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Gunter Pauli en el hotel Novote
Gunter Pauli: «Con la globalización se benefician sólo diez países. Todos los demás pierden»

Gunter Pauli: «Con la globalización se benefician sólo diez países. Todos los demás pierden»

Es uno de los pioneros con más currículum en la nueva economía social, a la que llegó tras renegar como empresario verde hace 24 años. Su fundación impulsa iniciativas por el mundo para tener materia prima con algas, residuos de café, sangre de mataderos o polvo de canteras. En China, sus fábulas son lectura obligada en las escuelas.

José Vicente Astorga

Domingo, 30 de abril 2017, 01:18

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Es de los que saben fumigar en un auditorio carraspeos y bostezos con un entusiasmo pragmático. Participó en el reciente Foro New Economy & Social Initiatives para hablar de sus proyectos sostenibles de su fundación y de lo mucho que le queda por hacer. Llegó a Málaga desde Los Ángeles, una escala más en su millón largo de kilómetros al año. Gunter es belga, economista y políglota. Cuando se decepcionó como empresario verde en Europa, se marchó a América y empezó a construir su economía azul.

Después de 24 años con su lucha, ¿qué logros puede presentar?

Más de doscientos proyectos y más de 5.000 millones de euros movilizados en proyectos que le están pegando a la industria tradicional desde planteamientos extraídos de la naturaleza. El más grande desafío es de escala, cambiar las estadísticas. No basta con colgar cosas en Facebook.

¿Los organismos internacionales les apoyan?

Están los que que no saben y los que pueden. El problema más grande es la ignorancia. Cuando inicié hace 25 años la primera empresa de cultivo de hongos a partir de residuos de café nos tomaban por una empresita, unos visionarios, pero ahora la primera de las que aprovechó esos residuos es la base de otras 500, un gran efecto multiplicador. Cuando la gente del lugar capta la oportunidad sólo tenemos como oposición la ignorancia.

¿Tienen el respaldo de la ONU?

En un principio nos apoyaron. La red de científicos que apoyan el trabajo de la fundación tiene su base en la Universidad de Naciones Unidas, que es un gran catalizador. En el 94 nos facilitó banda ancha de Internet, algo muy importante. También el director del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, (PNUD), ya en la cumbre de Kyoto, y pese a que americanos y europeos nos tomaban por fantasiosos y prefirieron intercambio de derechos de emisión de CO2, apostó por nosotros porque teníamos ya el aval de mil fincas dedicadas a producir hongos en África. Ahora en Zimbaue son 20 centros, y no sólo proveen de alimentos, también hace una labor de acogida de huérfanos.

¿Las cumbres del clima, un empeño inútil?

Tiempo perdido. Desde Kyoto en 1997 a Marrakech 2017 solo hay compromisos voluntarios. No más, por favor. Lo que necesitamos es hacer las cosas. Nuestra arrogancia como fundación es hacerlas, no pedir permiso, no pedir apoyo político ni buscar los likes en Facebook.

Ni vivir como Al Gore.

No. Por favor.

La producción sin residuos de su economía azul es una verdad también incómoda para la industria.

Nosotros somos contagiosos en lo que hacemos. Mire, en Argentina, de una vez, hemos lanzado ahora cien fincas, porque hay fe y creen en nosotros. Arrancamos sin dinero y sin experiencia y nos liberamos así del modelo tradicional.

Se describe como un execologista convencional decepcionado un buen día al ver cómo su empresa de detergentes biodegradables arruinaba bosques de palma en Borneo.

Así es. Yo empecé en el mundo tecnológico. Estuve en bancos de datos multilingües, fui socio de Apple en Europa en el 86 y secretario general de la asociación de la prensa financiera europea. Un día me llegó la oportunidad que tanto había acariciado de una industria ecológica y a los dos años de abrir una fábrica de detergentes biodegradables me di cuenta de que era algo falso. Fue difícil convencer a mis colegas de que eso era así, porque yo era el gurú. Por eso decidí marcharme de Europa.

Un arrepentido, entonces, de una pretendida empresa verde.

Y que seguía en la misma lógica de la economía tradicional que pretende producir más y cada vez más barato. Todo lo que impulsamos desde entonces es sostenible. Aprovechamos en África o Argentina hasta desechos de los mataderos para hacer larvas de mosca, que es más barata como proteína que tanta pesca como se sobrepesca para acuicultura. El discurso ecológico clásico se dirige a una población limitada, pero ahora tengo a los productores de esa proteína-pez con miedo porque temen que Gunter Pauli compita. Ellos buscan ahora la alternativa con la soja, pero un pez, ante una gota de soja o de larva, tiene claro dónde acudir. El mundo científico avala nuestra propuesta y también las autoridades europeas.

