Borrar
Plantación en seto de olivos de tronco fino y copa ‘a lo alto’.
Científicos de La Mayora identifican los genes del olivo que determinan su tamaño

Científicos de La Mayora identifican los genes del olivo que determinan su tamaño

La investigación que se realiza en Vélez-Málaga permitirá seleccionar las características genéticas que mejoren los cultivos y aumenten la producción

Agustín Peláez

Lunes, 4 de julio 2016, 00:56

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

e trata de la primera vez que un grupo de científicos consigue identificar más de 2.250 genes implicados en el crecimiento y altura el olivo, el tamaño de la copa y la cantidad de ramas. El estudio ha sido realizado por investigadores del departamento de Biología Celular, Genética y Fisiología del Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea La Mayora, centro mixto de la Universidad de Málaga y el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Según la investigación, este material genético es el que determina el porte y arquitectura del olivo, por lo que a partir de este trabajo se podrán seleccionar aquellas características genéticas que mejor se adapten a las necesidades de los tipos de cultivos actuales y aumenten la producción.

Facilita información clave para los cultivos intensivos

  • El cultivo del olivar es, con diferencia, el más importante de Andalucía y Málaga. Sólo en la provincia la superficie dedicada al olivo supera las 130.000 hectáreas. Este cultivo supuso en 2015 una producción agraria de más de 204 millones de euros, según Asaja Málaga. Los agricultores andaluces llevan ya algún tiempo apostando por aumentar su producción. Ello está haciendo que haya productores que estén sustituyendo sus cultivos de marcos tradicionales por otros sistemas de plantación intensivos y superintensivos, los cuales permiten la mecanización de la recolección y de los tratamientos foliares. En las plantaciones intensivas se basan en una mayor densidad de árboles por hectárea.

  • En las superintensivos se llegan a plantas entre 1.000 y 2.000 olivos por hectárea. En los cultivos tradicionales apenas hay unos 100 árboles. De ahí la importancia de conocer el material genético que determina el crecimiento y el tamaño de los olivos y de sus copas. En la actualidad, la vida útil de las plantaciones superintensivas es de entre 12 y 14 años. Si sus copas se invaden, ello afecta al rendimiento de los árboles.

Los investigadores señalan que la arquitectura o morfología del olivo está determinada por dos variables. Por un lado, los factores ambientales, entre ellas, las condiciones de sequía o humedad, los nutrientes, la forma del terreno o de la poda. Por otro, la composición genética, que informa sobre aspectos tan variados como la altura, el diseño de la copa o la cantidad y distribución de las ramas.

Para los expertos, la arquitectura, en la mayoría de las variedades de olivo, no está bien adaptada a las actuales tendencias agrícolas, como es el caso de los cultivos intensivos, que supone pasar de 100 árboles por hectárea a 400.

«En una siembra de alta intensidad, los olivos están más juntos, se dan sombra entre ellos y tienen que competir por la luz», indican los expertos. Para evitar estas situaciones, se utiliza la poda. No obstante, «si ésta no se realiza de forma adecuada, la radiación puede ser insuficiente y el rendimiento de la parcela disminuye», explica la investigadora responsable del proyecto, Carmen R. Beuzón.

Precisamente, para obtener variedades que se adapten a ésta y otras prácticas de cultivo, los investigadores de La Mayora han identificado, por primera vez, más de 2.250 genes que regulan la arquitectura de la planta, según informa la Fundación Descubre en una nota.

«Hemos buscado los elementos candidatos a ser responsables de un aspecto u otro del olivo. Por ejemplo, hemos encontrado material genético relacionado con la mayor o menor actividad de los brotes de las ramas; genes implicados en la producción de hormonas que influyen en el crecimiento y otros vinculados a la producción de celulosa. Ésta determina, por ejemplo, que una rama sea más rígida o flexible y, por tanto, que el porte del olivo sea erecto o llorón», indica Beuzón.

Para la identificación de este material genético, los expertos han analizado más de 30.000 genes, presentes en cuatro variedades de olivo: picual, arbequina, chiquitita y arbosana. Según Beuzón, en el estudio realizado se ha comparado el perfil de genes que se expresan en árboles con arquitectura o aspecto muy diferente pero que también tengan un interés comercial. «Por ejemplo, picual es la que se cultiva en mayor número de hectáreas y arbequina genera la mayor producción de aceituna para aceite», comenta la experta.

Los resultados obtenidos, recogidos en el artículo Transcriptomic analysis using olive varieties and breeding progenies identifies candidate genes involved in plant architecture, publicado en la revista Frontiers in plant science, son, para los investigadores, una herramienta útil para seleccionar variedades que, según su aspecto, aumenten el rendimiento del olivar. «Si el tamaño del árbol es más pequeño y las copas tienen un crecimiento a lo alto y no a lo ancho, se pueden sembrar a corta distancia los unos de los otros porque no se darían sombra. Por lo tanto, se podría aumentar el cultivo y la producción», aclara Beuzón.

La selección genética también influye en la maquinaria utilizada para la recolección del fruto. «Si el olivo no es demasiado alto y no tiene una copa muy amplia, puede utilizarse un modelo de cosechadora, que se llama cabalgadora, más cómoda y rápida que el tradicional vareo a mano. Desde un punto de vista práctico, es importante que el árbol se desarrolle de una manera u otra», según la investigadora.

El próximo objetivo de los investigadores es la secuenciación del genoma completo del olivo, un proyecto liderado por Francisco Luque, de la Universidad de Jaén, y el Instituto de Formación Agraria y Pesquera (IFAPA) de Córdoba. «Hasta ahora, se conocen transcriptomas del olivo, es decir, conjuntos de genes que se expresan en una actividad concreta. Por ejemplo, se ha identificado el material genético relacionado con el tamaño del árbol, la maduración del fruto o el inicio de la producción. Pero nunca se ha abordado un estudio completo. A pesar de ser un cultivo emblemático, se desconocen las claves que regulan su funcionamiento», señala la responsable del proyecto y científica del IHSM La Mayora.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios