Borrar
Sobre estas líneas, los pediatras Eduard Estivill (izqda.) y Carlos González
¿Eres de Estivill o de Carlos González?

¿Eres de Estivill o de Carlos González?

Estos dos pediatras tienen revolucionados a los padres de medio país: uno defiende teorías conductistas para enseñar a dormir a los niños, el otro apoya que se haga lo que se quiera, incluido el colecho

PPLL

Sábado, 30 de agosto 2014, 17:32

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Eduard Estivill (Barcelona, 1948) es un sádico al que le gusta que los niños sufran. De hecho, insiste en dejarlos llorar y critica a las madres que los cogen en brazos o les besan. Carlos González (Zaragoza, 1960), por su parte, es el pediatra que aboga porque los padres no eduquen a sus hijos y utiliza la demagogia barata para desaconsejar cualquier tipo de disciplina educativa.

Esta definición, por supuesto falsa excepto en lo que a fecha y lugar de nacimiento se refiere, se puede encontrar fácilmente buscando información en Internet sobre los dos pediatras anteriormente mencionados. La Red se divide en defensores de Estivill y detractores de este neuropediatra y apóstoles de su colega González. Pero ¿qué hay detrás de las teorías de estos dos médicos? ¿Se puede ser padre sin ser forofo de ninguno de los dos? SALUD Revista.es ha hablado con ellos en busca de puntos en común y, sí, tienen algunos.

En primer lugar y aunque los detractores de Estivill puedan resistirse a creerlo, ambos piensan que a los niños hay que quererlos y besarlos, y mucho. González hizo de esta práctica su declaración de intenciones al titular uno de sus libros 'Bésame mucho' (Temas de Hoy, 2003), pero Estivill anima a los padres a hacerlo en todo momento, excepto en uno: cuando se están aplicando las reglas conocidas en España como 'método Estivill' y se está enseñando al niño a dormir sin llorar.

En segundo lugar, ambos reconocen que lo que la gente llama «sus métodos» no son tales. Los dos han mamado ideas de otros profesionales, ideas que han completado con estudios científicos propios (en el caso de Estivill) y con aportaciones de su propia experiencia como padre (González). La referencia del primero es el pediatra estadounidense Richard Ferber, una eminencia que ha ejercido en el Childrens Hospital de Boston, dependiente de la Universidad de Harvard y con el que Estivill ha llegado a trabajar.

Respecto a González, la figura más parecida en EEUU es el pediatra Bill Sears, que ha estado recientemente en el ojo del huracán mediático. Un perfil de este profesional, publicado recientemente en la revista 'Time', se ilustraba con una polémica fotografía de una modelo dando de mamar a su hijo de casi cuatro años.

Aquí acaban las (escasas) similitudes entre dos pediatras que durante unos meses trabajaron en el mismo centro médico. «Coincidí con Estivill geográficamente cuando hacía la residencia en el Hospital de Sant Pau; hablamos un par de veces, pero no recuerdo la conversación. No recuerdo de qué; en ese momento ni él era él ni yo era yo», bromea González. Estivill que en aquella época (hace más de 15 años) trabajaba en la sección de Neuropediatría del veterano hospital catalán, cree recordar que hablaron de fútbol. «Le conozco y le saludo, soy muy respetuoso. No tengo ninguna aversión contra él ni considero que me haya hecho nada», apunta.

Entre la ciencia y la experiencia

La situación cambia cuando se trata de comparar las enseñanzas de ambos libros. Para Estivill, no hay discusión posible. Lo que él explica es ciencia; lo que González propugna, no. «Yo soy un médico que investigo, publico y pongo en palabras fáciles lo que otros compañeros y yo hemos descubierto», señala.

El pediatra zaragozano no lo niega. Para él, que reconoce haberse leído el primer libro que publicó Estivill, 'Duérmete niño' (Plaza & Janés, 1996) y el de Ferber, las pautas que estos explican son aprovechables en la parte de medicina del sueño. «Explican muy bien lo que es una pesadilla, un terror nocturno, un despertar parcial; lo malo es el tratamiento que les pone», comenta.

Para González la medicina del sueño es «para enfermos, como toda la medicina». Estivill, sin embargo, cree que el sueño se aprende, esté el niño sano o enfermo. «Un hábito es algo que no sabemos hacer y que, a base de repetirlo, lo aprendemos». Sin embargo, el método de este pediatra acaba de reinventarse «gracias al avance científico», como específica el pediatra. En la última revisión de su libro, '¡A dormir!' (Plaza & Janés, 2012), el pediatra explica como, estudiando el sueño de los fetos con ecografías 3D, se ha visto que los bebés nacen sabiendo dormir solos.

«Lo único que hay que conseguir es que estén despiertos 20 ó 30 minutos, luego entran solos en la fase del sueño». Entonces ¿su método ha dejado de servir? No, porque conseguir que el niño no desaprenda lo que sabía como feto es difícil. «El bebé tiende a quedarse dormido, pero hay que mantenerlo despierto, con besos, caricias, dándole el pecho en un sitio donde haya luz y con un poco de música, para que el niño reconozca que el hábito de comer se hace despierto y con luz. Si conseguimos eso y luego le cambiamos y le damos un masaje, siempre despierto, ya habrá pasado media hora. Si luego se le coloca en su cuna a oscuras y sin ruido, como estaba en la barriga de la mamá, el niño se dormirá solo», resume Estivill los nuevos avances.

¿Y qué cree Carlos González? Básicamente, que los padres pueden hacer lo que quieran.

¿Pasa algo por que apliquen el método Estivill?. «A mí lo que me parece mal es dejar llorar a un niño, como dejar llorar a cualquiera. Pero, puestos a dejarle llorar, mejor aplicar el método Estivill que lo que se hacía antes, dejarle llorar hasta que se desgañitaba». Las pautas del 'Duérmete niño' antes de la última actualización, recomiendan a los padres no coger en brazos a los hijos cuando lloran, para que aprendan que su llanto no va a conseguir lo que busca. Pero el autor de Duérmete niño aclara: «Hay que acudir a calmarlo, decirle cosas», afirma rechazando que se trate de una actitud dañina para el niño. «A cualquier niño se le lleva a la guardería, donde es posible que se pase cuatro horas llorando con 20 energúmenos que no le conocen de nada. Su mamá le deja allí, aunque le cueste ¿es esto cruel? Que yo sepa, no hay ningún niño traumatizado por ir a la guardería», apunta Estivill.

Menos trastornos de conducta

González, que públicamente ha manifestado que lo mejor es no llevar a los niños a la guardería excepto si no hay más remedio, reconoce que muchos padres se ven obligados a hacerlo, algo que achaca en sus libros a la «inhumanidad de nuestro sistema laboral y la insuficiencia de nuestro permiso de maternida». Para González, nada se debe hacer por las consecuencias que tendrá en el futuro una u otra forma de crianza. «No sé si hacer una u otra cosa tiene alguna consecuencia, pero tampoco me importa porque creo que no es eso la cuestión. Yo no voy a coger a mi hijo en brazos para que de mayor sea equilibrado, lo voy a hacer porque me gusta», afirma.

Estivill sin embargo aporta en su último libro numerosas referencias científicas sobre las ventajas de su método. «Los niños duermen mejor, son más sanos, tienen un cociente intelectual más alto y menos trastornos de conducta; ¿si yo te hago dormir 20 días a trocitos, podrías trabajar?», se pregunta.

La realidad es que no hay ningún estudio científico que compare la aplicación del método Estivill con los consejos de González, algo para lo que el primero tiene una explicación clara: «No se trata de dos métodos científicos, por lo que no se pueden comparar», afirma, explicando también que «no se puede hablar del sueño si no se pertenece al mundo científico del sueño».

