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Modelos

Héctor Barbotta

Marbella

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Jueves, 22 de marzo 2018, 07:46

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Los propietarios de lo que en otros tiempos fue el hotel Don Miguel, el más grande de Marbella, comenzarán en pocas semanas las obras de reconstrucción del edificio, que será recuperado para el turismo. Club Med regresa a España y a la Costa del Sol con este proyecto, un 'todo incluido' de alta gama. Antes de que acabe este mes abrirá en Puente Romano el hotel Nobu, que trae a la Costa del Sol la división hotelera de esa marca asociada a la gastronomía del más alto nivel. El proyecto plasmará una fórmula hasta ahora inédita en la provincia de Málaga, la de 'hotel dentro de un hotel', que permite segmentar la oferta y llegar de esa manera a nichos de mercado hasta ahora de difícil acceso.

Esta semana se ha conocido también que la cadena de lujo Ikos realizará en Estepona una inversión de 150 millones, tras la compra del hotel Princess, para la puesta en marcha también de un 'todo incluido'. Asimismo, en un acto celebrado en Hong Kong la semana pasada, los promotores del complejo hotelero que traerá a Marbella a la marca de lujo 'W' presentaron su proyecto arquitectónico. Prevén abrir en el verano de 2021.

A pesar de que buena parte de los extraordinarios resultados turísticos de los últimos años se han atribuido en parte a cuestiones coyunturales, concretamente a los conflictos armados y a la amenaza terrorista en otros destinos mediterráneos, estas apuestas inversoras demuestran la solidez y el atractivo de la Costa del Sol.

No parece tratarse, ninguno de los conocidos estos días, de proyectos basados en las circunstancias concretas de un momento que pueden cambiar de un año para otro -de hecho hay destinos al sur del Mediterráneo que empiezan a mostrar síntomas de recuperación-, sino de propósitos que demuestran confianza de largo plazo en el destino.

En los últimos años, durante la crisis y también a partir del modelo en el que se ha sustentado la recuperación, las condiciones de trabajo en el sector turístico han sufrido un proceso de degradación que ha supuesto la normalización de figuras que hasta entonces formaban parte de la marginalidad de las empresas hoteleras, como los servicios externalizados con trabajadores sin derechos o las 'kellys', camareras de piso en una situación de explotación inasumible para una sociedad que quiera ser capaz de mirarse al espejo sin avergonzarse.

Estaría bien tener elementos para llegar al convencimiento de que estos nuevos proyectos que se anuncian y que ilusionan a toda la Costa del Sol no sustentarán sus modelos de negocio en esas situaciones inaceptables y sí en relaciones laborales acordes a la calidad que pretenden ofrecer a sus clientes.

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