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Vía crucis de la Cofradía de Pasión en 1945. Foto Arenas. Archivo de la Agrupación de Cofradías

El frustrado intento de fundación de dos hermandades en la Málaga de 1935

Las del Cristo del Silencio y Jesús delCamino del Gólgota querían un nuevo concepto de Semana Santa

José Jiménez

Lunes, 5 de marzo 2018

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La mayoría de los estudios que se han realizado sobre las consecuencias o efectos que para la Semana Santa de Málaga tuvieron los sucesos acaecidos en mayo de 1931, se ha centrado en el análisis de las pérdidas materiales que ocasionaron y en la posterior restauración. Pero hubo otras repercusiones que han sido menos analizadas. Y de manera especial, entre otras, las que podríamos enmarcar en la parcela de lo inmaterial. Entre ellas descuellan la desaparición o cese de actividades de algunas cofradías, o los intentos, finalmente frustrados o no, de fundación de otras que pretendían establecer, entre otros factores, una nueva manera y modo de concebir la práctica cultual.

Es sabido que durante la década 1921-1931 se produjo una eclosión del procesionismo en la ciudad de Málaga. El vínculo que se establece entre este hecho y la fundación de la Agrupación de Cofradías es innegable. Y, aunque la mayoría de la prensa loaba el sentido y la práctica procesionista, un sector de la opinión escrita, minoritario pero especialmente activo (como el periódico ‘Rebelión’ y su sucesor ‘Rebeldías’), también reflejaba sus críticas. Y estas, como punta de lanza del anticlericalismo, no solo se centraban en la oposición a que se realizasen las procesiones o al uso que las cofradías hacían del espacio público, sino que también resaltaban, entre otros, algunos de sus aspectos negativos (poca religiosidad, falta de orden, incumplimiento de horarios, etc.). Al mismo tiempo denunciaban que en ellas se integraban personas, ajenas al sector cofrade, que recibían un emolumento a cambio de su participación, o instituciones sin relación alguna con la cofradía. Y entre estas destacaba, sobremanera, la castrense. En efecto, la oposición a la presencia militar en las procesiones se ponía especialmente de manifiesto en ácidas notas o en artículos publicados en los periódicos citados como oponentes a la práctica procesionista.

Antiguos postulados

Conocemos que la restauración procesional habida a partir de 1939 se llevó a cabo con un evidente anclaje en los principios y postulados seguidos en la década de los años veinte. Al mismo tiempo, tanto en la estructura organizativa de algunas cofradías, como en la de la procesión, se contó con la presencia y participación de personas, organismos e instituciones, afectas al nuevo Régimen. Mas, durante el periodo republicano en Málaga, especialmente entre los años 1932 a 1936, y como una consecuencia, entre otras, de lo acaecido en mayo de 1931, también se produjeron algunos intentos de fundar unas cofradías cuyos principios procesionistas fuesen radicalmente opuestos a los existentes hasta entonces. La incidencia de las críticas, cuando no el convencimiento de ciertos sectores cofrades que intuían la necesidad de cambiar algunas de las estructuras de las hermandades y de las características de la puesta en escena pasionista, es evidente. Y esas tentativas se llevaron a cabo a partir de 1934 y, especialmente, en 1935, tras la celebración de las procesiones que en dicho año se efectuaron. Ello sirvió de acicate para que se pretendiese instaurar nuevas cofradías. Ambos hechos están íntimamente relacionados. Sin embargo, no hay que olvidar el contexto político en el que se desarrollan. En efecto, tras las elecciones de noviembre de 1933, se produjo un cambio de gobierno con la llegada del periodo radical cedista, en el que se modificaron los postulados que habían dificultado el culto externo.

Modificaciones

La lectura de los principios rectores de estas nuevas fraternidades desvelan que pretendían realizar modificaciones relevantes. Y una de las más trascendentes era la que aseveraba que la puesta en escena de la procesión tenía que sufrir un cambio sustancial y que en ella debían primar aspectos y actitudes de religiosidad, austeridad, orden, silencio, igualdad de todos los hermanos durante la procesión, no presencia de representantes de instituciones… y algo que se consideraba como esencial e irrenunciable: que todos los participantes en la estación penitencial fuesen hermanos de la cofradía. Se culpaba al personal pagado (portadores de los tronos, etc.) de ser los principales responsables de los desórdenes que, a veces, se producían en el discurrir de la procesión. Esta circunstancia se evidenciaba en algunos espacios urbanos concretos, especialmente en la plaza de la Merced. Este hecho, puede servir como premisa justificativa del porqué de la desaparición de este enclave, otrora esencial y prácticamente indispensable, como lugar de paso de procesiones.

Vía crucis en 1946. Salida de la Hermandad de las Penas desde la iglesia de San José en los años cuarenta. Antigua imagen de la Virgen de la Trinidad en el año 1943. foto Molina. Archivo de la Agrupación de Cofradías/ Archivo de la Agrupación de Cofradías./ Archivo de la Agrupación de Cofradías
Imagen principal - Vía crucis en 1946. Salida de la Hermandad de las Penas desde la iglesia de San José en los años cuarenta. Antigua imagen de la Virgen de la Trinidad en el año 1943.
Imagen secundaria 1 - Vía crucis en 1946. Salida de la Hermandad de las Penas desde la iglesia de San José en los años cuarenta. Antigua imagen de la Virgen de la Trinidad en el año 1943.
Imagen secundaria 2 - Vía crucis en 1946. Salida de la Hermandad de las Penas desde la iglesia de San José en los años cuarenta. Antigua imagen de la Virgen de la Trinidad en el año 1943.

Algunas iniciativas fundacionales fructificaron, otras quedaron en un mero intento.

En 1934, y en la iglesia de San Pablo, se instituyó, con unos principios diferentes a los reseñados, como cofradía de culto y con un carácter no pasionista, la de María Santísima de la Trinidad. Sus primeras constituciones se firmaron el 26 de abril. Se fundó a iniciativa de un grupo de jóvenes de Acción Católica del barrio de la Trinidad que eran feligreses de la parroquia San Pablo. Sin embargo, en 1938, tras la finalización de la contienda civil, se reorganizaría como una hermandad de Pasión. Es la actual Cofradía de Jesús Cautivo y María Santísima de la Trinidad.

De especial relevancia fue la fundación, planteada en 1934, de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Pasión y María Santísima del Amor Doloroso. Su primer cabildo constituyente y de aprobación de estatutos se realizó en mayo de 1935. Meses más tarde, el 4 de diciembre, fue admitida como miembro de pleno derecho en el seno de la Agrupación de Cofradías. Desde el mes de abril de 1935 preparaba su salida procesional para la Semana Santa de 1936, año en el que, como sabemos, no se celebraron procesiones.

No menos trascendente fue la fundación de la Hermandad del Cristo de la Agonía y María Santísima de las Penas. Entre los meses de abril y mayo de 1935 se establece la época de su fundación, aunque la reunión en la que se eligió su primera junta directiva se celebró el 7 de junio de 1935.

Pero hubo otros intentos de instituir una hermandad que quedaron en meros proyectos. En el año 2005, en un artículo publicado en este mismo periódico, di a conocer uno de ellos. Se trataba de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Silencio. Los promotores elaboraron unos estatutos, fechados el 31 de mayo de 1935, que, siguiendo una de las normas establecidas en la ley de asociacionismo de 30 de junio de 1887, remitieron al Gobierno Civil para su pertinente aprobación.

El estudio y análisis de las reglas de la citada corporación revelan, como he comentado, la existencia de un intento de cambio en la dinámica procesionista de la Semana Santa de Málaga.

Personajes populares

En el grupo organizador se integraron personajes populares en la Málaga de aquellos años y con relevancia cofrade en la época posterior: José Aranda, José Luis Estrada, Adrián Risueño o Fermín Serrano, entre otros.

La nueva hermandad trataba de potenciar tanto el culto externo como el interno (misas, ejercicios de besapiés, quinarios, etc.).

Pero no cabe duda de que donde radicaría esencialmente y se visualizaría el nuevo espíritu cofrade que querían establecer, sería durante la celebración de la estación penitencial. El cortejo, que se iniciaría desde el interior de la iglesia de su sede y que se realizaría con un absoluto silencio, debería revestir «una extraordinaria sencillez aun dentro del esplendor». En él solo podrían intervenir hermanos de la cofradía previo abono de una luminaria. Esta manda estatutaria incluía a los encargados del transporte del trono de la sagrada imagen, lo que era considerado como un gran honor. Los cargos y puestos se desempeñaban tras un sorteo, con lo que se evidenciaba la no preeminencia de un hermano sobre otro.

Un sector minoritario de la opinión escrita criticaba la presencia militar en los desfiles

Sin que aún tuvieran concedida la sede canónica, establecían como fin primordial y prácticamente exclusivo, el culto a la imagen de Nuestro Padre Jesús del Silencio, de la que no se detalla el momento pasionista que debía representar. No obstante, en enero de 1936, uno de los miembros fundadores de la corporación, el escultor Adrián Risueño Gallardo, presentó en el VI Salón de Arte, (muestra-concurso propiciado por la Asociación Libre de Artistas, ‘A.L.A.’ y que generalmente se celebraba en la sede de la Sociedad Económica de Amigos del País), la escultura titulada ‘Cristo del Silencio’. No poseo datos de las características iconográficas de la citada efigie que corroboren o desmientan las existencia de una relación de esta obra, que fue premiada con la medalla de oro en la sección de escultura del citado certamen, con la imagen titular de la hermandad. Pero sí resulta al menos sugerente, la relación existente entre el escultor, miembro del núcleo fundador de la corporación, con la hermandad, con la nominación de la obra y con su cronología.

Nuevo dato

Hoy aporto un nuevo dato que afianza lo teorizado en el sentido del deseo existente en un sector cofrade de propiciar un cambio en la Semana Santa malagueña. Un grupo de jóvenes pretendió fundar una nueva cofradía con unas características semejantes a las que he reseñado. También se data tras la celebración de las procesiones de 1935.

El cambio en la puesta en escena cofrade y sus extructuras se dio a partir de 1934

En este caso, tendría como icono titular una imagen de un Nazareno con la cruz a cuestas. La iconografía representaba a Jesús cargado con la cruz cuando encuentra a su Madre camino del Calvario. Pocas noticias o reseñas se poseen de esta desconocida cofradía. No obstante, he podido comprobar documentalmente que el núcleo promotor de la corporación acordó que ostentaría el título de ‘Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Camino del Calvario’, y que proyectaba realizar su desfile procesional para la Semana Santa de 1936.

Se acusaba al personal pagado de ocasionar desórdenes en los cortejos

No obstante, el nombre tuvo que ser cambiado ante el hecho de que se prestaba a confusión con el de la ya existente Cofradía de Nuestro Padre Jesús de los Pasos en el Monte Calvario. Finalmente, la comisión organizadora decidió que el nombre fuese el de ‘Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Camino del Gólgota’.

La actual Cofradía del Cautivo tuvo su origen en 1934 con carácter no pasionista

De la actividad de esta incipiente entidad da fe el hecho de que se había encargado un grupo escultórico a «un notable escultor granadino muy conocido en nuestra capital por sus excelentes trabajos». Con este dato, y dado que, de los imagineros con taller en la ciudad de la Alhambra, quien en esa fecha había realizado un trabajo para una cofradía de Pasión de Málaga, en concreto la talla de Jesús de la Sentencia, era José Gabriel Martín Simón, considero que el encargo se le pudo realizar a él. No obstante, no hay que olvidar que el aloreño, afincado en Granada, José Navas-Parejo Pérez, también había efectuado algún trabajo para Málaga; en concreto, se debe destacar la talla de la Virgen de las Angustias que en 1924 labró para la iglesia parroquial de los Santos Mártires Ciriaco y Paula. Sin embargo, sus trabajos para el mundo cofrade malacitano fueron realizados especialmente en la posguerra (como las imágenes de Jesús El Rico (1939) y la de Jesús de la Misericordia (1944).

Las nuevas cofradías querían la participación exclusiva de sus hermanos en sus comitivas

Los fundadores trataron de instituir la cofradía como una corporación con, entre otras, una nota característica: su desfile procesional solo estaría integrado por hermanos. La relación entre personal ajeno a la entidad y la existencia de problemas durante la celebración pasionista, se evidencia en esta premisa.

La iniciativa, debida a «distinguidos y conocidos jóvenes» atrajo a numeras personas. De hecho, llegó a poseer una amplia nómina de integrantes.

Se tenía el proyecto de, en breve tiempo, constituirla de una manera legal y definitiva. Asimismo, contaba con la ayuda moral y material de relevantes personalidades, tanto de Málaga como de otras capitales españolas, que ofrecían su entusiasta concurso por la idea que perseguía esta novel cofradía: la práctica de religiosidad y verdadera piedad. Una hermandad de silencio.

Estos proyectos fundacionales quedaron reducidos a meros intentos. El resultado de las elecciones de febrero de 1936, que dio paso al Frente Popular, y la consiguiente decisión adoptada de no realizar procesiones en la Semana Santa de ese año en nuestra Málaga actuarían, entre otros, como factores decisivos a la hora de impedir la consolidación efectiva y la materialización práctica de las iniciativas de fundación de estas cofradías.

Asimismo, las propias características de las hermandades que he analizado harían inviable su consolidación en el contexto cofrade malacitano de la posguerra.

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