Su modelo encaja más en un mundo en vías de desarrollo, pero en el planeta cada vez se vivirá más en ciudades, de las que usted por cierto reniega por su mala calidad de vida.

Pero es en el tercer mundo donde la gente reconoce que está en crisis.

Y también en la ciudad

Sí, pero están entre la cocaína y la cafeína, la prostitución y el alcohol. Le metro, le boulot y le dodo, como dicen los franceses...La verdadera conciencia de crisis está en la gente que tiene que dejar sus aldeas para buscarse la vida. En esas zonas, el frijol permite crear 16 empresas. Llevan 1.500 años pero piensan que no pueden competir en el mercado mundial de los frijoles. ¡Claro que pueden! Y también ser autosuficientes. Nos han dado con la cucharita la economía de la globalización, abaratar y abaratar. Sólo hay diez países que se benefician en la globalización, todos los demás pierden y tendrán desempleo joven para siempre.

¿Es un error la globalización?

Fue una buena lógica tras la II Guerra Mundial después de que Francia y Alemania pusieran fin a sus guerras por el carbón y el acero, pero hoy no tiene sentido que una galleta de EE UU compita con una de arroz de Japón en un mercado de galletas francesas. Necesitamos agua, alimentos saludables, vivienda, salud y energías renovables, con oferta y demanda en el libre mercado, pero ¿a quién se somete? Al agricultor, al pescador, al minero. Los demás eslabones, todos a comisión; ellos, según mercado. Y lo peor de todo el mundo financiero, que en nada contribuye a la producción. Ya en la Biblia o en el mundo musulmán se critica la usura.

Christhian Felber y su economía del bien común apela a valores éticos en las empresas. ¿Demasiado buenista?

La gente está hasta las narices de filosofías y teorías. No tienen trabajo, ni agua de calidad. Incluso el problema lo tenemos en Europa con agua contaminada. Mi país, Bélgica, está condenado por agua de mala calidad.

¿Se siente uno de los occidentales más influyentes en China?

No sé. Tengo el gran privilegio de que el Gobierno chino distribuya mis fábulas en los colegios, algo que ni pedí. Y vamos por 150 obras. Hice una primera visita en 1980 para hacer negocios, para conocer. El chino es muy consciente de la necesidad de mejorar porque todas las tecnologías contaminantes que tienen las importaron de los europeos y americanos, y cuando les propones algo pragmático, como las fábricas de papel-piedra, lo hacen.

¿Y cómo se consigue pasar de las fábulas a esa industria?

Ahora son cuatro fábricas. Siempre hay que apelar al ego de las personas si quieres cambiar algo. Los chinos inventaron el papel y ahora, fíjese, innovando sobre él. China es el primer país que está pensandoen cómo llevar otra vez a la gente al campo.

¿Van a dejar de ser la fábrica del mundo?

Desde luego no tienen la ilusión de ser el productor textil barato de Inditex. No es su sueño. Piensan que pueden hacer mucho más.

Dígame una falacia occidental, un falso mito sobre China.

Los chinos con su fondo budista están comprometidos con lo mejor, están siempre mejorando y no separan entre lo bueno y lo malo. Cuando les hablan de una sociedad crítica para ellos criticar es para mejorar, no para decir qué mal estamos. En Asia, el budismo concibe la mejora como horizonte aunque seas la peor persona. Eso es muy inclusivo. Con la lógica católica europea de este bueno y este malo, eso no funciona. En Asia el tiempo es circular, no una línea como nosotros lo vemos.

Pero no están a salvo de la ambición individual, que es la base del capitalismo

Pero esa ambición no puede ser sólo orientada al dinero.

Ya, pero históricamente ha sido así y nada hace pensar en lo contrario.

Es lo que Hollywood nos ha enseñado. No es el deseo original del ser humano. Lo que busca en primer lugar es ser feliz en la cotidianidad y con poco riesgo. Nuestra sociedad de consumo nos ha sometido a tantos riesgos que no resistimos y los sublimamos con alcohol, droga, prostitución..En la isla del Hierro tienen conciencia de que iba a ser una isla para los pajaritos y ahora la hemos convertido en una oportunidad para que la gente pueda vivir con dignidad.

¿Cómo funciona su asociación? ¿Llegan a un sitio y buscan al socio local más convencido?

Yo sólo voy a los sitios donde soy invitado. La gente tiene tener una predisposición porque no soy un embajador, ni un apóstol ni vendedor, y no tenemos ningún interés comercial. Lo primero es escuchar, mirar, ir al terreno y hacer un inventario de oportunidades.

¿Con ayuda de científicos y técnicos?

Es una presencia digital con 3.000 científicos disponibles de forma voluntaria en muchos países. Si estoy en Ushuaia, en Argentina, todo al sur, y me hablan de que sólo hay turistas que fotografían ballenas. Me siento, pienso, hablo, pero les digo: ustedes tienen 7.000 toneladas de restos de maderas. Con eso puedo hacer hongo shiitake, y por cada 20 toneladas un empleo. Tienen algas, ¿por qué no las cosechan y hacen biogás?. Si tienen 50.000 toneladas que le llegan a la playa con eso tienen asegurada la cuarta parte del gas que necesitan. Y el desecho es un fertilizante para cultivar fresa...Con un portfolio de veinte iniciativas les digo:¿con cuál quieren empezar?. Arranquen con los hongos, y en seis semanas la primera cosecha. ¿Cómo arrancamos? Enviamos a nuestra gente y se pone el primer dinero. Tengo unas 850 personas capaces de implementar ideas. Son los inquietos que facilitan el conocimiento a muy corto plazo de manera que si necesito alguna opinión técnica podré disponer de ella. Para una fábrica de papel-piedra puedo movilizar a ocho y diez técnicos en 48 horas y están porque les gusta, y les pagamos pasajes y costes básicos. Lo importante es que nadie tenga que hacer una propuesta y pedir dinero porque ahí se acaba el entusiasmo.

¿Cómo consiguen el dinero?

Cuando hay un gran proyecto, siempre se consigue, pero no cualquier dinero. La inversión en una fábrica de papel-piedra te cuesta 150 millones de euros. Pero hay que saber a qué puerta tocar. Y en este caso cuando una industria minera ha pasado tanto tiempo estropeando un entorno y aprovechando de la voluntad de los políticos llega el momento en que deben aportar, pero es que además ganarán dinero porque es buen negocio. Con todo el polvo que generan pueden ganar el doble, y además integramos a pequeñas minas altamente contaminantes y a sus mineros. Los convertirnos en héroes. Somos pragmáticos y sociales, y si el Gobierno nos apoya... El objetivo es generar valor para la comunidad. Siempre hay oportunidad para invertir.

¿Qué hacen con las patentes?

El inventor tiene que ser compensado, pero luego actuamos con tarifas éticas. Si le vendemos a un argentino va a pagar cinco veces menos que un americano porque gana cinco veces menos. El éxito de nuestros proyectos no depende de tecnologías individuales. El nuevo modelo de negocio, donde está el dinero, el valor agregado es cómo convertir una bola de café en hongo...esa es economía azul. Todos nuestros proyectos los colgamos en Internet para que los copien.

¿No cree que a su fundación le faltan iconos?

No los necesita.La marca icónica es del pasado. Mis héroes y mis líderes son los que lideran una pequeña finca de café y que empoderan al resto.

¿Su fundación funcionará sin usted?

Pienso que sí. Todo es un sistema. Si veo mis resultados, me veo muy mal, pero si miro el impacto y los proyectos movilizados, no. Cero emisiones quiere decir que aquello que era una emisión se convierte en un insumo. Esa es la lógica. Es imposible como humanos no tener impacto ecológico. Al andar ya matamos bacterias y hormigas en la calle.

¿Qué propone su fundación para el problema de la energía?¿Basuras quizás?

También. En Portland, en Oregon, aprovechamos los desniveles de la ciudad y la necesidad de despresurización de la red para producir electricidad con pequeñas centrales hidráulicas movidas por las canalizaciones de aguas fecales. Cada grupo cuesta medio millón, pero en tres años se amortiza y ahí participan los ciudadanos. ¿Por qué esto no se hace? Porque empresas de agua y energía en las ciudades suelen ser cosas diferentes, privatizadas. Es una pena. En basura, uno de nuestros proyectos es generar biogás con ella mezclada con las aguas de las cloacas.

¿Lo hacen en algún lugar?

Siete ciudades en Suecia y en Corea, en Ulsan, la primera de un millón de habitantes. La ciudad recibe ahora dinero por esto, que es un nuevo modelo de negocio. A los escépticos les digo que hablen con alcaldes de ciudades donde están implementados.

¿Espera el Nobel?

No lo busco. Mi gran placer es estar con niños en Argentina, China o Brasil, y fascinarlos con un mundo que sus padres no conocen e inspirar con fábulas otra visión de las cosas pensando en el futuro. Me molesta que estén mirando pantallas. Los chistes han desparecido de la realidad.

Tampoco exste otra visión digamos...amigable de la economía en las escuelas de negocios.

Sí, claro. El negocio más productivo de la educación en el mundo es el de esas escuelas para que todos piensen igual.

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