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Dos turistas ponen los pies a remojo en la Fontana de Trevi.
Bandera roja en las fuentes de Roma

Bandera roja en las fuentes de Roma

El Ayuntamiento de la ciudad multará con hasta 240 euros a quien se bañe o refresque este verano en cuarenta de ellas con valor histórico

darío menor

Martes, 13 de junio 2017, 00:26

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En el recorrido visual por la colina del Gianicolo que hace La gran belleza, la cinta italiana con la que Paolo Sorrentino ganó el Oscar a la mejor película extranjera en 2014, un hombre en camiseta de tirantes se lava los brazos y la cara en el Fontanone, la hermosa fuente de principios del siglo XVII situada frente a la residencia del embajador español en Italia. Aparece poco antes de que el turista de rasgos asiáticos comience a tomar fotografías de las hermosísimas vistas del lugar y acabe desplomándose inerte, en un brote súbito y mortal del síndrome de Stendhal.

Ese inocente gesto de aprovechar el agua de la fuente para refrescarse ya no va a salir gratis este verano. La alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, aprobó ayer una ordenanza que prevé multas de entre 40 y 240 euros para aquellas conductas «contrarias a las reglas del decoro urbano» en cuarenta fuentes de la capital italiana de valor histórico-artístico. La normativa sólo estará en vigor hasta el 31 de octubre para cubrir el período estival. Pretende evitar que turistas y autóctonos se metan en las fuentes, laven en ellas la ropa, den de beber a los animales y consuman comidas y bebidas en su entorno. Il Messaggero, el más popular de los diarios romanos, calcula que, si el tipo de la camiseta de tirantes de La gran belleza repitiera hoy el gesto de lavarse en el Fontanone, se llevaría una multa de 160 euros.

La ordenanza de Raggi prohíbe tirar cualquier tipo de objeto a las fuentes, con una sola excepción: se podrán seguir echando monedas a la Fontana de Trevi. Es una de las tradiciones habituales para los visitantes de Roma: lanzar una moneda de espaldas con la mano derecha sobre el hombro izquierdo para garantizarse el retorno a la Ciudad Eterna. Si se echa una segunda moneda, se dice que se vivirá una historia de amor y, con la tercera, que acabará en matrimonio. La supuesta leyenda no es un mal negocio. El año pasado el Ayuntamiento recogió de la Fontana de Trevi 1,4 millones de euros, que entregó a Cáritas para la atención a familias desfavorecidas.

La decisión de multar con hasta 240 euros a quien haga un uso indecoroso de las fuentes históricas de Roma llega después de que se hayan sucedido casos de turistas que meten los pies para refrescarse e incluso se bañan en ellas. Uno de los últimos chapuzones en la Fontana de Trevi estuvo protagonizado por un español, Adrián Pino Olivera.Se paseó desnudo el 22 de abril por ella y aseguró que aquello era sólo un espectáculo artístico para concienciar a la gente de que había que construir un nuevo mundo más femenino y espiritual. Para que el pene no interfiriera con su supuesto mensaje, Pino Olivera lo escondió entre las piernas mientras lanzaba flores a los sorprendidos turistas.

Aquel día, el Neptuno que preside la Fontana de Trevi debió de echar de menos a Anita Ekberg, la explosiva actriz sueca que se bañó en sus aguas durante el rodaje en el verano de 1959 de La dolce vita, la inolvidable película de Federico Fellini. Aquel «Marcello, come here! Hurry up!» (¡Marcello, ven, date prisa!), que Ekberg dedicó a Marcello Mastroianni mientras se contoneaba, es parte de la historia del cine.

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