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Paseantes y bañistas en la playa vizcaína de La Arena durante un atardecer de octubre.
Veroño

Veroño

El país no vivía desde hace tres décadas un otoño tan caluroso, con máximas históricas y el campo revolucionado. 2014 puede ser el año más caliente de la historia

borja olaizola

Viernes, 31 de octubre 2014, 01:16

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Ha pasado la vendimia, han empezado las clases y los árboles han perdido sus primeras hojas. Los ecos de los disparos de los cazadores resuenan en los campos y en las calles de las ciudades huele a castañas asadas, el perfume de los primeros fríos. En ese cuadro inequívocamente otoñal hay sin embargo escenas que parecen fuera de lugar: tipos que se pasean en pantalón corto y chancletas, terrazas al aire libre atestadas de clientes, playas repletas de paseantes y bañistas «Es como si el otoño se hubiese difuminado», resume Vicente Aupí, autor de varios libros sobre meteorología y titular de una atractiva página web con un nombre que tiene sabor a novela victoriana: 'estrellasyborrascas.com'.

Aupí estudia desde hace 29 años el tiempo desde su observatorio meteorológico de Torremocha del Jiloca, una pequeña población enclavada en un altiplano de Teruel que en invierno se sumerge en lo más parecido a la era glacial que se conoce en la península (en diciembre de 1963 se alcanzaron cerca de allí los 30 grados bajo cero, la temperatura más baja medida en España). «Llevamos unos meses de septiembre y octubre con persistencia de vientos del sur generalizados que se están traduciendo en unas temperaturas anormalmente altas para estas fechas», observa. A partir de octubre suele ser difícil que en Teruel el termómetro supere la barrera de los diez grados, pero este otoño al mercurio le cuesta bajar de los veinte y hay días que se ha disparado hasta rozar los treinta.

Aragón es la comunidad más afectada por los calores otoñales. Según registros de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), en Zaragoza la temperatura entre el 1 de septiembre y el 25 de octubre ha estado 3,7 grados por encima de la media histórica. «En todas las regiones españolas ha hecho entre uno y dos grados más en septiembre y octubre, pero en el noreste es donde se han dado las mayores alzas, con valores también muy altos en Girona (3,65 grados), (3,55) Navarra o en Teruel (3,54)», puntualiza Ana Casals, portavoz de Aemet. La explicación a ese ascenso térmico generalizado hay que buscarla en la persistencia de una situación que ha favorecido la formación de vientos del sur y ha bloqueado la entrada de aire frío.

Andalucía no se queda atrás en cuanto a altas temperaturas, con Málaga a la cabeza. Así, el terral dejó la semana pasada un récord histórico de temperaturas en el mes de octubre en la Costa del Sol. El termómetro alcanzó el miércoles los 35 grados en el aeropuerto malagueño, algo que nunca había ocurrido a estas alturas del mes

¿Estamos ante una anomalía? «En absoluto», se apresura a responder la meteoróloga Margarita Martín, que recuerda que uno de los fenómenos más característicos del otoño es la presencia de vientos del sur que caldean la atmósfera. «Cada cierto tiempo tenemos un otoño excepcionalmente cálido, el último fue el de 2006», recuerda la delegada de Aemet en el País Vasco. Su colega José Ángel Núñez, jefe de Climatología del mismo organismo en la Comunitat Valenciana, no tiene las cosas tan claras: «Septiembre y octubre están siendo excepcionalmente cálidos desde hace ya unos cuantos años y esa tendencia solo se explica si se inscribe en un ciclo de calentamiento global».

Aunque a orillas del Mediterráneo el ascenso de la temperatura media otoñal no ha sido tan acusado como en el Valle del Ebro, ha habido puntas con registros extremos que han llamado la atención. Valencia y Castellón vivieron el pasado 21 de octubre la jornada más calurosa de cuantas hay constancia ese mes con máximas de 35,8 y 33,4 grados, respectivamente. «La prueba más evidente de que se está produciendo un cambio climático -razona Núñez- es que obtenemos registros de temperaturas extremas cálidas casi todos los años mientras que para encontrar registros mínimos que sean efemérides nos tenemos que remontar a febrero de 1956, cuando en Valencia se midieron 7,5 grados bajo cero».

La NASA ya ha dictaminado que el pasado septiembre ha sido el más cálido desde que se empezaron a tomar registros y hay muchas posibilidades de que 2014 pase a la historia como el año más caluroso de toda la serie. A los meteorólogos, sin embargo, no les gusta mucho el término de calentamiento global. «Los ciclos térmicos del planeta son tan largos que carecemos de perspectiva para analizar tendencias, todavía sabemos muy poco sobre el comportamiento del clima», describe Emilio Rey, uno de los fundadores de Digital Meteo. A Rey, que tiene su propio observatorio en Madrid, le sigue sorprendiendo el revuelo que generan las más leves alteraciones atmosféricas. «Nuestra memoria meteorológica es muy corta y también muy subjetiva; no hay un solo tiempo, sino tantos tiempos como habitantes somos».

Los registros de Aemet confirman que septiembre y octubre de 2014 van a ser los más cálidos desde 1985. Si hace 29 años la temperatura media subió hasta los 20,56 grados, esta vez nos vamos a quedar en 20,49, unos 2,5 grados por encima de la media de una serie que se remonta hasta 1971. En las redes sociales se habla ya de 'veroño' y se repiten los chistes sobre bañistas que van a recoger setas en chancletas o que se hartan de zampar helado de castañas.

Alarma por las plagas

La prolongación del verano ha tenido una acogida desigual. Para sectores como la hostelería ha sido mano de santo: las calles están más transitadas que nunca y en las terrazas de cafeterías y bares no hay forma de encontrar una mesa libre. «Al final el sol se ha portado y estamos compensando las malas cajas del verano», dice con optimismo contenido el secretario de la Asociación de Hostelería de Navarra, Nacho Calvo. En las tiendas de ropa, sin embargo, se suben por las paredes: las prendas de temporada que lucen los escaparates, repletos de bufandas y abrigos, no cuadran con las temperaturas de la calle. En la Asociación de Empresarios de Comercio Textil de Aragón hablan de un descenso de ventas de entre el 15 y el 20% en octubre.

También entre los agricultores hay división de opiniones: mientras que en el Mediterráneo hay preocupación por el incremento del gasto que representa bombear continuamente agua a cultivos como la naranja, cuya recogida acaba de empezar, en la cornisa cantábrica les parece mentira que en vísperas de noviembre las huertas al aire libre sigan rindiendo como en verano. En lo que están de acuerdo unos y otros es en la alarma por la propagación de las plagas, que se multiplican en ausencia de bajas temperaturas. Pero puede que a los voraces insectos no les quede mucho tiempo por delante: el domingo entrará un frente atlántico que va a cambiar por completo el ambiente veraniego que hemos disfrutado hasta ahora. Bajarán las temperaturas y habrá que rescatar de los armarios las prendas de abrigo, las botas y los araguas. Aunque con un par de días de retraso, todo apunta a que el viejo refrán de 'por Todos los Santos, nieve en los altos' se cumplirá un año más.

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