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Aspecto de la grieta, cerca de la ciudad de Mai Mahiu. :: Thomas Mukoya / reuters
La gran grieta africana

La gran grieta africana

Una hendidura de varios kilómetros, que ha partido carreteras y destruido casas en Kenia, es consecuencia de la deriva continental

L. A. GÁMEZ

Jueves, 5 de abril 2018, 00:06

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África se rompe. Lenta, pero inexorablemente. Y acabará partiéndose en dos: una gran isla formada por Somalia y partes de Etiopía, Kenia y Tanzania, y el resto del continente. Ocurrirá dentro de unos 50 millones de años, una barbaridad para un ser humano, pero un parpadeo a escala geológica. Es algo que está sucediendo ya, poco a poco, sin que nos demos cuenta. Como tampoco nos la damos de que el Atlántico se ensancha cada año unos 2,5 centímetros. Hoy estamos más lejos de América que ayer, pero menos que mañana.

De vez en cuando la Tierra nos recuerda con terremotos y erupciones volcánicas que está viva, aunque también puede hacerlo con fenómenos menos violentos, como creen algunos geólogos que pasa ahora en Kenia, donde una enorme grieta de varios kilómetros de longitud se ha abierto en las últimas semanas en el Gran Valle del Rift después de unas lluvias torrenciales. En algunos puntos mide 20 metros de anchura y otros 15 de profundidad, y ya ha partido carreteras y echado abajo edificios.

Eliud Njoroge Mbugu, un vecino de la ciudad de Mai Mahiu, ha contado a la agencia Reuters cómo el 18 de marzo se abrió de repente en el suelo de cemento de su casa una grieta que comenzó a crecer con rapidez. «Mi mujer llamó a gritos a los vecinos para que vinieran a ayudarnos a llevarnos nuestras cosas». Salieron de su hogar a la carretera y pronto comprobaron que no eran los únicos afectados. Días después su casa tuvo que ser demolida, como otras de la ciudad.

El Gran Valle del Rift no es un sitio cualquiera. Es una gran fractura geológica de casi 5.000 kilómetros que se extiende desde el valle del río Jordán, por el mar Rojo hasta Yibuti, donde gira hacia el sur hasta Mozambique. Una gigantesca herida por la que África acabará rompiéndose y donde vivieron algunos de los miembros más antiguos del linaje humano. Para Ben Andrews, geólogo de la Institución Smithsoniana, lo que «estamos viendo es una grieta que con toda probabilidad se formó durante miles o cientos de miles de años». Las últimas lluvias torrenciales habrían sacado a la luz una fisura que, según este científico y otros, sería en última instancia consecuencia de la deriva continental. No todos los expertos lo creen.

La sismóloga Wendy Bohon, de la Universidad Estatal de Arizona, cree que la grieta «no es el resultado de la tectónica de placas», sino de lluvias torrenciales que se llevan grandes porciones de tierra. Es el tipo de cosas, dice, que se ven en Arizona. David Adede, geólogo de la Universidad de Nairobi, es de la misma opinión. La grieta, afirma, estaba antes llena de ceniza volcánica del cercano monte Longonot que arrastraron las últimas lluvias.

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