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Modelo de asfalto del proyecto holandés. R. C.
Las carreteras del futuro, ¿hechas de plástico?

Las carreteras del futuro, ¿hechas de plástico?

España pone a prueba el uso del plástico en la construcción de carreteras. «Son más resistentes y ahorran costes de mantenimiento»

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Miércoles, 2 de mayo 2018, 00:19

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El plástico, ese gran invento del siglo pasado que revolucionó las sociedades agrícolas e industriales, busca reinventarse. Nació como una solución, pero los más de 8.000 millones de toneladas de plástico que se han generado desde su gran expansión en 1950 han provocado un ingente problema medioambiental. ¿Contaminante? Sí, pero también muy resistente, y esa propiedad le permite disfrutar de una segunda vida. Algunas de esas soluciones pasan por su reutilización para el asfaltado de calzadas. Las experiencias llevadas a cabo en España ya han sido probadas sobre el terreno. Es el caso del proyecto Polymix, financiado por la Comisión Europea y basado en la incorporación de residuos plásticos a las mezclas asfálticas. La investigación ha trabajado con tres de los plásticos más frecuentes (polietileno, poliestireno y polipropileno) para encontrar cuáles responden mejor a la combinación de áridos y betunes.

Según este trabajo, los desechos más apropiados son «polietileno procedente de envases, polipropileno procedente de tapones y poliestireno procedente de perchas». Dado que cada kilómetro de carretera requiere unas 1.300 toneladas de mezcla asfáltica, «se podrían reutilizar aproximadamente unas diez toneladas de plástico reciclado», apunta el estudio dirigido por Daniel Castro, director técnico del Grupo de Investigación de Tecnología de la Construcción de la Universidad de Cantabria. Las diferentes pruebas de laboratorio, así como un tramo piloto en una de las carreteras de acceso a Alcalá de Henares (Madrid), demostraron que, en todos los casos, el asfalto combinado con plástico ofrecía una «mayor resistencia a la deformación plástica» (rodadura en la carretera). Las nuevas mezclas soportan mejor el tráfico y por tanto requieren menos mantenimiento. Sin embargo, pese a usar residuos, el estudio advierte de que el compuesto experimental sigue siendo más caro que el tradicional. «Para su empleo generalizado se deberían de elaborar unas especificaciones técnicas y sería necesario hacer más puebas», precisa Castro.

En una línea similar ha trabajado la Universidad de Huelva tras comprobar el coste económico y medioambiental que representaba la retirada de los plásticos de los invernaderos una vez terminada la campaña de la fresa. Los investigadores del departamento de Ingeniería Química, Química Física y Ciencia de los Materiales han ideado una nueva 'vida' para ese plástico de difícil reutilización por su deterioro y grado de suciedad.

Económicamente viable

De este modo, han desarrollado junto con la empresa Eiffage Infraestructuras y la Junta de Andalucía, una fórmula para que este material actúe como un aditivo para mejorar las propiedades del asfalto, compuesto de piedras, áridos y betún, pero que con altas temperaturas y el peso de los vehículos se deforma. La gran ventaja es que mejora su resistencia, tal y como ya han podido comprobar en el experimento llevado a cabo en 2014 cuando se asfaltó un kilómetro de la A-2005 (uno de los accesos a Jerez de la Frontera, en Cádiz), la mitad con un aglomerado tradicional y la otra, con un asfalto que contenía plásticos reciclados de invernaderos agrícolas. Además, este tipo de asfalto es viable económicamente, «aunque quizá esto haya que verlo con una mayor proyección en el tiempo, ya que depende de qué precio tienen en un momento concreto el petróleo y los plásticos», asegura Pedro Partal, director del proyecto Plastic Road. «La industria está cada vez más concienciada y las ventajas técnicas, económicas y medioambientales demostradas. Solo falta una normativa que regule la elaboración y garantice su buen uso», afirma.

En Europa, la empresa holandesa KWS Infra ha desarrollado un modelo de asfalto, también a partir de plástico reciclado, cuyo diseño incluye un espacio hueco en su parte inferior que permitiría instalar canalizaciones de agua y tuberías de gas. La empresa calcula que la vida de una carretera de plástico sería hasta tres veces mayor; su construcción, un 70% más rápida, y su peso, cuatro veces menor gracias a la reducción del asfalto necesario y de maquinaria utilizada. En 2016, KWS anunció su alianza con otras empresas para desarrollar un primer prototipo, basado en un carril bici de unos 100 metros, a finales de 2017.

Este tipo de ensayos no solo son cosa de Occidente. También en Ghana, donde solo el 2% de su basura plástica se recicla, la compañía local Nelplast Ghana Limited ha empezado a transformar las bolsas de plástico en bloques de pavimento para construir viales. Esta empresa las tritura con una máquina hecha con chatarra y las mezcla con arena para desarrollar lo que su impulsor, Nelson Boateng, denomina «una nueva forma de asfalto».

En la India, con la segunda red vial más grande del mundo y con unas tasas insoportables de accidentes, la construcción de carreteras seguras se ha convertido en una necesidad. Así, desde 2015, el gobierno indio obliga a usar plástico residual en la mayoría de las carreteras con el objetivo de reducir costes y hacerlas más duraderas. La primera experiencia piloto la desarrolló en 2002 Rajagopalan Vasudevan, profesor de Química en la Facultad de Ingeniería de Thiagarajar (Madurai). A día de hoy, once estados ya han utilizado esta tecnología para hacer más de 100.000 kilómetros de carreteras.

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