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Mirando al mar

TIRAR EL DINERO

JOSÉ MANUEL BERMUDO

Jueves, 21 de junio 2018, 07:45

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Es asombrosa la facilidad que tenemos para hablar de presupuestos de millones de euros para cualquier tipo de infraestructura. O para ser más exactos, cómo algunos lo hacen como si existiera un pozo en el que solamente basta con meter el cubo y sacar los billetes necesarios para aquello que se les ha ocurrido. Y el pozo suele ser de mucha gente, por lo que se están utilizando fondos públicos de los que hay (o debería) darse cuenta con escrupulosa exactitud.

Mucha gente ha jugado con esos fondos y ha llegado a aprovecharse personalmente, como nos hemos acostumbrado a ver en los últimos tiempos. En algunos casos, aunque ha tardado más de la cuenta, los tribunales han condenado los hechos y los culpables han terminado pagándolo. También es posible que entre la maraña creada se hayan colado actuaciones que nunca serán condenadas y, por tanto, que jamas se recupere lo perdido. Los actos de corrupción son deleznables en la vida política y todo el mundo parece estar de acuerdo en que hay que intensificar las barreras que impidan que se produzcan, entre otras cosas para no pasarnos la vida sustituyendo a nuestros dirigentes por las mismas causas. Y, principalmente, porque están usando las aportaciones que hacemos con nuestros impuestos y que a muchos les cuesta un enorme trabajo afrontar.

Pero hay también otras causas por las que se pierden los fondos, aunque no se los lleve nadie a su bolsillo (es un decir). Se trata de aquellas actuaciones públicas absolutamente erróneas y que hacen que el dinero de todos se haya utilizado para proyectos de escasa o nula eficacia para los ciudadanos y que en el momento de aprobarse les pareció a determinados políticos que constituían una gran idea, por eso llegaron a hacerse innumerables fotos para la posteridad. Después, cuando las cosas salen mal esas fotos parecen borrarse, como en una de las películas de «Regreso al futuro».

No es que hayan descubierto nada nuevo, pero con la autoridad moral que tiene, la Asociación de Geógrafos Españoles ha llamado la atención sobre aquello que no debería haberse hecho en su momento y que ha costado un buen pellizco a las arcas públicas. En el extenso estudio que han publicado en su «Geografía del despilfarro en España» referida a los últimos veinte años hay un poco de todo, desde aeropuertos que no han servido para nada en ciudades en la que no había ningún tipo de previsión de tráfico aéreo, hasta costosas lineas del AVE en trayectos nada rentables, (hasta el punto de que algunas se han cerrado después de poco tiempo de funcionamiento), pasando por museos o polideportivos que nunca tuvieron contenido. En la provincia de Málaga figuran los cientos de millones gastados en el eje ferroviario entre Antequera y Marchena o el anillo ferroviario en la misma zona, todo pendiente de utilización, no se sabe de qué manera. También se cuestiona, entre otras cosas, y dados sus resultados, la autopista de las Pedrizas, cuando había otras alternativas.

Mientras tanto, y desde hace años, no hay manera de que las distintas administraciones se pongan de acuerdo en la forma de obtener financiación para proyectos que admiten poca demora, como el recrecimiento de la presa de la Concepción, cada vez más pequeña para el aumento de las necesidades de suministro en la Costa del Sol. Lo del tren litoral resulta más dificil contemplarlo, pero también nos viene a la memoria cuando pasamos por Antequera y vemos aquellos raíles de exposición. El mismo estudio al que nos referimos acentúa que con el dinero público hay que pensarse bien las cosas antes de hacerlas. Lo malo es que al final las responsabilidades se diluyen y nadie tiene culpa de nada. En todo caso, siempre será el otro. Pero el dinero desaprovechado está.

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