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Los bolardos instalados en pasos de cebra de Daye empapan y multan a los peatones infractores. R. C,
Aspersores contra peatones díscolos

Aspersores contra peatones díscolos

Una ciudad china se propone disuadir a quienes cruzan la calle con el semáforo en rojo rociándoles con agua

ZIGOR ALDAMA

SHANGHÁI.

Lunes, 23 de abril 2018, 00:09

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A pesar de que China es ya la segunda potencia mundial, el caótico tráfico de sus ciudades todavía se asemeja al de los países en vías de desarrollo. Un enjambre de bicicletas eléctricas se mueve en todas direcciones, los coches pueden girar hacia la derecha en un cruce aunque tengan el semáforo en rojo, y los peatones cruzan las calles cuando y por donde les da la gana. Conscientes de que esos últimos son el eslabón más débil, las autoridades se han propuesto disuadir a los infractores. Y los sistemas que han adoptado para ello no pueden ser más llamativos.

El último que se ha instalado está en fase de pruebas en la ciudad de Daye, en la provincia central de Hubei, y utiliza unos bolardos situados en el borde de la acera para lanzar un chorro de agua cuando detecta con un sensor láser que alguien está cruzando en rojo. Por un altavoz, una voz robótica advierte: «No cruce la calle. Cruzar es peligroso». Varios vídeos que circularon ayer en las redes sociales chinas muestran que puede ser efectivo, pero también que muchos se toman la reprimenda a modo de guasa. «Está fenomenal para limpiarse los pies en verano», ironizaba un internauta.

Posiblemente no sabía que el sistema, en cuyo desarrollo el Gobierno ha invertido casi 200.000 euros, está equipado también con cámaras de reconocimiento facial. Un algoritmo de inteligencia artificial identifica a los peatones díscolos, coteja su identidad con la base nacional, y les pone nombre y apellido para que luego las autoridades puedan humillarlos a placer en público.

La imagen, en público

Esa es una iniciativa que ya han adoptado varias ciudades. Shenzhen fue pionera, y utiliza estas cámaras para reconocer a quienes cruzan indebidamente, multarlos, y mostrar su identidad -foto incluida- en una pantalla gigante. Por si no se han enterado de que han sido descubiertos, el Gobierno les envía un mensaje de texto al móvil avisándoles de la multa. De esa no se van a poder librar, pero algunas ciudades sí retiran la foto del infractor si este asiste a un policía de tráfico durante 20 minutos.

En localidades como Wuhan han llegado a instalar puertas automáticas para acceder al paso de cebra, aunque críticas por su elevado costo llevaron a desechar su implantación a gran escala. Y en megalópolis como Shanghái han optado por métodos más rudimentarios, pero no menos eficientes: emplear a gente de avanzada edad para que, armados con un potente silbato, disuadan a quienes se vean tentados de hacer caso omiso a las regulaciones de tráfico.

Pueden parecer meras anécdotas, pero estas medidas tienen un razonamiento serio: más de 260.000 personas mueren en accidentes de tráfico cada año en China, según estimaciones de la Organización Mundial del Comercio. El 60% son víctimas vulnerables: peatones y ciclistas. Por si fuera poco, debido a las elevadas compensaciones económicas derivadas de accidentes con heridos, algunos conductores prefieren rematar a las víctimas antes que dejarlas con vida. Sale más barato, a pesar de que el Gobierno ha aprobado nuevas leyes para tratar de que no sea así.

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