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Hasta hace pocos años, era habitual ver a los lugareños desplazándose sobre tablas de madera
El gran sueño afgano

El gran sueño afgano

La profunda montaña asiática Hindu Kush lucha por convertir uno de los países más peligrosos del mundo en una zona turística y apasionada por el esquí

juanjo gonzalo

Viernes, 6 de marzo 2015, 16:03

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Lugareños ataviados de primitivos trajes, gorros de lana, esquís formados por tablas de madera y postes de fabricación casera para ayudarse a ascender hasta la cima de una de las montañas más olvidadas de todo el mundo. Hasta hace escasos cinco años, era una de las imágenes habituales cada invierno en la rocosa zona de Bamyan, la ciudad más grande de Hazarajat.

Más allá de ser un lugar de tierras calientes y áridas, como muchos imaginan, las copiosas nevadas recibidas en las profundas montañas situadas en el centro de Afganistán lo convierten en un lugar exótico para un pequeño reducto de turistas occidentales que olvidan que se trata de uno de los países más peligrosos del mundo. Todos ellos, grandes apasionados por la excelente calidad de un oro blanco prácticamente intacto que ofrece el monte Hindu Kush.

Con el objetivo de ofrecer una vida mejor a la población local y de fomentar el turismo de esquí en el país asiático, desde hace años empresas y organizaciones desarrollan diferentes programas. El primero de ellos fue llevado a cabo por la Fundación Aga Khan, en un lejano 2008, en colaboración con la marca suiza Volkl. Gracias a él, los lugareños recibieron equipos nuevos y formación. Incluso la estación de St. Moritz recaudó fondos para invitar a dos esquiadores afganos a su estación. Allí recibiría clases para aprender a manejarse en la nieve con mayor soltura.

La historia continuó creciendo tres años más tarde con la entrada de un operador turístico británico. Bamyan comenzaba a recibir esquiadores con ganas de deslizarse en sus inmaculadas montañas blancas. Eran entre 10 y 20 personas cada temporada, acompañados de la máxima seguridad, que desembolsaban algo más de 2.000 euros. Un pequeño reducto que supuso un notable adelanto para un país en el que las visitas por placer son casi una quimera.

Tanto, como lograr que Afganistán tuviera una estación de esquí. Ahora, parte de la población local ha conseguido que le dieran empleo en uno de los lugares que, como reconoce Kausar Hussain, el fundador del centro, «no se encuentra bajo la amenaza de grupos insurgentes y es bastante seguro para los turistas. Es uno de los pocos lugares del país en el que se puede hacer este tipo de actividades».

El peligro del país no es, tal y como apunta Hussain, un problema para los visitantes a la coqueta estación de esquí, que se apoyan en los ciudadanos de Bamyan. « Muchos de nuestros clientes tienen algunos problemas de seguridad. Es Afganistán después de todo. Sin embargo al final de su viaje de su percepción del país ha cambiado mucho», prosigue.

Una competición anual

Tan famosa como la montaña de Hindu Kush o los lagos del parque nacional de Band-e-Amir, podría considerarse la principal atracción anual sobre la nieve. La Afganistán Ski Challenge es, sin duda, el evento más prestigioso en la ciudad asiática durante las últimas temporadas. Hasta allí se acercan muchos esquiadores, locales y extranjeros, que compiten en una emocionante carrera con ascensos y descensos.

En un país en el que el buzkashi carreras de caballos en la que se desplaza el cadáver de una cabra decapitada hasta un círculo de puntuación- es el deporte nacional, Bamyán lucha ahora por introducir el esquí como nueva disciplina. Hasta sus pistas, el invierno pasado se desplazaron tres snowboarders profesionales para grabar una película.

Aún queda tiempo para comprobar si se consumará el éxito y las pistas afganas se llenarán de esquiadores. Mientras tanto, unos pocos turistas y muchos lugareños siguen disfrutando de una excelente nieve polvo seca. Las tablas de madera y los gorros de lana quedaron en el olvido.

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