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Miembros de seguridad detienen a Josephine Witt después de rociar de confeti a Mario Draghi.
La activista «freelance»

La activista «freelance»

La alemana Josephine Witt, de 22 años, es una exmilitante de Femen que antes de montársela a Draghi ya protestó desnuda ante Merkel y Putin y la Justicia turca, que la metió 26 días en la cárcel

juan carlos barrena

Lunes, 20 de abril 2015, 00:29

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Le encanta dar el escándalo y no tiene escrúpulos a la hora de elegir el lugar o la víctima ni pudor cuando se trata exhibirse como Dios la trajo al mundo. La joven alemana Josephine Witt, pseudónimo de Josephine Markmann, exactivista del grupo feminista Femen, pegó el miércoles un susto de muerte al presidente del Banco Central Europeo (BCE), el italiano Mario Draghi, al saltar sobre su mesa en plena rueda de prensa para criticar la actuación del instituto que dirige los designios del euro. «End the ECB Dick-Tatorship» (abajo con la dictadura del BCE), reclamaba el eslogan de la sudadera que vestía y que, excepcionalmente, no se quitó para protestar a pecho descubierto, como suele ser habitual. «La cara asustada de Draghi me pareció algo maravilloso y también me alegró mucho ver su reacción», se burla esta estudiante de filosofía de 21 años: «El BCE no es una institución elegida democráticamente y pese a ello impone decisiones muy duras a los ciudadanos europeos, recortes que afectan e incluso destrozan sus vidas».

Josephine Witt escogió a Draghi como víctima de su protesta «colorida y pacífica» porque «en las últimas manifestaciones vi que el Banco Central Europeo necesita un estado policial para seguir funcionando». Esta «activista freelance», como ahora se define, dice que «los violentos son ellos, los que arrojan gas lacrimógeno» y que ella eligió rociar a Draghi de «confeti por las connotaciones positivas que tiene». Josephine Witt tenía pensado llevar una tarta, pero lo descartó después de comprobar que para entrar en el BCE hay que pasar un control policial como el de los aeropuertos. La joven estudiante alemana se coló en la rueda de prensa haciéndose pasar por periodista: «Es un sitio encantador. Había un salón con música, bebidas gratis y la gente que trabaja allí es muy agradable».

Otra sorpresa es que Josephine Witt ya no es activista de Femen, el conocido grupo feminista de origen ucraniano, cuyas activistas actúan con el torso descubierto, mostrando sus senos y, generalmente, con algún eslogan escrito sobre la piel, pero siempre bajo el lema Mi cuerpo es mi arma. «Dejé de colaborar con ellas sin ningún motivo en particular», explica la joven: «No pasó nada que me llevara a dejar el grupo, aunque sí creo que hay que ir evolucionando con el tiempo y desarrollando acciones diferentes para que la gente no se acostumbre. La protesta contra el BCE no fue en topless, por ejemplo, no seguía esa estética».

Contra la FIFA y Catar

Estética que no dudó en aplicar en una protesta en la Feria Industrial de Hanover en abril de 2013, cuando consiguió acercarse junto a otras activistas de Femen a la comitiva de la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente ruso, Vladimir Putin, y mostró sus pechos con la inscripción «Fuck Dictator» (jódete dictador). Los servicios de seguridad de los dos mandatarios consiguieron interceptar a las jóvenes, pero la foto con la cara de susto de Merkel y el gesto divertido de Putin dio la vuelta al mundo. La acción no tuvo consecuencias, aunque al mes siguiente fue a parar con sus huesos en la cárcel por otra protesta en Túnez. Junto a otras integrantes francesas de Femen, Josephine Witt mostró su torso desnudo ante el palacio de justicia en solidaridad con su compañera tunecina Amina Tyler, condenada por realizar una pintada feminista en la tapia de un cementerio y cuya lapidación exigían clérigos ultraconservadores. Esa solidaridad le costó 29 días de prisión y una condena de otros cuatro meses, que finalmente fue conmutada por la de libertad condicional.

El 12 de diciembre de 2013, junto a su colega Hellen Langhorst, irrumpió en un programa de la cadena pública alemana de televisión ZDF con los pechos al aire pintados como sendos balones de fútbol y la inscripción «Sangre & Juegos» sobre su torso. Criticaban la concesión por «la Mafia de la FIFA» del Mundial de 2022 a Catar y denunciaban el régimen machista del emirato y las condiciones inhumanas en las que trabajan quienes están levantando los estadios para el torneo.

Para celebrar el fin de año, el 25 de diciembre volvió a armarla: interrumpió la misa de Navidad en la catedral de Colonia al saltar sobre el altar con los pechos al aire y la inscripción «Im God» (soy Dios), dejando estupefacto al arzobispo de la ciudad, Joachim Meisner, que ese día celebraba su 80 cumpleaños. Josephine Witt aseguró que su protesta iba dirigida contra el «monopolio de poder de la Iglesia católica» y su rechazo al aborto y la libre decisión de las mujeres sobre sus cuerpos. La acción le costó una multa de 1.200 euros por alterar el ejercicio de la religión. Pero el cardenal Meisner fue benévolo y la incluyó explícitamente en sus bendiciones al término del oficio.

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