Borrar

Los pijos pueden ser honestos

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Lunes, 21 de mayo 2018, 07:48

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Loquillo para ser feliz quería un camión y Pablo Iglesias e Irene Montero se van al campo. Habrá quien se ensañe con el precio de la casa, los metros de la parcela, la piscina y la distancia a la que va a vivir fuera de Madrid. Tiene razón Errejón en que lo importante es lo que los políticos hacen con el dinero de todos, no con el suyo. Personalmente, nunca he esperado que los líderes sean mileuristas. Pero tras recordar sus críticas a De Guindos por comprarse un ático que le costó lo mismo o cuando le contaba a Ana Rosa que no le iba «ese rollo de los políticos que viven aislados en chalets» ya sabemos que la coherencia no es lo suyo. Sin embargo, lo de ser un demagogo le viene de mucho más atrás, desde el principio.

«Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos». Se ve que como Iglesias pensaba tomarlos al asalto se apuntó esta frase bíblica y predicaba con el asunto. Eso valía para los demás, para 'la casta', pero cuando le tocó a él pues ya no lo vio igual

Se puede vivir en un chalet y ser un currante y en un piso pequeño y vivir del cuento. El tamaño de tu casa no determina tu honestidad, aunque a algunos les pueda haber servido para ganar votos de currantes que les han comprado ese discurso pensando: para votar a un corrupto voto a uno como yo. Sólo que no son como ellos, por más que lo pregonen. Aunque lo pretendiera, la vida del número uno de un partido político no tiene que ver con la vida de un ciudadano de a pie en nada, ni sus deberes son los mismos. A un buen político le pedimos liderazgo, capacidad de gestión y honradez No se requiere también madera de mártir.

En su discurso demagógico nos han vendido también que los gobernantes tienen que ser puros y que ellos lo eran. Inmaculados, sin aspiraciones y sin más ambición que repartir la riqueza entre todos. Y que los demás partidos aspiraban poco menos que a lo contrario: gobernar para robarnos al resto. Igual que las cosas no suelen ser blancas o negras, ni en política ni fuera de ella suele haber nadie puro, aunque sí que hay gente honesta sin necesidad de hacer voto de pobreza.

Irene Montero ha pretendido salir del paso con su palabrería grandilocuente y nos ha hecho saber que ella sigue queriendo «que la economía esté en manos de la gente y no de los mayordomos de los poderosos» (¿?). Y que el chalet se lo ha comprado para «iniciar su proyecto de familia» (más ¿?): Que con esa expresión tan rara no se si va a tener mellizos o va a hacer algo un poco más rimbombante.

Pues tengo noticias para Pablo e Irene: Los pijos también pueden ser honestos. Pasemos de la pureza y conformémonos con la honradez. O llegará un día en que sólo quieran ser políticos los que cuenten cuentos o no sirvan para nada más.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios