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Alzado de la Catedral y plaza del Obispo en una litografía de Chapuy de 1850 .
El Círculo Mercantil y los actos cofrades en el siglo XIX

El Círculo Mercantil y los actos cofrades en el siglo XIX

La asociación potenciaba la realización de actividades culturales relacionadas con la música y la celebración de la Semana Santa

José Jiménez guerrero

Domingo, 8 de febrero 2015, 01:22

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Durante los últimos años asistimos a la publicación de numerosos artículos y de algunos libros en los que se dan a conocer diversos aspectos relacionados con la historia de nuestras hermandades y cofradías y de la Semana Santa de Málaga. No obstante, aún quedan temas en los que profundizar.

Una nueva línea de investigación, todavía por seguir, es la que analice la actuación y participación de entidades u organismos de distinta tipología (comercial, social, artística, etc.), y ajenos al mundo cofrade, en las actividades pasionistas.

Con el presente artículo pretendo aportar algunos datos sobre la implicación que una asociación, creada en el siglo XIX y que mantuvo su actividad hasta la década de los noventa del siglo XX, asumió con respecto a la Semana Santa. Se trata del Círculo Mercantil de Málaga, institución que, tras años de letargo, volvió a ser instaurada en el año 2012. Fue fundada en Málaga el domingo 26 de octubre de 1862. Según se detalla en sus primeros estatutos, su creación obedeció al deseo de un grupo de personas de «establecer una asociación eminentemente recreativa» y de «proporcionar a sus socios los goces de la buena sociedad, la lectura de periódicos y el recreo de todo juego lícito, con absoluta prohibición de los de envite y azar». El Círculo Mercantil constituyó en sus inicios una asociación cerrada, ya que se imponían unas condiciones excluyentes para poder integrarse en ella. Constituía un ejemplo de la que se cataloga como sociabilidad formal, es decir, aquella en la que solo se participaba si se cumplían unos requisitos previamente establecidos. Al mismo tiempo, los aspirantes a formar parte de la entidad se comprometían a cumplir con una serie de normas. Sus fundadores y primeros socios pertenecían a una clase social media y alta, y su actividad laboral se relacionaba con el comercio, con la agricultura o con la industria. No se admitían a los que no se integraran en algunas de estas actividades. Sin embargo, con el transcurso de los años ingresaron en ella funcionarios, profesionales liberales y, en general, personas cuya actividad se dedicaba a otras ramas laborales.

La primera sede oficial del Círculo Mercantil de Málaga se estableció en la calle Carnecerías. Es la actual Especería. Algunas fuentes históricas la sitúan en el número 3, otras en el 29. En 1869 se trasladó al edificio situado en el número 2 de la calle Atarazanas. El nuevo espacio destacaba por su amplitud. Estaba situado en una de las zonas más importantes de la ciudad, en pleno centro histórico, a poca distancia de la Alameda y cerca de la entrada de la calle Nueva. El inmueble, según la prensa, «hacía esquina a la calle de Andrés Mellado». En el lugar donde se ubicó el Círculo, «nació más tarde la redacción y talleres de La Unión Mercantil y de su revista La Unión Ilustrada, propiedad de la familia Creixell, justo donde se ubicó la sede del Banco Atlántico».

El local contaba con «soberbios departamentos donde se celebraban grandes reuniones y espléndidas fiestas» y con «espaciosos y elegantes salones que eran ocupados por sus socios». En una nota de prensa, fechada en diciembre de 1879, se afirmaba que la sede poseía «mármoles, espejos, ricos cortinajes, exquisitos muebles y espesas alfombras». De entre las distintas zonas destacaban «su escalera, su biblioteca, sus salones, sus galerías e incluso el tocador».

Música

Pues bien, en esa sede se desarrollaron los primeros actos, que conozcamos, durante el periodo cuaresmal. Se trataba de conciertos de temas sacros. Uno de los más elogiados fue el que se desarrolló el miércoles de pasión 20 de marzo de 1872.

Asimismo, en los salones de la añeja institución y con motivo de la Semana Santa, se programaba la realización de audiciones musicales de temas sacros. En marzo de 1875 se celebró un concierto que también tuvo, a decir de los rotativos, gran aceptación entre el público asistente. De hecho, sólo el Círculo había organizado uno de estas características en la cuaresma de dicho año.

La prensa (que resaltó la buena acústica del local) se felicitaba tanto de la confección del programa (que abarcaba Las Siete palabras; 1.ª, 2.ª, 3.ª, 5.ª y 7.ª, así como la introducción de Mercadante; 4.ª y 6.ª, de Joseph Haydn), como del resultado de un acto que estuvo concurridísimo. La parte instrumental fue dirigida por el eminente músico, y director de la Sociedad Filarmónica de Málaga, Eduardo Ocón Rivas (Benamocarra, Málaga, 1833 - Málaga, 1901). En la parte vocal intervino el tenor Pozo. Como dato anecdótico, señalo que en los rotativos se destacaba que «las señoras, acordes con la celebración, vestían de negro en su mayor número y de sociedad los caballeros [del Círculo Mercantil] entre los que estaba la primera autoridad militar de la provincia».

Pero el Círculo también participó en la década de los setenta del siglo XIX, en pleno Sexenio Democrático (1868-1874), en las celebraciones litúrgicas que organizaban algunas cofradías. Y también lo hizo, de manera especial, nuevamente con su intervención en actividades musicales.

El Viernes Santo 29 de marzo de 1872 realizó su estación penitencial la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad de la iglesia de San Carlos y Santo Domingo.

En la edición del domingo 31 de marzo de 1872, el periódico El Avisador Malagueño reproducía la siguiente crónica en la que narraba los pormenores de una accidentada procesión:

«En la noche del viernes salió, según estaba anunciado, la referida imagen de Nuestra Señora de la Soledad en procesión con un lucidísimo acompañamiento pues excedían de seiscientas las personas que lo formaban. Abría la marcha una sección de Caballería, a la cual seguía la música del Regimiento de Zamora, ocupando el centro la del de Cantabria y cerrándola un piquete del Regimiento de la Reina con su música y otro de la Guardia Civil. El guión era llevado por el jefe económico de la provincia, Antonio López Domínguez, presidiendo el convite el gobernador civil y el Ayuntamiento con el señor alcalde. La imagen estrenaba un vestido y manto que le han costeado las señoras Carlota Hernández de Cendra, secundada por la otra hermana, Josefa Genestroni de Rabanal, era conducida por varios cofrades y delante del trono iba una bien organizada capilla vocal e instrumental. Estando ya el guión en la Alameda y la imagen en el pasillo de Santo Domingo, empezó una copiosísima lluvia, por lo que hubo que detener la procesión en la calle Nueva, albergando a la efigie en la iglesia de la Concepción. En consideración a las reducidas proporciones del lugar que ocupa dicha iglesia, tuvo que continuar la procesión hasta la ctedral donde esperaba la sección lírica del Círculo Mercantil. La lluvia no cesaba, por lo cual después de un largo rato de espera en la catedral se disolvió la procesión por acuerdo de la junta de gobierno de la referida hermandad. Después de las once de la noche fue conducida la efigie a su iglesia por los hermanos que forman la junta de gobierno alumbrando las hachas que conducía la tripulación de los buques de guerra surto en este puerto. A pesar de la lluvia acompañaron a la expresada efigie hasta la Santa Iglesia Catedral cuatrocientas treinta y siete personas con cirios, cuyo mayor número manifestó su deseo de volverla a acompañar a su regreso: las autoridades y Ayuntamiento continuaron hasta la iglesia de la Concepción. En el acompañamiento, compuesto de todas las clases sociales, se notaba con efecto un entusiasta fervor religioso y la mayor devoción en todo el público».

Como hemos comprobado con la lectura de la crónica, se constata la presencia de la sección lírica del Círculo Mercantil en la Catedral malacitana. Esta asociación se encargó de interpretar el Stabat Mater de Gioacchino Rossini, durante el paso por el primer templo de la imagen de la Virgen de la Soledad.

Solemnidad

Este hecho tiene una doble lectura. Por un lado, desvela el deseo de la cofradía de solemnizar su estación penitencial en el templo catedralicio (circunstancia que no se producía con otras fraternidades), con la interpretación de piezas sacras clásicas. Por otro, cómo el Círculo Mercantil potenciaba la realización de actividades culturales relacionadas, en este caso, con la música en general y con la propia de la celebración de la Semana Santa en particular.

No fue un caso único. Según he desvelado en mi libro El Círculo Mercantil de Málaga (Málaga, 2014), la entidad destacó por su implicación en la práctica totalidad de los eventos culturales, festivos, lúdicos, etc., organizados en la ciudad en el siglo XIX. Su presencia y participación en la feria, en carnavales, en visitas reales, en la fiesta patronal de Santa María de la Victoria, etc., fue manifiesta. Al mismo tiempo, no dejaba de lado el apoyo a colectivos artísticos ciudadanos, destacando de manera especial el mecenazgo a pintores malagueños de la centuria decimonónica, así como a sectores desfavorecidos de la sociedad malagueña.

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