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Salvador Sobral, ayer al piano durante su estancia en Madrid. :: Balesteros / efe
Estrella de la tele con alma de jazz

Estrella de la tele con alma de jazz

Seis meses después de un trasplante de corazón, Salvador Sobral, ganador de Eurovisión 2017, inicia una gira por España

DOMÉNICO CHIAPPE

Viernes, 22 de junio 2018, 00:07

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Llega, sin decir palabra, y se sienta ante el piano de cola. Salvador Sobral toca algunos acordes con desgana. Se detiene, se levanta. Posa para los fotógrafos. Hace muecas, abre mucho los ojos, abandona el escenario elegido para hablar sobre su nueva gira, que le llevará por ocho ciudades españolas, seis meses después de haber sido trasplantado de corazón en un hospital de Lisboa. «Tuve momentos horribles pero eso ya pasó», dice sobre la afección cardíaca que padeció desde septiembre del año pasado, que le llevó a vivir internado hasta diciembre, cuando recibió el corazón de un donante. «Es un proceso lento pero me siento sano y bien». Desgarbado, camina con lentitud, como arrastrado por el botellín de agua que no suelta. Regresa dos minutos después y arrostra los flashazos.

Sobral dice estar cansado del circo mediático. Y lo parece. El ganador de Eurovisión en 2017, talento musical descubierto en un 'reallity show' portugués, franquicia de 'Pop idol', reniega de la televisión. «Es entretenimiento, no tiene nada que ver con la música», sostiene con su voz delicada y actitud paciente. En su credo una cosa es ser cantante y otra, músico. Y él se considera músico. Uno que -asegura- preferiría trabajar en la «hostelería» antes que ser jurado de un 'talent show'. Lo pregona desde su camiseta, negra con un cartel de festival de jazz y la silueta de un trompetista. Lo reafirma cuando habla de su gira. «La actuación que me hace más ilusión es la de Donostia, Jazzaldia, con músicos que me emocionan como Chick Corea, Caetano Veloso o Benny Green».

Se sienta otra vez frente al piano. Ataca una canción lenta. Para quien no lo ha escuchado nunca, su voz trae reminiscencias de Anthony (ahora conocido como Anohni), con menos registros. O quizás sea la hora, mediodía; o la temperatura, 24 grados. Sí, Sobral sabe tocar. «Participé en Eurovisión porque mi hermana me envió una gran canción que compuso». Aclarada su vocación jazzística, parece satisfecho.

Acaricia su cabello largo hasta los hombros y deja el piano. Se confiesa: «Sé que soy un gran intérprete, pero no me siento un buen compositor. No creo que mis canciones sean tan buenas como para que alguien las cante». Se gira hacia las teclas otra vez. Entona la primera estrofa del single que tiene preparado, a la espera de empezar la promoción: «Ayer tuve que acercarme al mar / Ayer tuve que rendirme a la soledad». Se detiene. «Es salsera, divertida», dice, como si pudiera acelerar la triste melodía que acaba de ejecutar.

«He tocado en Málaga, con más músicos que público. Éramos un cuarteto y había tres personas. Súperdeprimente. Pero volveré a tocar en bares cuando todo esto (la fama), que es efímero, acabe». Quien hace seis meses recibiera un corazón, busca la sombra del patio y después sube con agilidad las escaleras. Los peldaños del 'show bussines' y de la vida. Incluso, con una sonrisa.

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