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Hay gominolas de colores y formas muy diferentes.
¿De qué están hechas las gominolas?

¿De qué están hechas las gominolas?

Tienen una estética irresistible, huelen de dulce y saben aún mejor, pero ¿qué es lo que estamos ingiriendo?

Susana Zamora

Domingo, 17 de mayo 2015, 00:09

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Cuenta la empresa Miguelañez, actual propietaria de la marca 'Gominolas', que en su origen, a principios de los años 60, su venta estaba limitada exclusivamente al sector farmacéutico. Se trataba de caramelos de goma con sabor a menta indicados en el tratamiento de la tos. Sin embargo, fue tal la aceptación, que poco a poco se fueron creando nuevas gamas de productos aglutinadas bajo la misma marca. Aunque por gominolas se entiende popularmente un sinfín de chucherías, técnicamente son caramelos de goma, matiza el director de calidad de esta empresa, Domingo Camino.

Fresones, ositos, gusanos, huevos fritos, corazones...y todos a cual más apetecibles. Con sabores a mil frutas y recubiertos de azúcar o con un brillo irresistible. ¿Pero qué hay detrás de esa apariencia tan atractiva para el consumidor y, especialmente, para los más pequeños?

Están fabricadas con tres componentes básicos: azúcar, jarabe de glucosa o fructosa y gelatina. Además, se añaden aditivos alimentarios, como los colorantes, que en nuestro caso son completamente naturales, porque hay algunos que producen hiperactividad y desatención en los niños y, por tanto, desde hace un par de años los hemos eliminado, apunta Camino.

Pero si hay algo que caracteriza a este caramelo de goma es su textura blanda, que se logra con la mezcla y la cocción del azúcar, el jarabe de glucosa y las gelatinas. Éstas son de origen animal, principalmente bovino o porcino, y se obtienen a partir de los tuétanos y las articulaciones de los animales, e incluso de sus pieles con procesos totalmente verificados y garantizados, precisa Camino. Asegura este responsable que han aparecido recientemente unas gelatinas de pescado, pero que son carísimas de obtener porque el proceso de extracción no está completamente industrializado.

Asimismo, hay otro tipo de productos en el mercado parecidos a los caramelos de goma, que son de pectina, una especie de gelatina de origen vegetal, también más costosa, que produce un efecto saciante, pero que el consumidor parece que no lo agradece tanto porque se toma una sola unidad y ya no le apetece seguir comiendo. En este sentido, son los establecimientos de diétetica los que sí lo agradecen bastante, explica.

El brillo, otra característica básica de estos caramelos, se logra con los aditivos, ya sean los colorantes y las aromas. En la fase final, a algunos se les recubre con una capa de azúcar y en otros se utilizan para su acabado aceites vegetales o ceras de abeja.

La mala prensa de las golosinas

Frente a la mala prensa que la chucherías tienen, ya sea por el aporte calórico o la producción de caries, Camino se defiende: Si tiene esta mala fama es por un exceso en el consumo. Va más allá y pone un ejemplo: 100 gramos de caramelos de goma tienen aproximadamente entre 250 y 300 kilocalorías, y una gominola pesa solo dos. Además, tienen proteínas, aproximadamente, unos 2 ó 3 gramos por 100; hidratos de carbono, entre 75 u 80 gramos por 100 y no contiene grasas saturadas. Asimismo, sabemos de la sensibilidad que existe en la población con las intolerancias o alergias alimentarias, por eso fabricamos nuestros productos sin gluten, sin leche, sin frutos de cáscara y sin ninguno de los 14 alérgenos que estamos obligados a indicar. Indica.

El médico endocrinólogo, Federico Soriguer, confirma que las gominolas tienen pocas calorías y son poco relevantes desde un punto de vista nutricional. Distingue entre los azúcares complejos, que son aquellos que contienen fibras, como los que aportan la patata, la piel de la fruta o los frutos secos, y los no complejos, poco recomendables y que se encuentran en las bebidas azucaradas y los caramelos, por ejemplo. Estos azúcares son calorías vacías, sin un valor añadido y sin beneficios nutricionales, explica.

En cuanto a las gominolas, como caramelos que son, este especialista asegura que hay que limitar su ingesta. No se trata de prohibirle a un niño que las coma, pero sí limitárselas, por ejemplo, a un cumpleaños; no debe ser de consumo diario. Asegura que la alimentación es sobre todo educación y eso exige disciplina y constancia. El principal educador actualmente es el mercado y eso solo se puede contrarrestar con la familia y los buenos hábitos.

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