oliva. Para tener en cuenta lo excepcional de este dato pluviométrico hay que mirar que la media anual en España ronda los 650 litros. O que el segundo puesto se queda en los 337 litros por metro cuadrado que llovieron en Izaña (Tenerife) el 17 de marzo de 1993, y el tercero en los 330 de San Javier (Murcia) el 4 de noviembre de 1987, un día después del tormentón de Oliva.

Del Campo tiene una explicación para estos fenómenos tan violentos. «Ahora lo llamamos una Dana –el acrónimo de Depresión Aislada en Niveles Altos–. Es lo mismo que la gente, especialmente en la zona mediterránea, conoce popularmente como gota fría. Es un embolsamiento de aire frío que se sitúa en las capas altas de la atmósfera. Desestabiliza mucho la atmósfera y en otoño, cuando el agua está todavía muy caliente, se produce un contraste muy fuerte y una inestabilidad muy grande. Entonces envía vientos de procedencia marítima, aire muy húmedo del Mediterráneo, y choca en las montañas del prelitoral».

Precipitaciones en una hora

«Las nubes se anclaron enla montaña sobre Tenerife»

Hay ocasiones en las que no llueve tanto durante un día, pero, en cambio, una ciudad recibe una precipitación excepcionalmente abundante durante un periodo de tiempo mucho más corto. Como el último día de marzo de 2002, cuando, en sesenta minutos, cayó prácticamente la mitad de lo que llueve durante todo el año en esta localidad canaria. Fueron 129,9 litros por metro cuadrado.

Gráfico.
Gráfico.

Las otras dos mayores precipitaciones en una hora se produjeron el 1 de junio de 1997 en Igueldo, en San Sebastián (103 litros por metros cuadrado) y el 19 de octubre de 2014 nuevamente en Santa Cruz de Tenerife. Rubén del Campo sufrió estas dos últimas, una casualidad que hace que los amigos le gasten la broma de que no quieren recibir su visita por miedo a que caiga un chaparrón bíblico.

El técnico en meteorología advierte que la presencia de Santa Cruz de Tenerife en el primer y tercer puesto no es por azar sino porque allí se dan unas características geográficas que propician grandes precipitaciones. «El récord fue por una situación de Dana que generó mucha precipitación en una hora. Suele ser con nubes cumulonimbos (las nubes típicas de las tormentas intensas). Santa Cruz de Tenerife está a los pies de una cordillera y la nubosidad se iba regenerando porque chocaba contra la montaña y se quedaba anclada encima de la ciudad».

Rachas de viento

«Ese día pasó ‘Delta’ por encima de las Islas Canarias»

El lugar más ventoso del municipio de la red principal de Aemet es, indiscutiblemente, Izaña. Este observatorio se encuentra a 2.390 metros de altitud y está en un lugar muy expuesto. Por eso los tres valores más altos dentro de este apartado se produjeron en Izaña.

El récord es especialmente llamativo: rachas de aire de 248 kilómetros por hora el 28 de noviembre de 2005. «Un valor tremendo», apunta Del Campo, quien se apresura a contextualizar este dato tan inusual. «Ese día pasó por encima de Canarias la tormenta tropical ‘Delta’. En esta zona de alta montaña hubo vientos brutales, prácticamente de huracán, aunque recibía la denominación de tormenta tropical. Izaña está en una cresta muy ventosa y por eso la recibió de golpe».

La cola de ‘Delta’ azotó las Islas Canarias y obligó a cerrar puertos, aeropuertos, carreteras y colegios; provocó colisiones y hundimientos de barcos; dañó edificios y cultivos, y causó graves problemas en las líneas telefónicas, el abastecimiento de agua y el suministro eléctrico.

Hay muchísimos más valores. El número de rayos caídos en una tormenta, los días con niebla, con sol o con lluvia. Casi todo lo que uno se pueda imaginar está registrado. Hasta el tamaño de las olas, que se mide gracias a las boyas sensibles a las oscilaciones del mar. Esta red detectó el día de Reyes de 2014 una ola monstruosa de 27,81 metros –el tamaño de un edificio de 9 pisos– frente al cabo Vilán, en Camariñas (La Coruña).

Luego hay otros fenómenos muy locales (granizadas, aludes, tornados...) que escapan a la red de Aemet pero que los reporta en Sinobas, el acrónimo de Sistema de Notificación de Observaciones Atmosféricas Singulares que rinde homenaje a Manuel Rico y Sinobas (Valladolid, 1819; Madrid, 1898), uno de los responsables del establecimiento de la meteorología como ciencia en España.

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