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El salón de tronos está presidido por un gran mosaico de la Virgen que pertenecía a una antigua fábrica de Málaga. :: eduardo nieto
Mezcla de savia nueva con experiencia

Mezcla de savia nueva con experiencia

Los hermanos de la popular cofradía ultiman los detalles para conmemorar en 2018 el centenario de la corporación

MANUEL GARCÍA

Jueves, 16 de noviembre 2017, 00:34

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En el interior de la casa hermandad de la Cofradía del Santo Traslado se palpa el ambiente previo a la celebración de algo grande. Las idas y venidas de los hermanos de un lado a otro de la sede social de la corporación de forma continua es diferente a la que se vive en plena vorágine de la cuaresma, aunque nada más entrar por el gran portón del salón de tronos que da a la calle Trinidad, se puede apreciar que la Navidad está a la vuelta de la esquina, ya que los más avezados 'manitas' se encuentran montando el tradicional belén. Pero para lo que realmente se está trabajando, sin olvidar la salida procesional del próximo Viernes Santo, es la conmemoración del centenario de la refundación de la hermandad en 2018.

La mezcla de savia nueva con experiencia recorre los diferentes espacios de la sede social entre vitrinas y enseres, como el estandarte antiguo de Pedro Moreira que refleja en su pintura la composición originaria del trono del Cristo, que no se llegó a concluir, aunque posteriormente lo completara Israel Cornejo, que es el que se procesiona actualmente. Una pieza que se ubica cerca del imponente mosaico de la Virgen de la Soledad. Este retablo cerámico de 1958 pertenecía a la antigua fábrica malagueña de metales Metalsa, conocida como la popular fábrica de latas, que cerró en 1998. Al parecer el empresario era hermano de la cofradía y tenía este mosaico en la factoría que al cierre de la misma lo donó a la corporación. Tras una restauración, la hermandad la ubicó en el salón de tronos con no pocas dificultades debido a sus dimensiones. Una joya firmada por José Medina en Sevilla, que está flanqueada por dos faroles que iluminan la efigie de la imagen.

Pero si la tercera y última planta del edificio destinada a la convivencia de forma distendida en el bar y la terraza podría albergar el mayor número de hermanos tras horas de trabajo, el punto neurálgico de los encuentros durante estos días se centra en el despacho del hermano mayor, Prado Hernández, que no cesa de atender a los compañeros de su junta de gobierno y al teléfono, que no para de sonar, según él, durante todo el día. «Durante el año vengo a la cofradía entre dos y tres veces a la semana, pero ahora es casi a diario. Llevamos dos años trabajando en una comisión para darle forma al centenario y conforme se acercan las fechas, vamos a más. Y es que aquí no se para», comenta el hermano mayor, antes de añadir la importancia de tener un buen equipo. «Va a ser un año muy importante y será un extra a la Semana Santa y al día a día, pero la ilusión y el equipo, que es imprescindible para llevar a cabo todos los detalles, será lo que nos guíe a vivir momentos que serán históricos», apuntó.

Los actos conmemorativos se presentarán el día 25 de noviembre en el Museo Thyssen y para Prado el preámbulo de la efeméride ha sido «la restauración de la capilla, el logotipo de Francisco Naranjo y la restauración y plateado del trono de la Virgen».

Igualmente, ve con buenos ojos el estado de salud de la hermandad. «La situación de la cofradía es muy buena. La ilusión de la gente, sobre todo, de cara al centenario, es magnífica y la juventud tiene muchas ganas y funciona muy bien», explicó.

Quien lo corrobora y protagoniza por su edad es Abraham Palomo, albacea de cultos y vocal de Juventud. «Hay un grupo de muchos jóvenes que participan, sobre todo en cuaresma, la campaña de Navidad... Quedamos y nos reunimos para aportar nuestras ideas y hacemos un boceto para saber qué enseres utilizaremos en los cultos y la configuración de los mismos», explicó el joven.

Unas tareas que se complementan con el mantenimiento del propio inmueble a cargo del otro albacea Raúl Lobato, dentro del área donde también se encuentra Antonio Alés, y capitanea el albacea general, Daniel Rojo. «Nuestra labor es mantener limpia y ordenada la casa hermandad y se moviliza a toda la gente que se pueda. Aunque cuando llega la cuaresma hacemos de todo. Nos multiplicamos. Limpieza de enseres, tronos...», comentó Raúl Lobato, antes de recordar las jornadas de convivencia entre los hermanos compartiendo un buen plato de paella y la ardua labor que les espera el próximo año. «En 2018 va a aumentar el trabajo, pero estamos mentalizados para afrontar todos los actos».

Un día a día que al subir las escaleras rodeado de cuadros y fotografías en blanco y negro, también se percibe en la segunda planta, donde se ubica la Secretaría, el Archivo, la Tesorería y el salón de actos. Allí, el secretario general, Francisco Pérez, comparte mesa con la vicesecretaria, María José Campos. Ambos se encargan de la correspondencia y las comunicaciones internas a los hermanos, entre otras múltiples funciones. «Trabajamos mucho con la base de datos y el programa informático y nos compenetramos para dividirnos cada cosa de las que tenemos que hacer: desde escribir una carta o un pésame, pasando por hacer de maestro de ceremonia en los actos», detalla Francisco Pérez.

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