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Zinedine Rajoy

El sitio de mi recreo ·

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Sábado, 27 de enero 2018, 11:21

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El fútbol es la política en serio. Se gana y se pierde de verdad. Uno puede cambiar de todo a lo largo de su vida pero nunca abandona a su equipo de fútbol. Decir que el fútbol es sólo un juego, es como decir que El Quijote es papel y tinta o que Las Meninas son un lienzo con pigmentos. España es un partido de fútbol sin pitido final.

Los madridistas estamos en fase depresiva. En enero nos encontramos ya sin Liga ni Copa, y eso nos perturba de una forma muy importante: nos jode. El Real Madrid es un club diferente. Dentro de sus genes está su aspiración permanente por querer ganar en la contienda deportiva pero no a cualquier precio ni de cualquier forma. Introduce elementos épicos en su relato futbolístico ya que siempre aspira a la belleza del juego, no se da por vencido nunca y no se cansa de convocar a la grandeza. Eso hace que deba aspirar a contar con los mejores jugadores. En el Madrid estas figuras se encuentran con un nivel de exigencia nunca antes vivido por ninguno de ellos. Los grandes jugadores cuentan con la crítica externa de forma habitual, pero en el Madrid se critica de forma interna a sus jugadores. Esta es la forma de hacer a los buenos jugadores, leyendas del futbol. A los madridistas no sólo nos sirve la mejor versión de los jugadores algunos minutos en algunos encuentros, exigimos la entrega siempre. Si no fuera así, no se entenderían los pitos y la crítica feroz a los propios. En otros lares prefieren la constante adulación a sus jugadores, pero esa no es nuestra forma de crecer.

Zidane introdujo lo etéreo en el terreno de juego. Como si de un bailarín se tratara, recorría el campo de forma silenciosa danzando con el balón con sus botas de media punta. El Rudolf Nureyev del fútbol hizo más grande la leyenda blanca con su gol en forma de obra de arte en la Novena. Desde aquel día le rendí admiración eterna a la belleza del fútbol personificada, al patricio del balón.

En su nueva etapa de entrenador del Real Madrid ha cosechado triunfos tan importantes y en tan poco tiempo que le ha valido el respeto de la crítica de forma unánime. Pero ese aval no es suficiente para exculparlo de la situación crítica deportiva del equipo que se vive en la actualidad. Tras muchos años en España, ante esta compleja situación ha optado por enfrentarse a los problemas al modo Rajoy: dejar que los problemas se pudran y encuentren su propia salida, aplicar proporcionalidad a lo que sólo admite desproporción en la intervención, buscar alivio en los burladeros de los medios de comunicación afines y esperar que todos caigan a su alrededor con tal de salvarse él mismo. Recuerde don Zinedine Rajoy lo que dijo el novelista francés Jean Giraudoux : «la pelota no admite trucos, sólo efectos sublimes».

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