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RAJOY SE QUITA DE EN MEDIO

Manuel Castillo

Málaga

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Domingo, 24 de junio 2018, 09:58

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Puede parecer bien que un político como Mariano Rajoy vuelva a su trabajo en el Registro de Santa Pola al terminar -al menos de momento- su etapa en la política. Pero he de reconocer que particularmente me parece un mal síntoma. Es más, esta actitud va en consonancia con la forma de gobernar el país y de presidir el Partido Popular que ha tenido Rajoy. Se ha quitado literalmente de en medio. Está en su derecho de querer convertirse en un ciudadano normal y pasar de todo, a pesar de ser el responsable de muchas cosas que le pasan hoy a su partido y al propio país.

Cuando hablamos de deportes, entiendo que el éxito o fracaso de un entrenador se mide por el legado que deja tras su marcha. Y no me refiero a títulos, sino a una forma de gestionar deportivamente el club, al estilo de juego, al valor de la cantera, a la relación con la afición, etc. Por eso pienso que al técnico Joan Plaza se le había agotado su crédito en Málaga; después de cinco años ha dejado el club igual que lo encontró. Y en algunas cosas, peor.

Algo similar opino sobre Rajoy. ¿Qué herencia deja Rajoy en el PP después de tantos años como presidente? Al margen de la corrupción estructural, un partido dividido, sin liderazgos claros, absolutamente vertical, con una militancia aburrida y asomado al abismo. Se puede concluir que la nota a su gestión orgánica es el suspenso. Y no porque lo hiciera mal, sino porque no quiso hacer absolutamente nada. Insisto que detrás de esa leyenda de gallego impertérrito lo que hay es muy poco liderazgo. Quizá un hilito de plastilina de liderazgo. Sólo.

Es posible que cuando esté en su despacho de Santa Pola disfrute viendo cómo Cospedal, Sáenz de Santamaría, Casado y los demás se disputan su silla, sin percatarse quizá de su cuota de culpa en el futuro próximo del PP.

Da la impresión de que en la etapa de Rajoy el PP ha sido una viña sin amo en la que cada uno ha medrado lo que ha podido, con Javier Arenas como artista invitado en todas las fiestas. O en todas las fotos. Tanto es así, que el propio Feijoo ha hecho un 'Rajoy' y también se ha quitado de en medio.

Si la terna Cospedal, Sáenz de Santamaría, Casado, García Margallo, García-Hernández, Bayo y Cabanes es la mejor que puede presentar el PP, el futuro de ese partido tiene muchos nubarrones en el horizonte. Los populares parecen no haber entendido aún la necesidad de adaptarse a la nueva política y de refundar un modelo político de centro derecha que haga equilibrios entre el liberalismo social, la democracia cristiana y el conservadurismo laico para configurar una propuesta solvente para un electorado hastiado de las fórmulas y ademanes tradicionales.

Los políticos del PP deberían asumir que ya no se trata de convencer al electorado, sino de que el electorado sea capaz de creer en ellos; de que el votante se vea reflejado en la forma de ser y estar de sus políticos. Y eso, hoy por hoy, parece una misión muy compleja en el partido actual, a pesar de los millones de ciudadanos dispuestos a votar al PP esté quien esté al frente. Les queda mucho trabajo por hacer.

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