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Soraya

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Viernes, 15 de septiembre 2017, 07:50

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La política, cuando se escribe y se expresa con mayúsculas, debería estar por encima de cualquier norma que impida su desarrollo pleno. Prohibido prohibir, un lema tan de moda ahora por su perversa desviación partidista. Considero tan importante la convivencia que no debería existir ley alguna que limite la política como tal. Viene esto al caso de las primarias del PSOE de Málaga, que antes de llevarse a cabo incluso la votación se ha cobrado la primera víctima por mor de los avales. La primera militante que dio un paso al frente decidió cinco días antes de terminar la precampaña dar un paso al lado, como definió la propia Soraya García Mesa su adiós a un sueño; más allá de sus errores, que los habrá cometido, se merecía disputar la secretaría general del PSOE de Málaga, un partido que necesita reciclarse para recuperar poder en una provincia cuyo electorado le niega la máxima representación desde hace dos décadas. Hoy, los militantes socialistas malagueños deben sentirse tristes porque la alcaldesa de Benaoján no pueda ambicionar liderar el partido. La cúpula provincial tenía que haber hecho lo imposible para llegar a un acuerdo en la recogida de avales, la clave del adiós prematuro de Soraya García Mesa y del meollo de la cuestión. Impedir, entre comillas, que un compañero se presente a las primarias obligándole a un imposible (siempre será más factible para todo aquel que se quiera presentar alcanzar el 3% que no el 20% del apoyo previo de sus compañeros) no es la mejor forma de imponerse en un liderazgo que necesita el aliento de todos, y que nadie se baje del barco antes de llegar a buen puerto.

No entro -por desconocimiento- en los «bulos y falsedades» que denuncia Soraya García Mesa y que fue lo que le hizo desistir del intento de llegar al primer corte al no alcanzar los 1.400 avales necesarios para confrontar ideas con José Luis Ruiz Espejo y Rafa Fuentes, pero el partido socialista ha perdido una gran oportunidad de vender transparencia, facilitar la participación y salir más unido de un proceso que se antoja vital para luego alcanzar las metas.

Dividido a nivel nacional entre 'sanchistas' y 'susanistas', con dificultades máximas a nivel andaluz por el desgaste que supone gobernar durante casi 40 años, y con demasiadas corrientes antagónicas a nivel provincial, el PSOE de Málaga no pasa por su mejor momento, y lo que es peor, no parece que haya mucho interés por parte de algunos de arreglar desaguisados y voltear una situación que algunos la ven próxima al abismo. Para hacer mala política mejor quedarse en casa, como hacen muchos de los socialistas desanimados por el rumbo del partido.

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