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Un Jeep adaptado como ambulancia se abre paso en la arena de una playa en 1945.
El Jeep, héroe de guerra

El Jeep, héroe de guerra

El modelo que dio origen a los todoterreno nació hace 75 años como vehículo militar. En el frente era «fiel como un perro, sólido como una mula y ágil como una cabra»

borja olaizola

Lunes, 11 de julio 2016, 00:28

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Ligero, resistente y, sobre todo, capaz de desenvolverse en todos los terrenos. Cuando en 1940 el Ejército de Estados Unidos convocó un concurso para escoger un vehículo que equipase a sus tropas, el caballo seguía siendo una referencia en el frente de batalla. Los militares más veteranos dudaban de que un ingenio mecánico fuese capaz de desplazar a los cuadrúpedos en los conflictos bélicos. El alto mando estadounidense, sin embargo, era consciente de que la estrategia había dado un giro de 180 grados con la irrupción de las máquinas. Aún estaba fresca la blitzkrieg, la acción relámpago con la que los nazis se acababan de apoderar de Polonia en un abrir y cerrar de ojos gracias a la superioridad de sus divisiones motorizadas.

Récord de ventas

  • Buena salud. Jeep ha pertenecido a varias marcas y ahora es propiedad del grupo italo-estadounidense Fiat Chrysler Automobiles (FCA). La diversificación de su oferta de todoterrenos y el momento dulce que vive el segmento en el mercado le permitió cerrar el ejercicio pasado con un récord de ventas (1,2 millones de unidades) tras registrar un incremento anual del 22%.

  • Made in Spain. La factoría que la empresa guipuzcoana Construcciones Auxiliares de Ferrocarriles (CAF) tiene en Zaragoza fabricó modelos de Jeep entre 1959 y 1983. El que mayor éxito tuvo fue el Jeep Comando, el primer todoterreno que se dejó ver en las carreteras españolas.

EE UU no estaba aún en guerra en 1940, pero la multiplicación de los frentes bélicos y la creciente agresividad de las fuerzas del Eje (Alemania, Italia y Japón) hacían presagiar que su entrada era cuestión de tiempo. La tensión que se respiraba redujo al mínimo los plazos para elegir el nuevo vehículo militar. El pliego con las condiciones técnicas se publicó el 27 de mayo: se buscaba un coche de menos de 600 kilos de peso, capaz de alcanzar los 90 kilómetros por hora y de sortear obstáculos. Solo dos de los 135 fabricantes tanteados fueron capaces de realizar a contrarreloj un diseño que se ajustaba a esos parámetros: Bantam Motor Car Company y Willys Overland Motor Inc. Los militares se decantaron por la primera opción y el prototipo empezó a rodar en el mes de septiembre. El artífice del Bantam MK-I, que fue como se denominó en su origen lo que más tarde se conoció como Jeep, fue el ingeniero Karl Probst, a quien le cabe el mérito de haberlo diseñado en dos días.

El coche fue sometido a un sinfín de pruebas para testar su resistencia. Willys y Ford, conscientes de que Bantam no tenía suficiente músculo empresarial para hacer frente a un desafío así, se incorporaron al proyecto y consiguieron que el prototipo incluyese algunas de sus soluciones técnicas. Quizá la más decisiva resultó la incorporación de un motor más potente, un cuatro cilindros de 2,2 litros de 60 caballos de origen Willys que terminaría haciéndose legendario por su fiabilidad. La guerra se echaba encima, así que el Ejército adoptó una decisión salomónica y encargó a las tres compañías que acometiesen la fabricación del coche. Las primeras unidades salieron de la cadena de montaje en diciembre de 1941, unos días antes del ataque japonés a Pearl Harbour. Cuando EE UU consumó su entrada en la contienda, fueron enviadas a sus aliados británicos y rusos.

Uno cada dos minutos

Fueron Willys y Ford las empresas que asumieron el grueso de la fabricación. Las dos firmas reforzaron al máximo sus factorías para hacer frente a una demanda que se multiplicaba a medida que el conflicto se recrudecía. El vehículo se había revelado indispensable en el frente europeo y todas las compañías aliadas querían el suyo. Durante la II Guerra Mundial se fabricaron unos 650.000 jeeps: cada dos minutos salía una unidad de las cadenas de montaje. Cada coche costaba 739 dólares de la época, el equivalente a 8.000 euros de nuestros días. Nadie sabe a ciencia cierta por qué terminó siendo conocido como Jeep, pero el nombre hizo fortuna y durante décadas sirvió para denominar a cualquier todo terreno con independencia de su origen.

La guerra certificó su éxito. Hubo generales que llegaron a afirmar que el Jeep había sido «la mayor contribución de EE UU a las operaciones de guerra modernas». Ernye Pyle, uno de los más famosos corresponsales de guerra, describió así el vehículo: «El Jeep hace de todo y pasa por cualquier sitio. Es fiel como un perro, sólido como una mula y ágil como una cabra (...). Es un instrumento divino de locomoción militar».

En 1950 Willys registró el nombre como marca internacional. Fabricantes como Land Rover en Inglaterra o Toyota en Japón se inspiraron en su diseño para fabricar sus propios vehículos. Eran vehículos robustos y sin filigranas que se utilizaban exclusivamente para trabajar. Con los años, el mercado se ha ido diversificando: los todoterrenos puros han evolucionado hasta alumbrar un nuevo segmento, el de los SUV o todo-caminos, que es hoy el que mayor incremento de ventas registra. El Jeep, el coche total, deja de esa forma un legado decisivo en la industria de la automoción y se sitúa a la altura de modelos fundacionales como el Ford T o el Volkswagen Escarabajo.

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