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¿Cuántos deberes tienen que hacer los niños?

¿Cuántos deberes tienen que hacer los niños?

¿Cuánto tiempo al día? ¿Debemos ayudar a nuestros hijos?

PPLL

Miércoles, 11 de noviembre 2015, 18:47

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Las ocho y media ya... ¡A cenaaaaaaaaaar! Y este chiquillo con los deberes sin terminar'. Esas horas y más le daban cada día al hijo de Eva Bailén, alicantina de 41 años, madre de tres niños y empleada de telefonía. Tiene una jornada «reducida» de siete horas pero su niño 'trabajaba' ocho: cinco en el colegio y tres más en casa haciendo la tarea, sin margen para conciliar la vida escolar con los juegos. «Muchos días acababa llorando porque no le había dado tiempo a jugar en toda la tarde. Y eso que yo le ayudaba dictándole los enunciados de los ejercicios. Se los mandaban copiar todos. No lo entiendo. ¿Qué es, un escribano?». Su hijo (11 años) fue uno de los primeros alumnos en estrenar la polémica Lomce del exministro José Ignacio Wert. «Redujeron las clases a 45 minutos en lugar de una hora, así que ese cuarto de hora lo tenían que recuperar en casa, haciendo deberes. Y no te digo ya cuando llegaba el fin de semana o un puente... Me contaron el caso de una familia que iba a anular las vacaciones de Semana Santa en el Caribe porque al niño le habían mandado muchos deberes y si no los llevaba, le suspendían».

Eva fue conociendo más situaciones de chavales como el suyo, saturados con las tareas, a raíz de la recogida de firmas que organizó hace unos meses en la web Change.org contra «los deberes abusivos». Su caso ha salido en la televisión pública inglesa y va camino de los 175.000 apoyos online. «A los niños hay que dejarles respirar», clama Eva, que ha hecho un vídeo ya convertido en viral en el que adultos tratan de adivinar cuál es la profesión más dura del mundo. Varios niños en edad escolar les demuestran que es la suya y les dejan boquiabiertos.

Si no ha firmado aún la petición de Change seguro que lo hará pronto César Bona, 'el mejor profesor de España' (fue uno de los 50 finalistas al Global Teacher Prize, el Premio Nobel de los maestros, que ganó la estadounidense Nancie Atwell entre 5.000 candidatos). Él no manda muchos deberes y no permite que los alumnos estén más allá de las siete de la tarde entre libros. «Si para esa hora no han acabado les digo a los padres que les dejen ir a jugar pero que me manden una nota informándome. Porque eso es labor mía. He conocido a alguna madre que le hacía algún ejercicio al crío para que los llevara terminados y eso no puede ser».

Él siempre hizo solo la tarea y si no sabía, preguntaba al día siguiente al profesor. Imponiéndose a una vergüenza -«era un estudiante aplicado y sacaba buenas notas pero no me atrevía a levantar la mano»- que le ayudó a superar don Dionisio, el maestro en la escuela de Ainzón (Zaragoza), donde se crió. «Tenía un arte especial para mover el bigote y mostrar desacuerdo y le bastaba fruncir el ceño para que no se oyera una mosca». César manda poca tarea porque «es obligatorio que los niños sigan siendo niños» pero reconoce que él también sucumbió al pánico de muchos padres. «Hace unos años conviví con una chica que tenía una hija. Viví con esa niña de los 3 a los 9 años. Yo por entonces era un maestro estricto y le decía: 'Hasta que no acabes, no descansas. Y si no terminas antes de cenar, lo acabará después'. Nunca más lo haría».

Porque no es sano, advierte la psicóloga Silvia Álava. «Es una barbaridad que un niño pasé tres horas al día haciendo deberes. Hasta los 8 años con 20 ó 25 minutos para afianzar la lectura y el cálculo es suficiente y a partir de esa edad, una hora u hora y media para repasar lo que han visto en clase». Pero ojo que no se trata de demonizar los deberes, un ejercicio estupendo no solo para mejorar el rendimiento académico, también «para que los niños adquieran responsabilidad y aprendan el valor de la constancia y el esfuerzo».

¿Cómo trabaja el mejor profesor de España?

