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Miguel Ángel Vergara lleva un año aprendiéndose ‘El Quijote’ palabra por palabra.
Memoria de elefante: El hombre lo recuerda todo

Memoria de elefante: El hombre lo recuerda todo

Miguel Ángel Vergara tenía una memoria corriente, pero ahora se ve capaz de aprenderse ‘El Quijote’

fernando miñana

Sábado, 25 de febrero 2017, 00:14

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Cuando José María Bea, autor junto a Miguel Ángel Vergara de Consigue tener una memoria de elefante (Editorial Temas de hoy), empieza un nuevo curso, les pide a sus alumnos que vayan diciendo su nombre en voz alta. Al acabar, les observa, sonríe y va, uno por uno, llamándoles por su nombre. Sin fallo. Los deslumbra desde el primer día gracias a una capacidad prodigiosa para recordar todo tipo de datos.

Los autores coincidieron hace años en un campeonato de memoria en Albacete. Allí se conocieron, estuvieron dialogando y empatizaron. Al cabo de un tiempo, en 2013, Vergara, que es policía nacional, fue destinado a Vilanova i la Geltrú, en Cataluña, y cuando apenas llevaba unas semanas en su nuevo hogar, paseando por la calle se encontró con la esposa de Bea. La mujer le explicó que ellos vivían allí y, al cruzar las direcciones, averiguaron que solo les separaban tres calles. Más tarde, afianzada ya su amistad, decidieron apuntarse a un concurso de memoria en Lisboa. Cada uno se organizó el viaje a su gusto, pero su sorpresa fue que coincidieron, tanto en la ida como en la vuelta, en el mismo avión, la misma fila y sentados uno al lado del otro.

Estaba claro que el destino les unía, así que no requiriró un gran esfuerzo ponerse de acuerdo para escribir este libro que repasa una serie de técnicas para memorizar lo que el lector se proponga. Ahora se encuentran inmersos en la promoción del libro mientras aguantan pacientemente las preguntas de los periodistas que les tratan como si fueran gente que va memorizando todo lo que pasa por delante de sus ojos. Miguel Ángel Vergara lo explica muy bien: «Es como si le preguntaran a Usain Bolt si va corriendo a toda pastilla a todas partes. No. Solo lo hace cuando entrena y cuando compite. Nosotros tampoco somos robots que vayamos grabando todo lo que vemos».

Vergara, un manchego de Munera (Albacete), nunca pensó que tuviera una capacidad especial para retener la información. Sus calificaciones en el colegio fueron muy normales. Hasta el día que se planteó presentarse a las oposiciones del Cuerpo Nacional de Policía. Entonces, curioseando por una librería de Albacete, topó con un libro que llamó su atención, una de esas cubiertas que parecen decirnos algo, que nos atrapan por un misterioso motivo. La obra se titulaba Desarrolla una mente prodigiosa y lo había redactado Ramón Campayo. Él aún no sabía que ese hombre iba a convertirse en su maestro y, más adelante, en su rival.

Cuestión de práctica

Este aspirante a policía nacional averiguó que existe un método para recordar las cosas y que es especialmente útil para repetir como un loro leyes o artículos que hay que aprenderse textualmente. «Al principio me esforcé por mejorar la memoria para superar la oposición, pero después creé un hábito, un entrenamiento diario para mejorar y que te sirve para aplicar a aquello que deseas».

Vergara repite hasta la saciedad que no va archivando en su cerebro todas las matrículas que ve, ni el número del DNI de todas las personas que detiene, aunque si se viera en la necesidad podría resultarle muy práctico, y que su verdadero reto son las competiciones que le permitieron coronarse campeón del mundo de memoria rápida. Ahí no escatima y es capaz de aprenderse veintiún números en un segundo. No lo hace como lo haríamos todos los desmemoriados, repitiendo mentalmente todos los que da tiempo a leer, sino a través de unas complejas técnicas que ejercita durante seis días a la semana. «En un segundo me da tiempo a verlos, transformarlos y asociarlos. Se trata de acostumbrar la velocidad de procesamiento mental».

Otro de sus desafíos va engarzado a sus orígenes manchegos, a Munera, el lugar donde Cervantes ubicó el episodio de las bodas de Camacho, de El Quijote, la obra maestra que Vergara pretende memorizar de principio a fin. Cada cierto tiempo sube un vídeo a YouTube en el que aparece declamando sus avances. Y promete que pronto habrá uno con sorpresas. Prefiere mantener el secreto de hasta dónde ha llegado, aunque hace meses ya se había aprendido de memoria tres capítulos.

«El truco de los trucos es tener sed, interés en mejorar la memoria. Lo fundamental para aprender algo de forma literal es una metodología dinámica, fácil y efectiva», un sistema que comparten en la web de su escuela de la memoria bajo el lema Gente normal haciendo cosas extraordinarias.

Los dos autores de Consigue una memoria de elefante creen ciegamente en aquello del mens sana in corpore sano. Vergara fue monitor de spinning y practica deporte con asiduidad. Su compañero Bea es un habitual de las carreras populares, los triatlones y todo tipo de retos. Al fin y al cabo todo se sustenta en el entrenamiento. Y en fijarse...

Miguel Ángel, si le pregunto por el número de libros azules que aparecen en la portada de su libro, supongo que será imposible sorprenderle.

(El hombre con cerebro de elefante se queda pensativo, intentando recordarlo, pero al final reconoce con deportividad ese intrascendente punto débil).

Pues se equivoca. No lo sé. Es como tu reloj, que no sabrías describir todos sus detalles porque en lo que ves a diario, no te fijas.

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