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Uno de los autobuses rojos de Londres que funcionan con el biocombustible elaborado a partir de los posos de café. AFP
El café mueve los autobuses de Londres

El café mueve los autobuses de Londres

Han empezado a funcionar con biodiésel obtenido de los granos molidos. 2,5 millones de tazas dan para un año de circulación por vehículo. «Es una materia prima abundante y barata»

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Jueves, 23 de noviembre 2017, 01:08

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La idea le sobrevino cuando estudiaba Arquitectura en la escuela Bartlett, de la University College London (UCL). Inmerso en cómo diseñar un circuito cerrado de electricidad que lograra proporcionar energía a una cafetería, reparó en que tenía el combustible delante de sus ojos. Los residuos de los granos de café, tras ser molidos y utilizados para hacer la excitante bebida, se amontonaban en el local a la espera de que fueran recogidos para su traslado a un vertedero. Arthur Kay, obsesionado por entonces con la reutilización de los desperdicios, pensó que aquello podía tener una segunda vida y que un tratamiento adecuado podría servir para generar una energía verde y hacer un combustible no contaminante para casas, oficinas, aeropuertos y vehículos.

La idea no tardó en cuajar. En 2013 y con sólo 25 años, este joven arquitecto dio rienda suelta a sus pretensiones y fundó la empresa Bio-bean. En dos años, ya tenía un equipo de 25 personas y ayer mismo vio cumplido su sueño de ver circular por las calles de Londres los primeros autobuses rojos con un carburante compuesto por un 80% de diésel y un 20% de biocombustible, obtenido a partir de los posos del café. «En lugar de tirar los desechos de café al vertedero, donde se degrada y suelta metano y dióxido de carbono (CO2), lo recolectamos, lo reciclamos y lo transformamos en carburante limpio», explica el fundador de la firma.

«Una tonelada de desecho de café ahorra 6,8 toneladas en emisiones de dióxido de carbono»

Arthur Kay. Director Bio-bean

Cuatro años de trabajo y el apoyo financiero y técnico del grupo petrolero anglo-holandés Shell han hecho realidad el proyecto. Con él, la compañía de transporte público de Londres quiere contribuir a la reducción de emisiones de gases contaminantes a la atmósfera. La flota de autobuses urbanos de Londres asciende actualmente a 9.500 vehículos y ya hay varios que funcionan con el nuevo biocombustible. Cada uno precisa el equivalente a 2,55 millones de tazas de café para circular un año.

Bio-bean recoge diariamente miles de kilos de posos de café en establecimientos de hostelería londinenses y de otras ciudades de Inglaterra para luego transformarlos en aceite en su fábrica de Cambridge. Allí, procesan unas 50.000 toneladas al año (sólo en Londres se producen 200.000), que es el equivalente a 100 tazas de café por segundo u 8.000 millones al año. «Una simple tonelada de desperdicio de café ahorra 6,8 toneladas en emisiones de dióxido de carbono», estima Kay. Pero es otra compañía, Argent Energy (el productor más importante de biocarburante del Reino Unido), la que posteriormente se encarga de mezclar el aceite procedente de los posos de café con otros carburantes de origen animal o vegetal para elaborar el biocombustible final. «El biodiésel se obtiene siempre a partir de materias primas que contengan grasas y aceites y aunque en sus inicios se empezaron a usar aceites alimentarios (colza, girasol, soja...) para su elaboración, posteriormente se optó por otros de segunda generación (obtenidos de residuos) para no competir con la industria alimentaria, como los aceites usados o los residuos del café», explica Fernando Bautista, profesor titular de Ingeniería Química de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.

Pendientes del petróleo

Aunque el grano de café no es de las semillas que más aceite contiene, algunas variedades pueden llegar hasta a un 15%, que se extrae mediante disolventes. Una vez evaporados, el aceite se somete a un proceso de transformación química para convertirlo en biodiésel. Su rentabilidad está condicionada por los altibajos en el precio del petróleo, y los costes económicos de su producción dependen en gran medida de la materia prima que se utilice. «Puede representar el 80% del total, por eso los posos del café son una buena alternativa: abundan y son baratos. En este caso, la mayor parte del presupuesto se lo lleva su recogida, porque su transformación para convertirlo en biodiésel solo representa el 20% del total», asegura Bautista.

En datos

  • 15% s la cantidad estimada de aceite que contiene la semilla del café. Esta grasa, necesaria para la producción del biodiésel, se extrae a través de disolventes y de un proceso de transformación químico.

  • Caso español España tiene gran capacidad para producir biodiésel, según los expertos. «Sin embargo, es difícil que alguien invierta aquí cuando no deja de entrar biodiésel de otros países subvencionado por sus gobiernos», aclara el profesor Fernando Bautista.

  • Blocarburantes Biodiésel, que se mezcla con el gasóil; y bioetanol, que lo hace con la gasolina.

La empresa que el pasado lunes revolucionó el transporte público en Londres resalta las ventajas del proyecto, no sólo para la compañía, sino también para los propios establecimientos hosteleros: «Una empresa de gestión de residuos recoge en nombre de Bio-bean todos sus residuos de café y lo hace cobrándoles un 70% menos de lo que les cobraría otra por retirárselos».

Después de Londres, Bio-bean ya piensa en introducir su ingenio a base de café en otros países enganchados a la cafeína. Sus ojos están puestos en Francia, donde se consumen 38.000 millones de tazas cada año, y en EEUU, 146.000 millones. Un negocio para gente muy despierta.

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