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POLÍTICA DE APROVECHAMIENTO

JOSÉ MANUEL BERMUDO

Jueves, 29 de marzo 2018, 10:47

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Encontrar terrenos o locales para instalaciones públicas resulta a veces complicado en municipios como el de Marbella, en el que durante algunos años se construyó de forma desaforada. Además, muchas de las parcelas se cambiaron de destino, usándose para promociones privadas en la mayoría de la veces, o para un edificio público que no era el previsto, como el actual de Correos y Telégrafos en el que se había planificado un instituto, o la estación de autobuses, terrenos en los que se iba a levantar un gran centro cultural para el que se organizó un concurso público que ganó un arquitecto malagueño que todavía está esperando el dinero del premio. Esto por poner sólo unos ejemplos

Para conseguir la aprobación de las instituciones y su inversión en cualquier tipo de construcción pública lo primero que hace falta es que el ayuntamiento ofrezca el terreno adecuado o, en su caso, mucho mejor un edificio que reúna las condiciones necesarias para el tipo de servicio que se quiera prestar. Después ya depende de la buena voluntad y de la economía disponible el que las ideas se lleven a la práctica.

En muchas ocasiones son las rivalidades políticas las que constituyen el primer obstáculo para sacar adelante los proyectos, manteniéndose a veces posturas irreconciliables que parecen tener más en cuenta el interés de cada grupo antes que solventar algunas carencias que demandan los ciudadanos. Por eso no deja de ser noticia que la unanimidad haya presidido en un pleno de Marbella la aprobación del ofrecimiento a la Junta de Andalucía de unos locales para que sean destinados a un nuevo centro de salud en la ciudad. Son las instalaciones de Ricardo Soriano 61 en las que durante unos años estuvo situada la sede de Urbanismo del ayuntamiento. Estos tres locales unidos, más los cinco aparcamientos, tienen detrás una truculenta historia de especulación que podrían definir otras muchas actuaciones de similares características. Resultó hace unos años que un llamado empresario que hasta llegó a presidir el club de fútbol local, e incluso se nombró asimismo entrenador, vendió estos locales a Jesús Gil, alcalde de Marbella, que al día siguiente se los vendió al ayuntamiento por un precio muy superior. Como él era juez y parte no hubo ningún problema, como en tantas otras cosas, obteniendo unos importantes beneficios para su caja personal.

Ya con otro gobierno el inmueble pasó a la Junta de Andalucía como pago de deudas pendientes, esas deudas con administraciones de las que todavía quedan muchas pero de las que nadie quiere acordarse de que hay que pagarlas, más tarde o más temprano.

Pues no estaría mal que a estos locales y a otros más comenzara a sacárseles partido, porque inutilizados y cogiendo polvo no sirven para nada. El ayuntamiento también ha ofrecido recientemente un edificio paralizado desde hace tiempo junto al Hospital Costa del Sol para una Ciudad de la Justicia, y también aquí parece que las partes están de acuerdo. Y quizás hay varios casos más que pueden rescatarse para servicios públicos, algo así como se hace en cocina, en la llamada comida de aprovechamiento, en la que no se tira nada. Podríamos tener un catálogo inmobiliario mucho más extenso, sobre todo en terrenos que se perdieron para siempre, pero utilizar aquello que está disponible puede ser una primera medida para paliar actuaciones anteriores que fueron perjudiciales. Además, llevar a cabo una serie de proyectos necesarios con la unanimidad política sería también un detalle de cara a los ciudadanos. Ahora hace falta esperar que no se pongan los tradicionales palos en las ruedas para conseguir otro tipo de objetivos, o que se desvele la realidad de que hay poco dinero o pocas intenciones de invertir. O todo a la vez.

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