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César Bona, en su clase de 5º de Primaria del Colegio Puerta de Sancho, en Zaragoza.

Un 'profe' hacia el 'Nobel' en las aulas

«Lo más importante no son las buenas notas, es que seáis buenas personas», alecciona César Bona. En su clase no se toman apuntes. Se enseña la vida

daniel vidal

Martes, 23 de diciembre 2014, 01:09

Siempre hay algún padre receloso cuando César Bona explica, a principio de curso, que en sus clases no se abre el libro de texto, no ... hay pilas de deberes para casa ni tampoco exámenes al uso. Que las herramientas escolares son obras de teatro, cortometrajes y largometrajes, cine mudo, risas y llantos, que se aprende hasta ópera, pero sobre todo respeto y empatía. «Lo importante no es que saquéis buenas notas, es que seáis buenas personas», alecciona cada primer día de colegio. Y el recelo se va transformando, con el paso de los trimestres y los primeros resultados, en verdadera devoción por este profesor «único», elogia Javi, ex alumno del Colegio Fernando El Católico, de Zaragoza. Enclavado en uno de los barrios más conflictivos de la capital aragonesa, este centro soportaba un nivel de absentismo terrible... hasta que apareció César Bona. Y los mismos chavales que antes remoloneaban lo indecible para escaquearse del pupitre, esperaban la siguiente jornada lectiva como el que aguarda la mañana del día de Reyes. Lógico, cuando en medio de la clase de 'mates' tocaba ensayar la obra de teatro y la escena acababa en una explosión de risotadas. O cuando, antes de ir a comer a casa, el 'profe' aprendía a tocar el cajón flamenco gracias a las lecciones de sus propios alumnos, en su mayoría, por aquel entonces, de etnia gitana. César Bona no solo enseña, sino que se deja enseñar. Y cuanto más rebelde y más difícil es el chaval que tiene delante, «mayor es mi reto», reconoce. Pero ojo, que sus clases tampoco son los mundos de Yupi: «Soy una persona exigente, pero antes que exigirles yo, quiero que se exijan ellos mismos. Alguna vez he tenido que pegar un grito o dar un puñetazo en la mesa. Sobre todo al principio de curso... Luego ya frunzo el ceño y saben por dónde voy», sonríe. «Y no me canso de decirles que, sin esfuerzo, no se gana». Buen consejo.

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