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Una reflexión sobre el sector turístico cubano

La Tribuna ·

Grandes proyectos en la isla como las marinas internacionales o campos de golf con complejos residenciales han convivido con lastres como la ausencia de recursos materiales y financieros

José Ramón Sánchez

Lunes, 16 de julio 2018, 01:06

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Muchos han sido los líderes revolucionarios que han tratado de cambiar los designios de la isla. Desde Carlos Manuel Céspedes, que el 10 de octubre de 1868 llamó a los cubanos a rebelarse contra España, hasta Fidel Castro, que se deshizo de la marioneta americana Fulgencio Batista, muchas han sido las revoluciones vividas en la maravillosa isla caribeña.

Después de 400 años de colonización, José Martí estaba convencido de que los españoles ya no pintaban nada y lideró a los cubanos contra una opresión española que, conociendo bien la historia cubana, queda muy en entredicho.

Pese a esto, deshacerse de los españoles trajo consigo muchos años de dominio y control norteamericano, muchos bajo la figura de Fulgencio Batista, que marcaría el comienzo de lo que hoy en día es la caótica relación Cuba–USA.

Cuba amanece cada día, antigua, sin lujos, muy culta y con el amor y el recuerdo a sus héroes nacionales como Ernesto 'Che' Guevara o Camilo Cienfuegos. Aunque, ese idealismo del sistema comunista, base de la aspiración del bienestar del pueblo cubano, no sería el mismo sin las transferencias recibidas de las familias que residen en el exterior, de hecho, de países capitalistas.

No sólo los designios de las políticas comunistas han traído bienestar al pueblo cubano, también los 3,5 billones de dólares de transferencias año a año del exterior. Parece difícil pensar que el sistema comunista, por sí sólo, proporcione el nivel de satisfacción y bienestar del que disfruta el pueblo cubano.

Este modelo amparado en un fuerte nivel educativo y un sistema público sanitario de vanguardia proporcionan a la sociedad riqueza social y cultural. Pero la necesidad de estas transferencias cuestiona de forma radical las bondades del sistema.

El presidente Díaz-Canel muestra la continuación de un sistema comunista que abraza un socialismo más moderado y que comienza a hacerle guiños al modelo capitalista. Esto último de una forma controlada y sin abandonar las verdaderas raíces del comunismo.

El sistema económico es un modelo con carencias en su planificación. Una economía cerrada al mundo exterior en el que las inversiones extranjeras han llegado a la isla por estricta necesidad más que por una planificación ordenada y sostenible en el tiempo. Pese a lo anterior, la felicidad, ritmo y desarrollo cultural del pueblo son el principal reflejo de que la Isla no ansía un cambio drástico ni radical en sus políticas socio-económicas.

El sector turístico tampoco ha tenido planificación. Un sector lleno de potencialidad, pero con un nivel de desarrollo muy inferior al de otras zonas caribeñas de similares características. Indudablemente, provocado por las características de su régimen político.

Cuba, una isla con necesidad de mejorar sus infraestructuras técnicas y, por tanto, sin capacidad de recibir turistas a gran escala, provocó la decisión del Gobierno de firmar acuerdos con empresas, principalmente españolas, para la explotación de espacios turísticos, acuerdos llevaban implícitos la obligación de construir nuevas estructuras de inminente necesidad para el pueblo cubano, como podía ser la de urbanizar nuevos espacios o regenerar zonas en mal estado.

Grandes proyectos como las marinas internacionales, los campos de golf con complejos residenciales, la Zona Especial de Desarrollo Mariel y el Proyecto Integral de Desarrollo de la Bahía de La Habana, entre otros, han convivido en estos últimos años con lastres como la ausencia de recursos materiales y financieros, la poca inversión extranjera directa, la descapitalización y la dualidad monetaria.

No obstante, Cuba se presenta como un destino singular y único en el mundo, en el que las reminiscencias de lo que fue, se encuentran inalteradas en el presente. Hoy en día es difícil encontrar un país en el mundo donde el caprichoso destino del paso del tiempo le haya dotado de una profunda y extraordinaria seña de identidad. Cuba es la excepción. Y de esta singularidad nace su fortaleza y sostenibilidad. Sus espacios vírgenes y sus fuentes inalteradas auguran un recorrido a largo plazo que pocos destinos poseen.

Frente al turismo de 'sol y playa', Cuba afronta la necesidad de ofrecer un turismo alternativo a sus visitantes. Un turismo más exigente, de mayor calidad y variedad en los servicios y oferta de productos. Un turismo centrado en las ciudades, las actividades culturales, los deportes náuticos y, sobre todo, las relaciones interculturales que se dan en espacios cosmopolitas.

Además, Cuba se encuentra ante la presión del beneficio a corto plazo y esta tentación choca frontalmente con las intenciones de planificar un turismo equilibrado e inteligente. Y todo esto, sin destruir el litoral, misión a priori casi imposible. La necesidad de las empresas extranjeras de maximizar en el corto plazo las inversiones complican esta tarea.

Pese a estas dificultades, Cuba goza de una posición estratégica en el Caribe que le permitirá rentabilizar cualquier paso que adopte en su plan de expansión turística. Además, la presencia de espacios vírgenes, la escasa explotación turística de muchos lugares, unido a la lentitud en la toma de decisiones del Gobierno cubano, más que una desventaja es ahora una verdadera oportunidad. La singularidad, belleza y excepcionalidad de la Isla permite ser optimista ante los futuros cambios, mismo optimismo con el que día a día vive el pueblo cubano. Ante este planteamiento de futuro y la verdadera situación actual, sólo queda pensar en qué harán las futuras generaciones. Falta comprobar si seguirán idolatrando a sus héroes nacionales o si comenzarán a idolatrar a otros héroes del mundo moderno, como jugadores de basket o jugadores de futbol. ¿Cambiarán las camisetas del Che por las de Lionel Messi o Lebron James? ¿Seguirán las nuevas generaciones bajo los cauces comunistas o demandarán 'de forma revolucionaria' una mayor apertura de la economía y desarrollo de sus sectores estratégicos? Pese a la aparente sostenibilidad del modelo, tendremos que visitar Cuba dentro de 50 años para comprobar esto.

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