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ROSA BELMONTE
Miércoles, 6 de junio 2018, 07:55
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Fuera de la política también hay noticias estupefacientes. Una empresa no paga a mujeres porque el convenio dice «trabajadores» y no «trabajadoras». Las empleadas de Aceites y Energía Santa María en Lucena no cobran los atrasos del nuevo convenio que implica una subida del 1,5%. Que no aparezca el término «trabajadoras» es agarrarse a un clavo perverso. Las tres trabajadoras llevan seis meses esperando. Lo sorprendente no es que haya una discriminación, las hay por todos sitios, sino el argumento de la empresa. No está reivindicando el lenguaje igualitario sino aprovechándolo. Más allá del caciquismo, lo malo sería que esto lo admitiera un juzgado. Como cuando se tuvo que poner en las instrucciones que el gato no se puede secar en el microondas. Parece una conspiración. Para rematar, la RAE dice que quizá la insistencia en afirmar que el masculino genérico invisibiliza a la mujer traiga estas lamentables confusiones. Aquí hay pelea.
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