Borrar
Yihad 2.0

Yihad 2.0

El Estado Islámico promociona su causa en internet con vídeos sangrientos, fotos de gatitos y niños enfermos de cáncer blandiendo banderas. Están ganando la batalla mediática.Ya no se lleva esconderse en cuevas, sino grabar vídeos con sus masacres y exhibirlos en sus propios medios de comunicación.

daniel vidal

Jueves, 18 de septiembre 2014, 01:22

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Las imágenes pueden herir su sensibilidad. Pero no hay rótulos informativos sobre la crudeza del contenido. La película se llama El sonido de las espadas y comienza como las mejores superproducciones de Hollywood. La región del Golfo Pérsico desde el espacio, a lo Gravity y un dron que capta desde el aire la arrasada ciudad de Faluya, en Irak, en planos de 360 grados. Cada vez más deprisa, cada vez más deprisa... Hasta que el plano acaba fundiéndose con un miliciano del Estado Islámico en plena batalla, lanzando un mortero y gritando «¡Allah Akbar!» (Alá es el más grande). Estas son las escenas más agradables del documental de Al Furqan Media, una de las productoras audiovisuales asociadas al ISIS (Estado Islámico de Siria y Levante), esa organización de banderas negras y decapitaciones televisadas que también cuenta con jefe de prensa, community manager y una trabajada red de propaganda que incluye una revista (Dabiq) y hasta tienda online de souvenirs. Los muyahidines del siglo XXI tienen poco que ver con aquellos asesinos de Al Qaeda, comandados por el canoso Osama Bin Laden, que hacían grandes sacrificios y se ocultaban en cuevas a ver la televisión por satélite mientras urdían el siguiente ataque. Ahora la televisión por satélite la hacen ellos mismos para meter el miedo en el cuerpo a medio mundo. Y Estados Unidos, claro, acaba de reaccionar anunciando futuras operaciones militares. «La presencia cada vez mayor de combatientes occidentales entre las filas del ISIS (hay unos 50 españoles) está cambiando la forma de comunicación de estos grupos y la vida del nuevo yihadista está llena de adrenalina. Ahora tienen a su disposición grandes propiedades, decenas de armas y coches, están enganchados a Twitter e Instagram e incluso puede disfrutar de la comida occidental», ilustra David Barrancos, analista internacional e investigador del think tank sobre seguridad Thiber.

Durante una hora de largometraje, El sonido de las espadas recoge las ejecuciones en masa de todos aquellos «infieles» que se encuentra por el camino la organización radical y no se convierten a la causa. Balas a bocajarro en la nuca y decapitaciones a cuchillo grabadas en primer plano. Ríos de sangre y terror en estado puro bajo la misma cantinela: «Alá es el más grande. Conquistaremos Jerusalén, conquistaremos Roma y devolveremos Al Andalus (España)», proclama un miliciano, blandiendo un machete descomunal. También utilizan a las víctimas para lanzar el mensaje de turno, obligadas por las afiladas hojas que luego acabarán con sus vidas. Así lo ha hecho el cooperante británico David Haines, cuya muerte se confirmó el sábado noche y que culpó a Cameron de su muerte y los periodistas norteamericanos James Foley y Steven Sotloff, cuyos vídeos con sus truculentas muertes se distribuyeron por las redes sociales y, a día de hoy, todavía se pueden encontrar en páginas incluso de Estados Unidos. Durante las seis primeras horas después de la decapitación de Sotloff, más de 1.700 cuentas de Twitter publicaron cerca de 3.000 tuits difundiendo y justificando la muerte del periodista junto a la etiqueta #UnSegundoMensajeParaAmérica. El vídeo, por cierto, y según sospecha la CIA, también está grabado por Al Furqan, cuyas producciones jaleando la barbarie yihadista circulan sin control por las redes sociales .

Crueldad como propaganda

«En pleno verano del selfie han vuelto las películas snuff», valora con ironía el semiólogo y catedrático de Teoría de la Información de la Universidad Complutense Jorge Lozano, que reconoce haber echado un vistazo a estos vídeos «haciendo de tripas corazón». Su conclusión es clara: «Lo tienen todo muy estudiado. Editan el miedo, meten títulos de crédito en las matanzas como si fuera una película; hacen una especie de reality. Tiene un punto de ficción, pero es real». Y sin perder ni un ápice de crueldad, «que es su bandera y resulta muy eficaz como propaganda. Todo con los mismos objetivos: conquistar territorio infundiendo el miedo y reclutar nuevos miembros», apunta el analista David Barrancos. Cuando llegan a las ciudades casi no encuentran resistencia porque la gente sale despavorida».

Y eso que los terroristas a veces intentan mostrar un lado más tierno. Los verdaderos reyes de los virales de internet siguen siendo los vídeos de gatitos... y los niños. Hace tiempo crearon el hashtag #GatosDeLaYihad para acompañar las fotos en las que se veían lindos felinos junto a granadas de mano, pistolas y fusiles, asegurando que a sus mascotas «también les gusta matar infieles». En la cuenta @MujaahidaHafy, que tiene casi 4.000 seguidores, uno se puede encontrar con buena parte de esta nueva propaganda yihadista, que el departamento de comunicación distribuye hasta en siete idiomas. Estados Unidos anda detrás de Ahmad Abousamra, un informático de Boston, de familia adinerada, que está identificado como una de las cabezas de la divulgación en internet de la ideología «y el postureo», como lo define Barrancos del Califato, autoproclamado por el Estado Islámico tras la toma de Mosul (Irak) en junio: «Funcionan, o eso pretenden, como un verdadero estado. Al menos, como una verdadera empresa». Y con bastante tirón, como se demostró en la campaña #AllEyesOnISIS, en la que cientos de simpatizantes salieron a la calle en todo el mundo para fotografiarse junto a monumentos emblemáticos y la banderita o el cartel de marras. También en la Alhambra, en el palacio de la Aljafería de Zaragoza o en el Sagrado Corazón de San Sebastián.

La fábrica de cine del ISIS

  • Vídeos con tintes de «Hollywood» y de «videojuego» Las superproducciones audiovisuales que el Estado Islámico difunde por la red, y para las que utiliza material de altísima calidad, tienen «tintes de película de Hollywood e incluso de videojuego», según el analista David Barrancos. Eso logra captar «cada vez más» combatientes en Occidente, que suponen un peligro potencial para sus países de origen.

Además de muchos muertos y mucha sangre, en las cuentas que el ISIS tiene activas por las redes sociales hay fotos de todo lo que uno se pueda imaginar. Desde memes que ilustran la vida y los objetivos del terrorista hasta de cupcakes decoradas con balas y el Corán, que no todo va a ser acción y muerte en la vida del muyahidín moderno. Aunque quizá algunas de las instantáneas más repelentes son aquellas en las que varios niños enfermos de cáncer sujetan las famosas banderas negras. Y los Goebbels de turno añaden en el tuit: «El Estado Islámico cuida de los niños enfermos de cáncer en sus hospitales». Los terroristas tampoco tienen escrúpulo alguno a la hora de utilizar a los pequeños para su propaganda.

«El autodenominado Estado Islámico demuestra no ser ni estado ni islámico por su violencia criminal y su injusticia opresora», denunció la semaa pasada Riay Tatary, presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de España: «El islam promueve la paz y la convivencia. Exhortamos a los imanes a que tengan muy presente la concienciación de los fieles para que nadie pueda caer en la trampa propagandística de estos grupos extremistas». Y a pesar de los mensajes conciliadores de los auténticos musulmanes, la expansión del ISIS preocupa a las fuerzas de seguridad de Occidente. Los analistas ya dan por hecho que Estados Unidos «está perdiendo la batalla mediática», aunque siempre les quedará la fuerza bruta del Tío Sam.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios