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Rafael Rodríguez
Sábado, 30 de septiembre 2017
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El Cristo de la Buena Muerte, titular de la Congregación de Mena, protagonizó ayer, último sábado de septiembre, un vía crucis extraordinario con motivo del 75.º aniversario de su bendición. Aunque, por motivos obvios, el acto en sí nada tenía que ver con la popular y mediática procesión del Jueves Santo, lo cierto es que la salida en vía crucis de la portentosa efigie, sin duda, una de las mejores esculturas procesionales del siglo XX, fue seguida por cientos de personas, sobre todo al inicio, con una plaza de Fray Alonso de Santo Tomás repleta de devotos, lo que sorprendió a más de uno hasta el punto de que tuvieron que personarse más efectivos policiales para abrir el camino a la comitiva.
El piadoso ejercicio se practicó fuera de los muros de Santo Domingo, con el Crucificado que tallara el Francisco Palma Burgos a hombros, que recorrió las principales vías de la feligresía de manera sobria e intimista, si bien el público asistente no siempre respetó este clima, y dejó momentos muy emotivos, como su encuentro con la Virgen de los Dolores del Puente justo en el instante en que se rezó la primera estación ante un pequeño altar instalado en la fachada de la capilla, presidido por una cruz plana en la que figuraba la inscripción ‘Oh, muerte, ¿dónde está tu victoria?’, y alumbrada por un cirio blanco, su paso por el Comedor de Pulideros y el Centro de Acogida Nocturna Calor y Café –estación sexta– o la visita a la basílica de la Esperanza, en la decimosegunda estación.
También sorprendió el exquisito repertorio musical, místico, solemne e inusual en el tipo de música que acompaña a la efigie cada Jueves Santo, a cargo de la capilla vocal Maestro Iribarren, la escolanía Pueri Cantores Sanctissimum Corpus Christi y la capilla instrumental Glorias de Málaga, que, al unísono, interpretaron desde piezas polifónicas del Renacimiento hasta obras contemporáneas escritas por Marco Frisina, director del coro de la diócesis de Roma, quien se ha convertido ya en un clásico en las celebraciones cofrades en Málaga, gracias a la aportación que viene haciendo el músico y compositor Antonio del Pino, segundo organista de la Catedral malagueña y director de las dos primeras formaciones musicales. Y entre composición y composición, tampoco faltó el redoble de tambor, tocado por miembros de la banda de la congregación, que hizo recordar algunas escenas legionarias habituales en Semana Santa. Eso sí, lógicamente no sonó ‘El novio de la muerte’, aunque hubo algún que otro despistado que lo reclamó.
La imagen de Palma marchó asida al propio madero, sin andas, llevada en varios turnos por hermanos y hermanas de la corporación y dos escuadras de gastadores del IV Tercio de la Legión, de Ronda, que también participaron de escolta al Crucificado.
El Cristo de la Buena Muerte cruzó la puerta del templo dominico a las 20.55 horas. Es decir, cinco minutos después de echarse a andar la cruz guía que abrió el cortejo, que cruzó la puerta principal de Santo Domingo quince minutos más tarde del horario previsto. En la presidencia, tras el Crucificado, figuraron varios mandos de la Legión, además del comandante Naval de Málaga, Javier Gutiérrez, y el hermano mayor de la corporación, Antonio de la Morena. A lo largo del recorrido se practicó el vía crucis compuesto por el papa Juan Pablo II, que añadió como final el pasaje de la resurrección.
Antes de concluir el ejercicio, a las 22.45 horas, las puertas de la casa hermandad de la congregación se abrieron para dejar ver una fotografía del desaparecido Cristo de Pedro Mena que presidió el trono procesional.
El Crucificado de Palma, que se bendijo el 8 de marzo de 1942 en la iglesia del Santo Cristo de la Salud, estuvo, además, en devoto besapié en la mañana de ayer.
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