¿Está Estivill en contra de que los niños duerman junto a sus padres -el famoso colecho que Carlos González admite y afirma haber practicado con sus hijos-? De nuevo, el pediatra no quiere entrar en el campo de las opiniones y afirma algo que es indudable: que la ciencia está de su lado. «El método está en contra del colecho y hay que hacerlo estricto. Entre especialistas no ha habido fisuras al respecto y enseñar a dormir es una modificación de la conducta que se enseña con la teoría conductual. Ni soy un gurú, ni opino, ni soy líder de nada», resalta.

La oposición de González a estas ideas viene de un concepto de base. Para él, «no hay método de crianza, no hace falta». Él, que no cesa de repetir que no pide a los padres hacer nada concreto y respeta todas las opciones, resume las suyas en la siguiente frase: «Yo personalmente pienso que es más cómodo dormir con el niño hasta que os deje de apetecer a ambos; depende de lo grande que sea la cama, de lo que se muevan padres y niños, del calor que haga, de los dispuesto que esté el niño a dormir soloPero esto lo que yo creo, es como si recomienda a alguien un restaurante, le dirás el que te gusta, pero eso no significará que sea el único bueno».

Tanto el no método de González como las pautas de Estivill han ido mucho más allá del sueño, alcanzando otras facetas de la crianza de los bebés e, incluso, lo que se podría definir como una filosofía vital. Quizás lo que más preocupa a los progenitores después del sueño es la alimentación, asunto que Estivill abordó en su libro '¡A comer!' y González trató ya en su primer libro 'Mi niño no me come'.

En este aspecto, ambos especialistas comparten un enemigo común: la obesidad infantil. Y los dos consideran que a los niños se les da más comida de la que realmente necesitan. «En África los niños van detrás de las mamás para que les den de comer, aquí vamos detrás de ellos para que coman», reflexiona el neuropediatra catalán. «En España tenemos un problema gravísimo de obesidad infantil y, sin embargo, cada semana veo en mi consulta niños a los que han diagnósticado desnutrición», apunta González.

Normas en la mesa

Pero de nuevo, varía mucho la forma de afrontar el problema. Para Estivill, platos pequeños, varios intentos separados por unos minutos (si el niño no quiere comer) y, si no se consigue que lo haga mediante estímulos cariñosos, nada de alimentos hasta la siguiente comida. Además, el especialista catalán anima a que los niños prueben de todo para introducirles en la dieta variada y a seguir las pautas de los pediatras para ir introduciendo uno u otro tipo de alimento.

González vuelven a abogar por la anarquía y apuesta por lo que él llama sentido común (ir ofreciendo a los niños distintos alimentos y dejarles que escojan según sus apetencias). Según él, en la Facultad de Medicina no se enseña a los pediatras cómo deben los niños empezar a comer. De hecho, reta a las madres obsesionadas por seguir las normas de introducción a comparar las recomendaciones de su centro de salud, con las obtenidas por otros padres en otros consultorios. «No coinciden nunca», asevera. «Acabamos dando a las madres unas recomendaciones que rozan la paranoia; ni las de un diabético son tan complicadas».

Algo similar pasa con las pautas de conducta. Estivill es partidario de enseñar al niño cómo comportarse, con métodos que todas las madres conocen, como el sillón de pensar (decirle al niño que vaya durante unos minutos a pensar sobre lo que ha hecho mal). González que los límites se aprenden solos. «Los castigos son venganza», apunta. Al final, aunque imposible hacer coincidir las filosofías de los dos pediatras más conocidos de España, hay algo claro: criar a un niño no es fácil. Y si Estivill y González no parecen coincidir en casi nada, en algo, quieran o no, si están de acuerdo. El amor, a dosis ingentes, es el único ingrediente que no puede faltar en la crianza infantil.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios