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Donde la luna se baña

FRANCISCO MOYANO

Martes, 10 de octubre 2017, 08:05

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NO era extraño encontrar en las páginas de algunas antiguas guías turísticas la afirmación de que Marbella tiene ese nombre por deseo de la reina Isabel la Católica. Nada más lejos de la realidad. Como don Fernando Alcalá se encargó de explicar repetidamente, la reina, en 1485, cuando la capitulación de la ciudad, se encontraba en Córdoba, esperando el alumbramiento de su hija Catalina. Pero lo cierto es que la leyenda procede de siglos atrás e incluso la recogía Francis Carter en su 'Viaje de Gibraltar a Málaga'. Según el relato ficticio, no exento de un acusado toque romántico, el paje de la reina, Vigil de Quiñones, oteador en vanguardia del camino que debía recorrer la reina y su séquito, anunció que ya se divisaba el mar; Isabel se asomó y ante el asombro que le causó tanta belleza, ordenó que se comunicase al rey Fernando su deseo de que la ciudad amurallada que iban a conquistar al día siguiente, se llamase Marbella, de acuerdo con la exclamación que su contemplación provocó en la reina: ¡oh, que mar tan bella!. El supuesto origen del topónimo arraigó en la tradición popular y, ante la falta de investigación histórica sobre la ciudad hasta muy avanzado el siglo XX, gran parte del vecindario estaba convencido de la autenticidad del relato. Fue en los años cincuenta el pasado siglo, durante la segunda etapa en la alcaldía de Francisco Cantos Gallardo, cuando el alcalde y su corporación fueron conscientes de la necesidad de promocionar Marbella, adivinándose o contrastándose que el futuro económico de la zona se iba a centrar en el turismo. Aquel era el momento de máximo esplendor de un singular artista malagueño, cantaor y cantante, actor de cine ('astro' cinematográfico se decía en la publicidad) llamado Antonio Molina. Qué mejor promoción que una canción sobre Marbella en la voz del intérprete. Parece ser que fue el propio alcalde Cantos quien pagó de su bolsillo la composición de la copla que se llamaría 'Marbella, perla del mar' y que fue grabada por Antonio Molina. En su letra se recoge la leyenda: 'una reina por divina te dio por nombre Marbella', además de otras atribuciones extraordinarias y cargadas de poesías como asegurar que es aquí 'donde la luna se baña' y que es 'reina gitana, malagueña y soberana'. En su momento la canción gozó de notable popularidad y acostumbraba a sonar en la radio (era 'radiada', en terminología de la época). Pero no llegó a convertirse en una de las canciones de referencia del artista malagueño y no figura en ninguna de las antologías que cíclicamente se han venido editando. En Marbella siguió siendo muy popular en los sesenta y primeros setenta, gracias a la pionera de las emisoras de radio de la ciudad, Radio Marbella, emisora sindical Costa del Sol, programándose habitualmente en los exitosos programas de 'Discos dedicados'. Un día de finales de los sesenta, el director de Radio Marbella, Juan Carlos Reina Lozano, recibió un comunicado procedente de una estación radiofónica de una ciudad de Suecia; le comunicaban que, cada mañana, daban comienzo a la emisión con 'Marbella, perla del mar', convertida en sintonía de arranque de la programación. Daban un argumento justificativo de la decisión: se trataba de un gesto de agradecimiento a la ciudad, extensivo a la Costa el Sol, por el excelente trato que las suecas (y los suecos) habían recibido como turistas en la zona. De esta forma, Antonio Molina también se escuchaba en Suecia. Eran los tiempos en que estaba naciendo uno de los mitos más difundidos, posiblemente también con rasgos de leyenda, de la eclosión turística de España y de la Costa del Sol: las suecas y sus actitudes libres en contraste con la represión oficial, también en asuntos sexuales, de los españoles de la época. Existe, en uno de los tramos de poniente del Paseo Marítimo, un pequeño monumento en recuerdo de Antonio Molina, quien se encargó de proclamar, incluso en Suecia, que Marbella es una 'perla del mar'. Quién sabe, tantos años después, si todavía se podría tributar un homenaje al artista, donde se podría incluir el nombramiento de una calle. El gran maestro continúa vivo en su música y en una saga de artistas que sigue honrando el apellido Molina.

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