  • Con bigote postizo. Se lo puso una vez, cuando el director del colegio le obligó a usar la bata. César Bona lo hizo como simpática protesta, porque a él no le gustan los «signos» que le distingan de los chavales. El 'mejor profe de España' emplea unos métodos a veces poco ortodoxos, y a los chavales se les abren los ojos como platos. Como cuando les manda agruparse por continentes, o les manda hablar en verso, organiza un concurso para ver quién frunce el ceño más veces y más rápido, designa un 'cabecilla de los sublevados' que canaliza las quejas de los compañeros y a un 'curioso' que lanza una pregunta a la clase cada día '¿quién era ese artista que pintó unos relojes espachurrados?, ¿por qué hace frío en los polos...?'. Así, asegura Bona, «aprenden de literatura, mitología, geografía, música, arte... Más allá de la recopilación de conocimientos , estas prácticas fortalecen la actitud curiosa». Desvela sus métodos en 'La nueva educación. Los retos y desafíos de un maestro hoy' (Plaza Janés), el libro que acaba de publicar y que le ha alejado unos meses de las aulas. Está deseando volver. Allí le esperan alumnos como Javi, un crío de 9 años que le enseñó a tocar el cajón; o Juan, el protagonista de 'Hamlet' en la función del colegio. «Solo tenía frase y media, y apenas sabía leer, pero eso le abrió el mundo de la lectura». Y pensar que César quería ser futbolista...

Y eso, alerta la especialista, directora del área infantil del Centro de Psicología Álava Reyes, no tiene nada que ver con que saquen un 10. «Es preferible que un niño saque un 7 por sí mismo a que saque un 10 porque los padres le ayudan continuamente». Esta apreciación abre el debate a una pregunta que se hacen casi todas las familias. ¿Le tengo que ayudar a hacer los deberes o debo dejarle que los haga solo? «Hay padres que vuelven a hacer la Primaria con sus hijos, solo les falta matricularse otra vez en la escuela. El niño debe saber que los deberes son su responsabilidad, no la de sus padres. Además, esos ejercicios se los han explicado ya en el colegio, es un error que la madre esté sentada al lado mirando cómo trabaja u orientándole continuamente. Los adultos deben estar solo para las dudas puntuales».

-Muchos creen que son mejores padres si les ayudan.

Hay niños que usan los deberes para llamar la atención. Como saben que a sus padres les preocupa que la tarea vaya hecha, lo utilizan y dilatan el tiempo a propósito.

Tuvo un caso en su consulta, Beatriz, 7 años. «La niña tenía una hermana pequeña y se enfadaba con facilidad. El momento más conflictivo era el de los deberes y como protestaba y montaba pataletas los padres optaron por quedarse con ella haciendo la tarea. Pero entonces se dieron cuenta de que tardaba incluso más que haciéndola sola. En el colegio, la profesora nos dijo que Beatriz no tenía dificultades de aprendizaje. Estaba utilizando los deberes para conseguir atención extra de sus padres y era capaz de sacrificar su tarde libre con tal de conseguir que estuvieran encima de ella, pendientes».

-Es que igual de otra forma no lo consiguen.

Hay padres que piensan: 'Qué bien, hoy no tiene deberes, así puedo hacer yo otras cosas'. Y eso es un error, deberían aprovechar ese tiempo para jugar con sus hijos o para hacer cosas juntos. No solo para los deberes. La vida es más que un boletín de notas -zanja Álava, autora del libro 'Queremos que crezcan felices' (JdeJ Editores)-.

Eso les transmitió a los padres de Beatriz, una historia con final feliz: «Lo que hicimos fue ponerle un horario a la niña. Sus padres le dijeron que hasta una hora determinada ella haría sola los deberes y después establecerían un rato para jugar juntos. Se cambió ese tiempo de atención en negativo, con riñas y protestas para que hiciera los deberes, por un tiempo de juego. Si a la hora estipulada Beatriz no terminaba la tarea por haberse demorado adrede con protestas, sus padres se iban a jugar con su hermana pequeña, de 5 años. En una semana, Beatriz pasó a hacer sola los ejercicios y a hacerlos en un tiempo razonable».

Una enseñanza para la niña... Y para los padres. «El adulto nunca debe suplantar al niño. Si no ha apuntado los deberes en la agenda y no sabe qué tiene que hacer debe llamar a un compañero para averiguarlo, pero debe llamar él, nunca su madre. Con vistas a su correcto desarrollo emocional, a la adquisición de autonomía e incluso de autoestima, la sobreprotección es claramente negativa».

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