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Los emoticonos y sus parientes más evolucionados, los llamados emojis –caritas–, se han convertido en una constante en mensajes de correo electrónico, WhatsApp, Line, Twitter, Facebook..
Emoticonos: ¿moda o fenómeno lingüístico?

Emoticonos: ¿moda o fenómeno lingüístico?

Estudios recientes avalan que nuestro cerebro ya está programado para interpretar :) como una cara real

Nieves Castro

Sábado, 7 de marzo 2015, 00:38

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Todos en algún momento hemos hecho uso de ellos. ¿Quién no ha introducido :-) o su contrario :-( en alguna de sus comunicaciones escritas para subrayar su estado anímico? Y si no es así, es que usted, querido lector, está off-line. Y nunca mejor dicho, porque los emoticonos y sus parientes más evolucionados, los llamados emojis caritas, se han convertido en una constante en mensajes de correo electrónico, WhatsApp, Line, Twitter, Facebook... e incluso aceptados en mensajes de carácter profesional. Gracias a trabajos de especialistas en ciencias del comportamiento sabemos que sirven para congeniar de una forma más efectiva con desconocidos y que su uso en redes sociales hasta incrementa nuestra popularidad. De hecho, los expertos ya se han formulado la pregunta del millón: ¿son una moda pasajera o un fenómeno lingüístico? La conclusión es que no sólo son moda, sino un prodigio de primer nivel: constituyen una forma de lenguaje que nuestro cerebro ha aprendido a asimilar como parte del léxico habitual y suscitan la misma reacción que rostros reales.

Un reciente estudio del investigador australiano Owen Churches concluye que los emoticonos son una nueva forma de lenguaje. El estudio publicado en Social Neuroscience Journal afirma que para descodificarlos nuestro cerebro ha producido un nuevo patrón de actividad que nos lleva a reaccionar ante ellos de la misma manera que ante un rostro real. Churches reunió a una veintena de voluntarios para estudiar sus reacciones frente a una serie de emoticonos, rostros naturales y cadenas de caracteres sin sentido. Bajo técnicas de escáner comprobó que los emoticonos escritos al uso, esto es, de izquierda a derecha, tenían la misma reacción en la corteza cerebral que la que tenía lugar al ver la cara de una persona.

Lo curioso, según los expertos, es que esta respuesta neuronal ha sido creada culturalmente debido a las necesidades de la era digital. La psicóloga malagueña Estefanía Villanueva ahonda en este aspecto, y subraya que el emoticono se ha convertido en el complemento de nuestro mensaje y, en muchas ocasiones, en el acto comunicativo en sí mismo. «Viene a sustituir lo que conocemos como comunicación no verbal: postura de nuestro cuerpo, tono de voz, miradas, gestos y expresiones. Esta comunicación no verbal es totalmente necesaria y complementaria a la verbal. Usamos el emoticono o emoji para regular el proceso de comunicación, ampliando, reduciendo o modificando el significado del mensaje escrito», afirma la especialista.

Desde que en 1982 el creador del primer emoticono Scott Fahlman, profesor de la Universidad de Carnegie Mellon en EEUU, combinara los dos puntos, el guión y el paréntesis del teclado para generar un mensaje escrito que indicaba que el anterior era broma, hasta la creación de los emojis más evolucionados a día de hoy, el cerebro ha hecho una gran labor para integrar estos símbolos como parte del lenguaje.

Villanueva subraya que este fenómeno lingüístico tiene su raíz en la evolución que ha experimentado la comunicación humana con las redes sociales y demás usos de las tecnologías, en detrimento de las llamadas telefónicas o las relaciones de tú a tú. Así, el emoticono se ha convertido prácticamente en imprescindible cuando se pretende comunicar algo más que una información neutral. «Si lo que queremos es trasmitir un mensaje donde la emoción y los sentimientos sean los protagonistas o tengan una carga importante en el mismo, difícilmente podremos hacerlo de forma escrita sin introducir un emoji o hacer referencia mediante una instrucción también escrita diciendo que es broma, es triste, etc., aclarando la intencionalidad del mensaje», apostilla la psicóloga.

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