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La Tribuna

Las nuevas formas tribales

Se nos escapa de las manos la educación de los jóvenes y probablemente a ellos se le está escapando la vida, previamente deformada por la visión encasillada del rectángulo de su smartphone

FEDERICO ROMERO

Viernes, 30 de marzo 2018, 09:53

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Tengo un amigo tan alejado de la Biblia que cree que 'la Gran Tribulación' consiste en la apertura del periodo para la Declaración de la Renta. Ello lo facilita la cercanía de los sonidos Tribulación y Tributación y la proximidad de sus significados en cuanto a su componente de congoja y pena. No he encontrado todavía la raíz común de ambos conceptos con el de la palabra 'tribu', pero su coincidencia fónica no debe ser casual. A un usuario habitual, como yo, de los transportes públicos, le produce gran angustia observar que, cuando la ventanilla del bus se abre a un día inmenso de luz y mar de la extraordinaria primavera malagueña, hay una gran mayoría de jóvenes apresados dentro de los estrechos límites del cuadradito de su móvil. No hay ninguna duda. El tam-tam de convocatoria a la reunión de la tribu ha sido definitivamente sustituido por la llamada de la selva urbana, constituida por las diversas redes sociales.

Estoy terminando con gusto la lectura del nuevo libro de Vargas Llosa 'La llamada de la Tribu', que es autobiografía de su pensamiento pero también profesión de liberalismo. Hay que agradecerle que su prosa fluida y clara facilite el recorrido por los pensadores adscritos a dicha tendencia, porque ni von Hayek, ni Karl Popper facilitaron precisamente el acceso al contenido de sus teorías. Por otra parte, la difícil incursión sobre un terreno tan movedizo como el de la utilización de la libertad sin, a su vez, caer en el peligro de la imposición de controles y limitaciones, que precisamente se critica a los totalitarismos de la orilla contraria, evidencian las contradicciones en las que es fácil caer, si el respeto al 'laissez faire' se lleva a sus últimas consecuencias. Un ejemplo es cuando Popper se asusta de los efectos devastadores del inmenso poder de la televisión -que él llama 'la voz de Dios'- sobre las masas, y que se acentuaría con lo que ahora denominamos 'disrupción tecnológica', de la que es muestra la observación urbana que hago en el primer párrafo de este artículo. Se nos escapa de las manos la educación de los jóvenes y probablemente a ellos se le está escapando la vida, previamente deformada por la visión encasillada del rectángulo de su smartphone. No es fácil dar una respuesta sin caer en extremismos de uno u otro signo y, desde luego en las aludidas contradicciones.

Una aproximación apresurada al liberalismo que Vargas Llosa propugna podría llevarnos a identificar liberalismo y relativismo. Y es bien sabido que esto último no contribuye a una adecuada formación, en la que inevitablemente deben figurar algunas certezas. Con Popper reconoce que la verdad tiene el pie asentado en la realidad objetiva y su existencia es independiente de la mente humana. Este pie es, en definitiva -según el físico polaco Tarski, que ambos citan-, la coincidencia de la teoría con los hechos. Y es que la realidad no puede ser relativa. Lo que sí son relativas son nuestras interpretaciones subjetivas de los hechos. Si la 'Educación' depende, en gran medida, de una determinada política, importa mucho que sepamos cuales son las posiciones de los que la aplican, porque nuestro futuro depende de ello. Hay unanimidad en reconocer el lamentable e inapelable declive de la socialdemocracia, pero difieren mucho las opiniones relativas a sus causas. De igual manera, las emergentes formas de liberalismo tampoco tienen muy claro cómo conjugar la tolerancia democrática, la libertad de pensamiento y el deber ético de educar, por la vía de una información objetiva capaz de extraer en los educandos lo mejor de sus personalidades, sin caer en adoctrinamientos totalitarios. Y es que la contaminación de los populismos de signos opuestos, a causa de la pírrica ganancia de arañar algunos votos, ha supuesto la pérdida de la calidad y claridad de los mensajes contenidos en sus respectivas ideologías.

Quiero terminar estas ideas eligiendo un ejemplo que tiene mucho que ver con las expuestas al principio. Se puede reconocer la existencia de 'familias alternativas' sin necesidad de menospreciar o reconocer los valores de la familia tradicional. (Ahora incluso se valora la aportación de un mayor número de hijos). Vimos antes la perplejidad de Popper ante el derrotero tomado por las diversas fuentes electrónicas de formación de nuestros jóvenes, sin atajar sus peligros por medio de controles y prohibiciones desde el Estado. Pues bien, esta tarea solo se puede realizar desde el interior de las familias de cualquier signo, donde la casuística permite atemperar las medidas aplicables con las necesarias dosis de amor y de firmeza. Solo en ese preciso ámbito es posible realizar el milagro. No olvidemos que, en su origen, las tribus se formaron mediante la agrupación de familias. Y todos estaban de acuerdo en el frío que hacía fuera.

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