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Zapatero, durante su comparecencia ante los medios de comunicación. / Foto: Efe | Vídeo: Atlas
Zapatero quiere un Congreso «con máxima libertad»
EL NUEVO MAPA POLÍTICO

Zapatero quiere un Congreso «con máxima libertad»

El presidente del Gobierno en funciones se presenta como garante de que la renovación del PSOE se producirá "con la máxima libertad"

PAULA DE LAS HERAS

Martes, 22 de noviembre 2011, 07:56

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No habrá mucho compás de espera en el PSOE para sustituir a José Luis Rodríguez Zapatero y nombrar una nueva dirección que gestione el peor resultado del partido en toda su historia. Apenas dos meses. Justo, justo, el tiempo mínimo que dictan los estatutos para la convocatoria de un congreso ordinario. Fue el propio secretario general quien anunció ayer la fecha de su relevo, la primera semana de febrero y es lo único que de momento está claro. Eso y que él resistirá en su puesto hasta el final, pese a presiones internas y externas. «Mi tarea es que el congreso se celebre, como todo el mundo espera dijo con la máxima libertad».

Si alguien pensaba que el ya presidente del Gobierno en funciones entonaría el mea culpa y se echaría sobre sus espaldas todo el peso de la derrota se equivocó. Zapatero siempre ha tenido claro que debía desempeñar un papel importante como garante de la estabilidad interna, con independencia de que ahora haya quien considere que está deslegitimado para hacerlo. Su primer paso fue comparecer ayer tras la reunión de la comisión ejecutiva para hacer una evaluación de lo ocurrido el día anterior. Y no se molestó mucho en buscar culpables a la pérdida de ni más ni menos que 4,3 millones de votos. «Los españoles saben que teníamos todo el viento en contra en estas elecciones», resumió.

Sin autocrítica

La crisis y solo la crisis es, a ojos de quien fuera el secretario general que más apoyo interno ha recabado nunca en un Congreso del PSOE, la responsable de una debacle que, según los viejos del lugar, podría condenar a su partido a un mínimo de dos legislaturas en la oposición. «Puede sonar exculpatorio, pero es verdad, y creo que todos los ciudadanos lo saben, que afrontamos la crisis con consecuencias más duras desde que tenemos conciencia las generaciones vivas», justificó. Ni siquiera admitió, como hizo varias veces en campaña Alfredo Pérez Rubalcaba, que algunas cosas se podrían haber hecho de otra manera.

«Esta situación tan excepcional me ha obligado a tomar decisiones difíciles; dije que las llevaría a cabo costara lo que me costara porque las consideraba imprescindibles para garantizar la estabilidad y la solvencia de España; habrá opiniones para todos los gustos y respeto las críticas», insistió el presidente del Gobierno. El grueso de los antiguos votantes socialistas indecisos, alrededor de dos millones, se quedaron en casa este domingo. Los socialistas calculaban a principios de noviembre que había alrededor de tres millones de dudosos a los que merecía la pena dirigir sus esfuerzos. Pero fue en vano. A priori, los resultados indican que el PP se ha beneficiado del malestar contra el PSOE, pero los que más han salido ganando han sido UPyD e Izquierda Unida, que han crecido en 800.000 y 700.000 votos, respectivamente.

Sin embargo, más que a realizar un análisis pormenorizado de lo ocurrido, buscar causas algo que, por otro lado, ya tenían bastante claro antes de la celebración de los comicios y esbozar soluciones, la dirección del PSOE dedicó ayer la jornada a lamerse las heridas. Fuentes del encuentro aseguran que entre las 37 intervenciones solicitadas no hubo ni una crítica hacia Zapatero y tampoco hacia Rubalcaba o su estrategia electoral. El candidato sí asumió, en todo caso, el pésimo resultado, pero defendió que el partido cuenta, al menos, con un proyecto «sólido» para ejercer la oposición. El mismo proyecto de corte socialdemócrata con el que él se presentó a las elecciones.

Oposición responsable

Lo que sí defendieron varios dirigentes, empezando por el propio Zapatero (Rubalcaba ya lo hizo en su intervención la misma noche electoral) es que ahora es preciso «no pagar al PP con la misma moneda», es decir, adoptar una actitud colaboradora y no obstructiva. El presidente del Gobierno en funciones lleva ya un tiempo tratando de facilitar a Mariano Rajoy el aterrizaje en la Moncloa. Y los populares admiten que parece estar dispuesto a protagonizar un traspaso de poderes «modélico».

«No va a haber ningún problema garantizó el aún líder socialista; sabemos que la situación es complicada, por eso tenemos plena disposición al diálogo en estas semanas que espero que transcurran con la mayor estabilidad y la mayor calma posible». De momento, de calma, nada. Los mercados han ignorado por completo un cambio de Gobierno que ya daban por descontado, la Bolsa cayó un 3,48% y la prima de riesgo de la deuda española subió hasta los 464 puntos.

Pese a su actitud positiva, ayer no debió ser precisamente un buen día para Zapatero que, de forma excepcional, se quedó a comer con buena parte del equipo electoral, pero sin Rubalcaba. Con los ojos enrojecidos y el rostro demacrado por el cansancio insistió en que desea que a partir de ahora «las cosas vayan bien y mejoren para España y sus ciudadanos». Nunca ha sido dado a exteriorizar sus sentimientos y quienes han trabajado con él sostienen que parece tener la piel de elefante. Sin embargo, también hay quien asegura que en las últimas semanas se le ha visto alicaído. Él aseguró, en todo caso, que no se siente injustamente tratado ni por el PSOE ni por los españoles. «No tengo más que palabras de agradecimiento; mi partido me ha dado apoyo de manera generosa e incondicional en las etapas fáciles y en las difíciles; está a la vista de todo el mundo», reconoció el jefe del Ejecutivo en funciones.

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